Meditación: Fiesta de todos los Santos
Iniciamos con
este texto la publicación diaria de pequeñas meditaciones, muy útiles
como ayuda a la oración mental de cada día. Son muy breves y
desarrolladas en un lenguaje claro, apto para todo el mundo, pero a la
vez de una gran profundidad. Las mismas fueron escritas en 1857 por el
padre Andrade. S.J
Punto I.
Levanta los ojos de la consideración, y mira aquella multitud de santos
que vio San Juan en el cielo, vestidos de gloria con palmas en las
manos y coronas en las cabezas, en los tronos de la bienaventuranza,
entre los coros de los ángeles. Contempla su dicha y el gozo
incomprensible de su gloria, y la eternidad del que nunca se ha de
acabar, y gózate de su dicha; dales el parabién de su felicidad,
enciéndete con su ejemplo en vivos deseos de alcanzar su corona, y
pídeles á todos que te sean intercesores delante de Dios, y te den la
mano para subir a su reino y merecer estar en su compañía.
Punto II. Considera el
camino que llevaron los santos, y los medios por donde consiguieron la
gloria que poseen, que cómo dijo el ángel a San Juan (Apoc. 7.): todos
vinieron de grande tribulación, y labraron sus vestiduras y las
blanquearon en la sangre del Cordero. No vinieron de regalos, ni
delicias, ni fiestas, ni opulencia de honras o riquezas; sino de
tribulaciones, trabajos, mortificación, cruz y penitencia sufrida por
amor de Dios: este camino llevó Cristo, y este llevaron los santos; por
este llegaron a la corona, y por este has de ir tú, si la quieres
alcanzar y ser su consorte en la gloria. Ofrécete al Señor, y pídele su
favor por los méritos de sus santos, para seguir sus pisadas y llegar a
su felicidad.
Punto III. Considera
las virtudes que Cristo refiere en su evangelio, de pobreza de espíritu,
mansedumbre, contrición, lágrimas y sufrimiento en las persecuciones y
trabajos, por las cuales se va a la bienaventuranza. Pondera estos
pasos, por los cuales como por escalones subieron los santos, caminando
de virtud en virtud hasta la cumbre de la perfección y llegar al cielo; y
resuélvete a seguirlos, copiando estas virtudes en tu alma con la
gracia del Señor.
Punto IV. Considera la
diferencia de santos que tiene Dios en su gloria, y los diversos caminos
por donde los llevó; y pondera cómo en todos los estados pueden ser los
hombres santos; vuelve los ojos a ti mismo, y considera en el que Dios
te ha puesto, cómo le sirves y cómo cumples con tus obligaciones: pon la
mira en los santos que han vivido en él, y pídele a Dios gracia para
imitarlos y cumplir con tus obligaciones, poniéndolos por intercesores
delante de su Divina Majestad.
Padre Alonso de Andrade, S.J