martes, 5 de febrero de 2019
MEJOR PREVENIR QUE CURAR
Comunicado de prensa
La controversia entre la
AMIA y la DAIA, por temas de tanta importancia institucional como son el
Memorando de Entendimiento con Irán, el juicio en ausencia y la
posición que cada una de esas instituciones ha tenido ante ellos en los
últimos tiempos, han creado un clima de sorpresa y zozobra en nuestro
país.
No es común que esas dos
organizaciones judías discrepen públicamente en la forma airada en que
lo hicieron, y menos que, de la noche a la mañana, el presidente de la
AMIA señor Zbar diga, desde Israel donde se encuentra en la actualidad,
que todo fue un error personal suyo, pida perdón por haberse
“equivocado” y solicite una licencia en forma irrevocable y por tiempo
indefinido.
En la práctica, el señor
Zbar ha renunciado a su cargo en la AMIA, y lo ha hecho, para mayor
asombro de todos, desde Te Avive, no en Buenos Aires.
Por otro lado, el señor
Zbar asume toda la responsabilidad por una carta que fue aprobada por la
comisión directiva de la AMIA como institución y que, para mayor
incongruencia, no firma él, sino el vicepresidente señor Ariel Eichbaum.
Y, por si fuera poco, Eichmann es quien queda ahora como presidente de
la AMIA. De modo que es absurdo aducir que la clara y dura discrepancia
con la DAIA, sobre los atentados de Buenos Aires y sus verdaderos
sospechosos, fue una decisión personal de Zbar.
Fue algo institucional, formal y oficial.
Todo ello genera muchas inquietudes e interrogantes:
¿Por qué esta aguda disputa entre la AMIA y la DAIA, respecto de los atentados y sus verdaderos autores?
¿Por qué esta abrupta marcha atrás del señor Zbar?
¿Por qué la produjo y difundió desde Israel?
¿Qué quiere disimular o esconder ahora aduciendo que fue una decisión personal?
Finalmente,
es imposible olvidar que, cada vez que hubo tan duros enfrentamientos
entre la izquierda laborista y la derecha conservadora de Israel y de la
diáspora, aparecieron grupos terroristas que produjeron horribles
atentados cuyos autores jamás fueron identificados. Uno fue el de la
Embajada de Israel, otro el de AMIA.
Hubo
un tercer atentado de ese tipo: el que le costó la vida nada menos que
al presidente de Israel, Isaac Rabin, cuando decidió firmar la paz con
los palestinos. Pero en ese caso, sí se supo quién fue el asesino: un
terrorista israelí ligado a un servicio de inteligencia israelí y a un
partido político también israelí.
No
se trata de sembrar alarma, pero la situación exige que se tomen todas
las precauciones para no llorar luego, cuando sea demasiado tarde. La
palabra la tiene ahora la ministra de Seguridad, Sra. Patricia Bullrich
quien, por otro lado, posee vínculos muy estrechos e íntimos con Israel.
Buenos Aires, 4 de febrero de 2019.
Juan Gabriel Labaké
15-5887-3337