sábado, 2 de febrero de 2019

Rodríguez Larreta quiere todo.



Rodríguez Larreta quiere todo. Por Miguel De Lorenzo

El inquieto jefe de Gobierno  pretende  que  traspasen a la ciudad,  la justicia penal.
Es por demás llamativo que el mismo artífice del vale todo en la justicia contravencional, en la que cada quién hace lo que le venga en gana, sin nadie que los controle, ni verifique el correcto comportamiento de los jueces y fiscales de la ciudad, ni los sancione,  ni los expulse   – Dios no lo permita – cuando dejan de lado el derecho y se meten en el lado tenebroso del jardín.
Se trata de la persona que antes reclamaba por  el traspaso de la policía federal a su jurisdicción. Y acá si, debemos reconocerlo,  el éxito fue grande, sin duda le debemos el florecimiento de los criminales de todo calibre, de los chorros y moto chorros en la ciudad autónoma  de Larreta.

Nunca podríamos olvidar como ese mágico “hacerse cargo de”,  fue el que acabó con las actitudes policiales de neto corte represivo.  Por fin los integrantes de la fuerza pudieron ser saludables, gozosamente  apedreados en las plazas y en las calles de la ciudad,  sin que se les permitiera levantar un dedo para defenderse, tan solo en caso de peligro extremo, mover levemente los escudos, cuando los cascotes les apunten  derechamente a la cabeza.
Por otra parte, quién se animaría, donde estaría el hombre capaz de hacerle sombra  a Larreta, en aquello de ordenar el fútbol, solo él encontró la manera de que los partidos  tengan en las canchas la armoniosa forma de  aquellos  encuentros de amor y paz
Por cierto, como no valorar, cuando con mano firme cambió al vacilante encargado de la seguridad porteña por otro,  todavía más inútil y – si esto fuese posible – aún con menor calificación para el cargo.

Es claro que Larreta es un hombre ambicioso de gloria y éxito, pragmático, ejecutivo, que no vacila en querer controlar también el suministro eléctrico en CABA. Es decir a la manifiesta   esterilidad de Cambiemos en energía, él  como alternativa nos propone darle un toque larretiano al asunto,  gracias al cual probablemente pasaríamos a ser  la primera gran ciudad, rigurosamente  a oscuras del planeta.
No nos atrevemos a soñar tan alto, pero sería lindo, de verdad lo sería, que la transferencia de la in-justicia penal llegase de la mano, fuese conducida por el mismísimo Zaffaroni.
Ya sabemos,  es  pedir demasiado, pero nosotros a Rodríguez Larreta, le ponemos una ficha.