jueves, 23 de mayo de 2019

Eruditos católicos acusan al Papa Francisco


Eruditos católicos acusan al Papa Francisco “del delito canónico de herejía”

En la aparentemente interminable guerra entre católicos y el Papa Francisco otra salva ha sido disparada. Esta vez cae un poco más cerca del blanco.
En una Carta Abierta de veinte páginas dirigida no al papa, sino a los obispos de la Iglesia, diecinueve eruditos católicos, algunos de ellos clérigos, afirman que “acusan al Papa Francisco del delito canónico de herejía” y piden a los obispos de la Iglesia “ tomar las medidas necesarias para enfrentar la grave situación de un Papa hereje”.
Los nombres de algunos de estos signatarios no son desconocidos. Son eminentes teologos y sacerdotes, hombres que han hecho bien en su servicio a la Iglesia. Entre ellos están los siguientes: Hno. Aidan Nichols, Hno. Thomas Crean, Hno. John Hunwicke, Dr. John Lamont, Diacono Nick Donnelly y el mismo presidente de OnePeter5, Dr. Peter Kwasniewski.
(Lea el texto íntegro de la Carta here. Lea la bibliografia de la carta here.)


“Reconocemos con gratitud, escriben, que algunos de entre ustedes reafirman las verdades contrarias a las herejías que hemos listado y además advierten los serios peligros que amenzan la Iglesia en su pontificado”.
Sin embargo, en una emergencia tan grave y sin precedentes´´, continúan, ´´ creemos que ya no será suficiente enseñar la verdad de manera abstracta, o incluso lamentar la “confusión” en la Iglesia en términos más bien generales…a pesar de las pruebas que hemos presentado en esta carta, reconocemos que no nos corresponde declarar al Papa culpable del delito de herejía de una manera que tendría consecuencias canónicas para los católicos. Por lo tanto, os pedimos, como nuestros padres espirituales, vicarios de Cristo dentro de vuestras propias jurisdicciones y no vicarios del Pontífice romano, que amonestéis públicamente al Papa Francisco para que abjure de las herejías que ha profesado´´.
En la búsqueda de una rectificación en esta materia de los obispos, los autores intentan establecer un caso, citando la teología y el derecho canónico, en la que “un Papa que es culpable de herejia y se mantiene obstinado en sus puntos de vista heréticos, no puede continuar como Papa” y “teologos y canonistas discuten esta cuestión como parte del tema de la pérdida del cargo papal”.
Una de las razones por las que un Papa puede perder su cargo es la herejía.
Los autores rechazan la idea, propuesta por los sedevacantistas, que “un Papa pierde automáticamente su cargo como resultado de la herejía pública, sin ninguna intervención de la Iglesia necesaria o permisible”.
“Esta opinión´´, dicen, ´´no es compatible con la Tradición y Teología Católicas y debe ser rechazada. Su aceptación arrojaría a la Iglesia al caos, en el caso de un Papa abrazando la herejía, tal como muchos teologos han observado”.
Al contrario, afirman los autores, “Debería ser aceptado que el Papa no puede perder su cargo sin la intervención de los obispos de la Iglesia”.
Los autores listan siete proposiciones (aparentemente derivadas de varias declaraciones papales) que identifican como heréticas, ofreciendo numerosas citas que muestran por qué cada una de dichas declaraciones son incompatibles con la doctrina Católica.
“Acusamos al Papa Francisco de haber demostrado de manera pública y pertinaz, con sus palabras y acciones, su creencia en las siguientes proposiciones que contradicen la verdad divinamente revelada (para cada proposición ofrecemos una selección de enseñanzas bíblicas y magisteriales que las condenan como contrarias a la revelación divina; estas referencias son concluyentes, pero no pretenden ser exhaustivas´´.
En seguimiento de esta sección, bajo el subtítulo de “Evidencia de que el Papa Francisco es culpable del delito de herejía” hay tres partes.
La primera parte se titula “Declaraciones públicas del Papa Francisco que contradicen las verdades de la fe”. En esta sección, los autores ofrecen documentación de doce declaraciones y acciones del Papa Francisco que aparecen con intención de correlacionarse con los siete cargos iniciales. (Encontré falta de paridad entre las dos listas. Fue difícil discernir qué pieza de documentación estaba correlacionada con cada una de las siete proposiciones acusadoras).
La mayoría de la documentación proviene de la exhortación postsinodal Apostólica Amoris Leatitia u otras declaraciones que aparecen en la lógica de ese documento. Tres pertenecen a las alabanzas del Papa a Martin Lutero y la Reforma. La duodécima pertenece al aserto hecho por el Papa Francisco en Abu Dhabi diciendo que “el pluralismo y la diversidad de religiones es querida por Dios en su sabiduría”.
La segunda parte de la sección “evidencia” es titulada “Actos públicos del Papa Francisco que indican su rechazo a las verdades de la fe”. Ésta es una lista de evidencias suplementarias a los cargos especificos de herejía. “Un gran número de actos del Papa Francisco manifiestan su creencia en las herejias listadas más delante´´, enfatizan los autores, y lo que sigue es más una lista general de nombramientos o defensas de clérigos problemáticos, promoción de figuras anticatólicas, la falta de respuesta a la Dubia y otras actuaciones que significan, en las mentes de los autores, un extravío de la auténtica vida y pensamiento católicos.
En la tercera parte de la sección “evidencia”, titulada “Contumancia del Papa Francisco en adherirse a proposiciones heréticas”, los autoreslistan las credenciales teológicas del Papa y su labor al diseñar frases y citas sobre los documentos que se le atribuye contradecir. “Por lo tanto, puede presumírsele´´,aseveran los autores, ´´que él esta lo suficientemente informado sobre doctrina católica y conoce las herejías que está profesando y que son contrarias a la doctrina católica. Su naturaleza herética fue también documentada y señalada en la corrección filial que se le dirigió por un buen número de eruditos católicos en agosto de 2017 y hecha pública en septiembre del mismo año´´.
Los autores prosiguen hacia su apelación final a los obispos para actuar y después de sus firmas, proveen un apéndice basado en el derecho canónico y en la teología católica concerniente a la situación de un papa hereje.
Nuestra opinión:
Éste es un documento interesante. Sirve como un compendio no sólo de las profundamente problematicas declaraciones del Papa Francisco, sino también de sus numerosos actos flagrantes. He creído desde hace tiempo que dichos actos, si bien no pueden ser definidos en sí mismos como heréticos, sí nos dan una visión profunda del carácter del hombre mismo y su preocupación—o falta de— por la integridad de la Fe Católica que le ha sido encargada por Dios de salvaguardar.
Existen, a mi parecer, algunas piezas obviamente ausentes, y eso me sorprendió. Una es la omisión del Arzobispo Vincenzo Paglia de la lista de los corifeos del papa. Otra es el intento del Papa de categorizar la pena de muerte, por lo menos implícitamente, como intrínsecamente mala. He escrito sobre este tema anteriormente y no lo trataré aquí, pero sería bueno recordar que el Obispo Athanasius Schneider tambien trató ese punto en su ensayo “Sobre la cuestión de un Papa herético”. (“On the Question of a Heretical Pope.”)
Ese ensayo, de hecho, es directamente relevante aquí, en la medida que representa la escuela compensatoria de la escuela de pensamiento en la crisis presentada por el Papa Francisco. El Obispo Schneider, por lo menos implícitamente, pone a Francisco en la categoría de “papa herético” solamente mencionando proposiciones específicas de él en el contexto de un documento acerca de la herejía en el papado. (Él, como los autores de la Carta Abierta, tambien cita las proposiciones de Francisco permitiendo que adúlteros sexualmente activos reciban la Santa Comunión así como las declaraciones de Abu Dhabi).
En su ensayo, el Monseñor Schneider dejo claro que: “ el Papa no puede ser depuesto por nadie; sólo Dios puede intervenir y Él lo hará a Su tiempo, siendo que Dios no falla en Su Providencia (‘Deus in sua dispositione non fallitur’).” Continúa diciendo:
“La deposición de un Papa hereje, por último, fomentaría la herejía del conciliarismo, sedevacantismo y una actitud que es característica de una comunidad puramente humana o política. También fomentaría una mentalidad similar al separatismo del mundo protestante o la autocefalia de la comunidad de iglesias ortodoxas.”
Los autores de la Carta Abierta, por otro lado, parecen apoyar la idea de un “concilio imperfecto” que depusiera al Papa. No lo dicen abiertamente, pero señalan:
“Estos actos no necesitan ser llevadas a cabo por todos los Obispos de la Iglesia Católica o aún por una mayoría de ellos. Una parte sustancial y representativa de los Obispos fieles a la Iglesia Católica tendrían el poder para tomar dichas acciones. Dada la naturaleza abierta, exhaustiva y devastadora de la herejía del Papa Francisco, la disposición de amonestar publicamente al Papa Francisco parece ser la condición necesaria para ser considerado como un Obispo fiel a la Iglesia Católica.
Esta forma de proceder es apoyada y requerida por la Ley Canónica y la Tradición de la Iglesia. Proveemos más abajo una breve cuenta de las bases canónicas y teológicas para ello”.
En ese breve recuento, los Autores señalan que “un Papa que es culpable de herejía y que se mantiene contumaz en sus visiones hereticas no puede continuar como Papa”, y que “los Padres de la Iglesia niegan que un hereje pudiera poseer jurisdiccion eclesiástica de ninguna clase”.
Continuan citando teologos como Cayetano, San Juan, de Santo Tomás y San Roberto Bellarmino, todos los cuales son conocidos por especular sobre si un papa heretico puede o no ser depuesto—aunque se quedan cortos al citar esos específicos argumentos. “No adoptamos postura en la disputa de estas cuestiones”, concluyen los autores, “cuya resolución es materia para los Obispos de la Iglesia.”
Yo creo que éste, también, es el camino correcto a tomar. Delegar esto a los Obispos, porque la obligación de lidiar con esta situación recae en ellos. Esta Carta Abierta, como yo la veo, viene a ser algo así como si un grupo de Católicos sin autoridad eclesiástica fabricasen un arma, proveyendo una breve instrucción sobre cómo podría ser utilizada en una muy hipotética situación, poniéndola luego sobre la mesa frente a los Obispos del mundo para que estos accedan a ella fácilmente.
Puedes llevar a un caballo hasta el abrevadero, pero no obligarlo a beber.
Y he aquí el problema.
Usted sabe y yo sé, y todos sabemos que los Obispos no van a actuar. No basados en todo esto, no basados en cualquier cosa que pudiera pensar. (Recuerde que a la mayoría de ellos no les gustan las armas del todo y parece que la mayoría nunca han oído hablar del Cristo de Mateo 10,34).
Esto quiere decir que aunque los autores de esta Carta estuvieran en lo correcto, y el Obispo Schneider no lo estuviera, el efecto práctico es el mismo: hemos reformulado una vez más, más clara y más formalmente, lo que ya desde antes sabíamos y así el punto muerto del asunto romano continúa.
Podemos igualmente conjeturar que cualquier obispo que se atreviera a tocar esto siquiera de lejos, pondría, como lo dijo un amigo “su cabeza mitrada en una bandeja para ser servida”.
De igual forma, habrá con toda seguridad cierta venganza de alguna clase contra los firmantes de este documento. Espero que tengan o muy poquito que perder o que estén preparados y listos para lo que pueda venir en su contra porque han llevado las cosas demasiado lejos como para volver atrás. Su coraje y decisión merece aplauso.
Pregunté a mi amigo Dr. Kwasniewski por qué habia firmado la carta.
Respondió lo siguiente:
Me parece valioso por tres razones:
1. Documenta instancias de herejía que no pueden ser negadas. Tal vez no ayude a quitar las vigas de los ojos que se rehúsan ver, pero parece ser un siguiente paso después de la Corrección Filial que argumentaba que Franciso apoyaba o no se oponía a las herejías. Esto va un paso más allá: él es un herético formal y puede ser juzgado como tal.
2. Esto es algo que hacemos para el registro histórico, para la posteridad. No todos durante el reinado del Papa Francisco eran una flor marchita que rehusaba admitir que el emperador iba desnudo.
3. Es algo que hacemos ante Dios, como un testimonio de nuestra conciencia.
Lamento no haber conseguido más firmas. Como teólogo, no puedo ver una sola cosa con la que no esté de acuerdo…..
Le dije que me sentía un poco cínico y él me recordó, amablemente, que el cinismo no es una virtud cristiana. Luego me ofreció esta comparacion tan útil:
Durante las decadas en que combatió el arrianismo, San Atanasio tuvo pocos partidarios. El emperador estaba en su contra. El Papa estaba en su contra. Probablemente le dijeron que se callara o que renunciara.
¿Qué fue lo que hizo? Escribió interminables cartas y tratados, uno tras otro, condenando arrianos y refutando el arrianismo. Todo parecía inútil, pero nada lo detendría.
Podemos volver atrás hacia ese período y decir: “gracias a Dios que Atanasio nunca se detuvo. ¡Que héroe! ”. Estoy seguro que a él no le pareció heroísmo—sino simple urgente necesidad.
Él mantuvo el calor. Siguió batiendo el tambor. Nunca dejo de sonar la alarma. Nosotros le debemos mucho a su terquedad.
Ciertamente, la terquedad es a veces la única cosa que me tiene regresando al teclado. La idea de que no importa lo que pase, no importa qué tan poco creas que mueves la aguja, no puedes dejar el campo y dejar que los malos marchen a la victoria sin oposición. Nos guste o no, es una lucha hasta el final.
Imagino que habrá algunos que cuestionen la teología de la Carta. No creo estar cualificado para hacer una declaración definitva sobre el tema, ni tampoco para firmar la Carta. Me parece sólida, pero no soy teólogo.
Al final de día, estoy todavía inclinado a pensar que, en igualdad de condiciones, el enfoque del Obispo Schneider es el más sensato. Aún si los Autores de la Carta Abierta estuvieran en lo técnicamente correcto, hablando prácticamente, nadie va a deponer al Papa y así, como dijo el Obispo Schneider, “Sólo Dios puede intervenir y Él lo hará en Su tiempo, ya que Dios no falla en su Providencia”.
Estoy agradecido por los esfuerzos de quienes escribieron esta Carta y por su testimonio Cristiano. También estoy agradecido, sinceramente, que la última conclusión en este tema está fuera de mis manos. Por largo tiempo he querido ser testigo de la deposición dramática del Papa, pero me imagino que ello daría lugar a cosas peores. Así que la paciencia es la única alternativa. Paciencia y confianza en la Divina Providencia.
Sea como fuere, no estoy esperanzado–no en términos humanos—que nuestro siguiente Papa sea alguien particularmente sabio, santo o tradicional. Deberíamos fervientemente orar por ello, pero no podemos esperarlo. Las cartas no están de nuestro lado. Así que debemos endurecernos contra la probabilidad de que este tema no sea resuelto a corto plazo.
“En Su tiempo” raramente ha querido decir algo cercano a lo que queremos.
En conclusión, creo que esta Carta, como muchos de los esfuerzos empleados en oposicion a los errores de este papado—entre los cuales espero que este trabajo sea incluido en 1P5– tendrá poco efecto práctico inmediato, pero no será en vano. Finalmente, sólo Dios puede enderezar la barca, pero nosotros debemos luchar hasta el último hombre, hasta que Él lo haga.
Correccion: originalmente posteamos ligas a versiones pdf de la Carta y la bibliografia. En esas versiones sólo fueron listados trece eruditos, no los diecinueve que aparecen en la Carta. Asimismo un signatario ya no aparece en el texto. Su nombre fue borrado y ha sido actualizado a versiones más recientes del documento. Tambien ha llamado nuestra atención que ha sido traducido al italiano, español, francés, alemán y holandés. ItalianSpanishFrenchGerman, and Dutch.
Steve Skojec
Steve Skojec es el Editor fundador y Director Ejecutivo de OnePeterFive.com. Recibio BA en Comunicaciones y Teologia de la Universidad Franciscana de Steubenville en 2001. Sus comentarios han aparecido en The New York Times, USA Today, The Washington Post, The Washington Times, Crisis Magazine, EWTN, Huffington Post Live, The Fox News Channel, Foreign Policy, y la BBC.Steve y su esposa Jamie tienen siete hijos.
Traducido por Enrique Nungaray