La hemiplejía histórica y moral de Monseñor Mestre. Por Arnaldo de Vilanova
El pasado domingo 19 de mayo, a las 11
de la mañana, tuvo lugar en la Catedral del Mar del Plata la anunciada
“misa en acción de gracias por los mártires riojanos” en alusión a la
reciente “beatificación” del obispo Angelelli, muerto en 1976 en un
accidente de tránsito, y sus tres “compañeros” -dos sacerdotes y un
laico- asesinados en la misma época en un oscuro episodio de venganza
política en un clima de violencia desatada por las organizaciones
terroristas de izquierda en aquellas trágicas jornadas de los años
setenta en Argentina.
La misa presidida por el obispo local,
Monseñor Gabriel Mestre, contó con la presencia de miembros de los
llamados “organismos de derechos humanos” encabezados por la tristemente
célebre organización delictiva “Madres de Plaza de Mayo”. Dieron así su
presente las Abuelas de Plaza de Mayo filial Mar del Plata, las ya
aludidas Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora, Asociación de Madres
de Plaza de Mayo, H.I.J.O.S. Resiste, el Colectivo el Faro de la
Memoria, CAMUS, Familiares de Detenidos Desaparecidos y Víctimas del
Terrorismo de Estado, Asamblea Permanente de los Derechos Humanos (APDH)
y la Liga Argentina por los Derechos Humanos. También hubo
representantes políticos y sociales: concejales, diputados, entre otros.
La casi totalidad de estas
organizaciones son pública y notoriamente anticatólicas, enemigas
declaradas de la Iglesia; muchas de ellas se han pronunciado a favor del
aborto y la ideología de género y, como nota esencial común a todas,
han sido y son las portavoces y promotoras de la mayor impostura
histórica de la que se tenga noticia en nuestra tierra, agentes del odio
y de la venganza que dese hace décadas viene enervando la vida
argentina. Su presencia en esta misa es una prueba más que confirma lo
que se ha venido sosteniendo desde amplios sectores católicos respecto
de que los “mártires riojanos” no son otra cosa que una parte, por
desgracia eclesial, de la gran mentira tejida por las izquierdas y sus
cómplices sobre la historia argentina reciente.
En
su homilía, Monseñor Mestre dijo, entre otras cosas, “Angelelli y sus
tres compañeros mártires de alguna forma representan hoy y aquí a tantos
asesinados, secuestrados y desaparecidos de aquellos años oscuros de
nuestra Patria. Celebrar esta Misa es hacer memoria de todos y cada uno
de ellos”. Luego dirigiéndose a la extraña “feligresía” remató:
“agradezco a Dios, que en este momento de memoria aquí en la Iglesia
Catedral de Mar del Plata, haya varios hermanos de diversos organismos
de derechos humanos con sede en nuestra ciudad. Por los avatares
históricos y las opciones ideológicas no en todo estamos de acuerdo. Sin
embargo, no podemos dejar de afirmar que en muchos otros valores
compartimos el mismo ideal y podemos luchar juntos por una Patria más
justa y fraterna, más solidaria y comprometida con los más descartados y
marginados de la historia, avanzar en una democracia sólida con la
participación e integración de todos los argentinos”.
Son palabras lamentables sobre todo si
quien las pronuncia es un Obispo de la Iglesia Católica, Sucesor de los
Apóstoles, maestro de la fe y signo de unidad de los fieles en su
diócesis. Porque son palabras que evidencian una “memoria hemipléjica”
para la que sólo existen unos muertos y desaparecidos mientras silencia
los miles de secuestrados, torturados y asesinados (militares, policías,
civiles y hasta ejemplares laicos católicos) por las gavillas
partisanas alentadas, cuando no integradas, entre otros por los cuatro
“mártires”.
Pero no se trata solamente de una
hemiplejía histórica sino, además y ante todo, moral porque no hace sino
consagrar a sabiendas una visión parcial y falsa de hechos trágicos que
aún desgarran a la familia argentina. También está claro que para
Monseñor Mestre las diferencias ideológicas (¿la fe católica es una mera
diferencia ideológica?) no es óbice para construir todos juntos una
“democracia sólida” la misma que en casi cuatro décadas de dominio
irrestricto ha destruido la familia, ha impuesto el aborto, la ideología
de género y ha sumido a la Patria en el mayor marasmo material y
espiritual de toda su historia.
Claro
está que no es Monseñor Mestre el principal responsable de esta
verdadera locura. Después de todo él es sólo un engranaje más de esta
nefasta maquinaria montada por la secta modernista y progresista (que
hoy cuenta con la desdichada aquiescencia de la máxima y suprema
autoridad eclesiástica) con el único fin de destruir la Iglesia de
Cristo y sustituirla por otra Iglesia: una Iglesia falsa que beatifica
falsos mártires.