jueves, 23 de mayo de 2019

BERGOGLIO CONSERVÓ DURANTE CUARENTA AÑOS LOS “LIBROS COMUNISTAS” DE LA DESAPARECIDA ESTHER BALESTRINO



miércoles, 24 de abril de 2019

BERGOGLIO CONSERVÓ DURANTE CUARENTA AÑOS LOS “LIBROS COMUNISTAS” DE LA DESAPARECIDA ESTHER BALESTRINO


El misterio de la biblioteca marxista de Esther Balestrino de Careaga permaneció oculto durante cuatro décadas. Y casi por casualidad quedó resuelto durante la visita de Bergoglio al Paraguay.
Es un episodio especialmente significativo considerando las acusaciones que se hicieron contra Bergoglio, y que en todo caso permite conocer mejor la personalidad de actual papa.
La amistad entre Bergoglio y la doctora marxista nació por casualidad. Eran los años cincuenta y Jorge Mario Bergoglio conoció a Esther Balestrino cuando acababa de terminar el colegio secundario. El hijo de inmigrantes italianos estaba explorando el camino que podía orientarlo hacia una carrera universitaria. Esther era bioquímica farmacéutica y en el Paraguay de los años cuarenta había sido activista marxista, fundadora del primer movimiento de defensa de los derechos de las mujeres y de los trabajadores rurales. Se había granjeado la enemistad de autoridades y los propietarios de las tierras, y por esa razón debió exiliarse en Argentina, donde se casó y tuvo tres hijas. Radicada en Buenos Aires, ejerció la profesión de bioquímica.


Allí, entre probetas, reactivos, microscopios y delantales blancos, Bergoglio no aprendió solo la cultura del trabajo. “Allí tuve una jefa extraordinaria”, recordó años después durante una larga entrevista que concedió a Sergio Rubin y Francesca Ambrogetti.

El recuerdo de Bergoglio está cargado de afecto: “Esther Balestrino de Careaga, una paraguaya simpatizante del comunismo que años después, sufrió el 'secuestro' de una hija y un yerno, y luego 'fue raptada' junto con las desaparecidas 'monjas' francesas: Alice Domon y Léonie Duquet, y asesinada. Actualmente está enterrada en la iglesia de Santa Cruz. La quería mucho”.

En otra oportunidad, en 2010 frente a un tribunal oral federal, el entonces arzobispo de Buenos Aires agregó más detalles: “Fue una mujer que me introdujo en el mundo de la política. Era una febrerista, del Partido Febrerista Paraguayo, exiliada aquí. Me hacía leer varias cosas, los artículos de Barletta, por ejemplo, conversábamos sobre eso, los comentábamos. Le debo mucho a esa mujer. Después, a pesar de que yo era cura, seguimos siendo amigos”.

Y aquí se inserta un episodio que durante muchos años estuvo envuelto en el misterio. “Una vez me llamó y me dijo: “¿Podés venir a mi casa?, mi suegra está mal y quiero que le des la extremaunción”. Me pareció raro –explicó el arzobispo jesuita- porque no eran creyentes, a pesar de que la suegra sí lo era, y bastante devota; pero me pareció raro. Y cuando fui a su casa, me pidió si podíamos esconder “su biblioteca”, porque a ella la estaban vigilando. Le habían 'secuestrado' una hija aunque después la dejaron en libertad. Tenía tres hijas. La recuerdo como una gran mujer”.

Es un episodio que nunca se resolvió del todo y yo había rastreado sin poder encontrar la pieza que faltaba. Cuando estaba haciendo la investigación para mis dos libros (“La lista de Bergoglio”, publicado en Argentina por Editorial Claretiana, y posteriormente “I salvati e i sommersi di Bergoglio”, que se publicó solo en Italia), varios jesuitas me dijeron que en la biblioteca del Colegio estaban escondidos “libros comunistas”. Suponían que eran los libros que Esther le había confiado al padre Jorge.

Después, algunos de los más acérrimos críticos de Bergoglio me habían hecho notar que “de esos libros nunca más se supo nada y por lo tanto Bergoglio debe haberlos destruido”. Personalmente no me parecía que estuviera mal. Si en un momento como aquel hubiera sido necesario abandonar por el camino “El Capital” de Marx, no era un pecado mortal, sobre todo si de ello dependía salvar una vida. No eran manuscritos originales, y por lo tanto se los podía reponer.

Durante su visita al Paraguay, Bergoglio se encontró con las hijas de Esther. Un abrazo afectuoso después de tantos años, pero además, durante la entrevista con Lucia Capuzzi, periodista del diario Avvenire, las hijas de Esther explicaron, en pocas palabras: “No lo veíamos desde que nos devolvió los libros de mamá”.

No es un detalle menor, sino una noticia que apasionará a los biógrafos, porque completa el rompecabezas y ayuda comprender mejor quién es Jorge Mario Bergoglio.


Por Nello Scavo
Extracto de una publicación en Tierras de America