Los elementos religiosos del peronismo (5ta. parte)
Hay que considerar por añadidura que en esos años, en bastantes
ambientes católicos se miraba -a pesar de claras expresiones favorables
de los papas, en especial Pío XII- desconfiadamente a las instituciones
democráticas, a las que se adjudicaba ser hijas de un liberalismo
agnóstico y laicista. Podría aplicarse aquí la teoría de los frutos
dañosos del árbol venenoso. Una desconfianza de todos modos plenamente
explicable, a la luz de las circunstancias históricas. De otra parte,
las virtualidades autoritarias del régimen fueron desplegándose
gradualmente sin mostrarse de manera abrupta en toda su intensidad, y lo
cierto es que el justicialismo había llegado al poder plenamente
legitimado por la voluntad popular en ejercicio de las más puras formas
democráticas.
Finalmente, las semillas del autoritarismo formaban parte
de la cultura política argentina, y a ello vamos a referirnos ahora
porque posiblemente ayude a entender mejor la propia naturaleza del
peronismo y del proceso político-religioso en relación con la Iglesia
Católica.
De modo que el autoritarismo está en la sociedad civil antes que en el
estado, y desde luego no es casual que en la Argentina hayan
fructificado tantos regímenes de naturaleza autoritaria. Es el fruto de
una simiente que le antecede.
El autoritarismo argentino no es tan sólo una organización política
determinada, está disperso, impalpable, en la sociedad civil, en el
estado ordinario de la gente, en la atmósfera, un poco diluido en todas
partes, en todas las cosas, por eso es inasible y difícil de distinguir.
La influencia de una mentalidad autoritaria en la vida pública se resume
en un núcleo ideológico que puede localizarse en el "nacionalismo" como
movimiento político de amplio arraigo en el país. El nacionalismo
proporcionó el sustento político del militarismo, que expresa la
hegemonía militar en la sociedad civil. El influjo de esta ideología en
el peronismo llevó a identificar al movimiento con la Nación en una síntesis que habría de producir un impacto muy violento sobre la libertad política. (NdR:
Perón utilizó al nacionalismo para su proyecto político personal,
convirtiendo al peronismo en un pseudonacionalismo o falso nacionalismo.
Por eso, para que el nacionalismo sea virtuoso debe ser católico
necesariamente).
La ideología autoritaria funciona mediante una serie de mecanismos
psicológicos que determinan en las personas precisas actitudes de
comportamiento social. Un componente esencial de este autoritarismo es
el miedo. No es un miedo pánico de un peligro físico sangriento, sino un
temor indefinido ante la posibilidad de sufrir un daño en la propia
libertad, en las posibilidades de trabajo, en los medios de
subsistencia, en la honra, en el bienestar de las personas queridas. Es
la sensación de una amenaza implícita proveniente de los sectores de
poder.
El mito valida y fundamenta un cierto orden social. En el peronismo el significado del mito es un elemento fundamental:
Perón mismo fue un mito viviente y lo sigue siendo, aún después de
muerto, quizá para siempre, pues los mitos suelen ser mucho más
permanentes y perdurables que la fugacidad de la vida humana en el
mundo. Pero los nuevos mitos han perdido el contenido profundo de los antiguos,
aunque conservan la función impulsora de éstos y su carga de
numinosidad capaz de arrastrar masas y de crear en ellas la ilusión de
que su existir se halla integrado en una trama de sentimientos
definitivos.