PSICOLOGÍA EMPÍRICA. La sensibilidad externa. 4/13
Indicado
queda ya que la sensibilidad externa funciona y se manifiesta por medio
de las cinco potencias o sentidos que llamamos exteriores, y son la vista, el oído, el gusto, el olfato, el tacto. A cada uno de estos sentidos corresponde un objeto que le es propio, porque
sólo él puede percibirlo, como los colores respecto de la vista, el
sonido respecto del oído, &c. Hay además algunas cualidades o
modificaciones de los cuerpos que pueden ser percibidas por dos o más de
estos sentidos, como se ha dicho, y que por lo mismo se apellidaban sensibile commune entre los Escolásticos.
La percepción de estos objetos, realizada mediante los sentidos externos, se llama sensación, pues
aquí tomamos esta palabra en cuanto significa percepción sensible de
objetos materiales y singulares, y no en cuanto significa alguna
afección sensible: en otros términos: hablamos de la sensación cognoscitiva, y no de la sensación afectiva, la
cual es la función o manifestación propia del apetito sensitivo, del
cual se tratará más adelante.
El confundir en la sensibilidad las
potencias cognoscitivas con las afectivas, y consiguientemente sensación-conocimiento con la sensación-afección, es,
en nuestro juicio, una de las causas principales de la confusión,
inexactitud y oscuridad de ideas que se nota en muchos autores al tratar
de esta materia.
Naturaleza de la sensación.
La
naturaleza o esencia íntima de la sensación es uno de los arcanos más
impenetrables de la naturaleza. De aquí la multiplicidad y diversidad de
opiniones sobre esta materia, pudiendo decirse que cada filósofo y cada
escuela tiene un sistema o modo especial para explicar la sensación. En
general, todas estas opiniones o sistemas pueden reducirse a tres
clases: 1ª los que dicen que en la sensación el alma es [232]
completamente activa: 2ª los que dicen, por el contrario, que es
puramente pasiva con respecto a la sensación: 3ª los que dicen que es a la vez activa y pasiva.
Como
quiera que la naturaleza y objeto de esta obra no permita entrar en la
exposición detallada de estas opiniones, ni menos en su discusión, nos
limitaremos a exponer en pocas palabras lo que opinamos sobre la
naturaleza y condiciones de la sensación.
a) La palabra sensación trae su origen de las latinas sensuum actio, y por consiguiente, considerada o tomada en su sentido etimológico, es la acción de los sentidos.
Considerada,
empero, esta palabra en su sentido o valor filosófico, defínenla unos
diciendo que es la «afección que experimentamos a consecuencia de una
impresión orgánica». Otros dicen que es «la modificación agradable o
desagradable sentida por el yo a consecuencia de una impresión
orgánica». Otros la definen de otras maneras más o menos inexactas, y en
general casi todos confunden la sensación como afección, con la
sensación, que es perceptiva o cognoscitiva de algún objeto.
b) Para
nosotros la sensación, como función de los sentidos destinados a
conocer, o sea la sensación cognoscitiva, puede definirse: la
percepción de alguna cualidad o modificación real y singular de los
cuerpos, realizada en y por medio de órganos corporales determinados.
Como percepción cuyo
principio es el alma, la sensación conviene con las funciones y
operaciones del entendimiento. Pero se distingue de éstas: 1º porque el
objeto o cosa percibida mediante la sensación, es siempre alguna cosa
material y singularizada, al paso que la percepción del entendimiento se
extiende a cosas puramente inteligibles, o espirituales, y también a
universales. 2º Porque la primera no se realiza sino en algún órgano
corporal y con dependencia de éste, como la visión se realiza en el ojo y
con dependencia de su aparato orgánico; la segunda ni se realiza en
órgano alguno determinado, ni con dependencia directa o necesaria de él;
pues de lo contrario el entendimiento no podría funcionar [233] una vez
separada el alma del cuerpo, como no pueden funcionar los sentidos.
c) Para que resulte esta percepción sensitiva, que se acaba de definir, y en la cual consiste formaliter la
sensación, es decir, lo esencial y principal de la misma, deben
concurrir ordinariamente las siguientes condiciones: 1ª impresión
producida en el órgano por un objeto determinado: 2ª conveniente
estructura y disposición natural de este órgano: 3ª transmisión de esta
impresión orgánica al cerebro y reacción de éste sobre el órgano
impresionado por el objeto: 4ª aplicación de la actividad del alma a
dicha impresión; pues la experiencia demuestra que la concentración muy
vehemente de la atención sobre un objeto, impide la sensación, como
acaece al soldado que en medio del combate no oye ciertas palabras, ni
siente el dolor de la herida. Para que la sensación se realice del modo
conveniente y sea sensación perfecta, se requiere además que la
impresión orgánica no sea, ni demasiado fuerte, ni demasiado débil.
El que
intente leer a la luz de las estrellas, o mirar fijamente el disco
solar, se dará fácilmente razón de esta quinta condición.
d) Resulta de lo expuesto hasta aquí, que la sensación, considerada de una manera adecuada y completa, incluye lo siguiente: 1º impresión orgánica del objeto, trasmitida o comunicada al cerebro: 2º reacción de éste sobre el órgano en cuanto impresionado por tal cuerpo u objeto: 3º percepción de
la cualidad o modificación material y singular correspondiente. Esta
percepción, que constituye lo esencial y propio de la sensación cognoscitiva, acompaña y sigue de una manera necesaria y simultánea a la reacción del cerebro sobre el órgano en cuanto impresionado por tal cuerpo u objeto: existen al mismo tiempo, pero la reacción es primero que la percepción, según la prioridad u orden de la naturaleza.
e) Sabido es que los filósofos han disputado y siguen disputando sobre la existencia y naturaleza de las especies sensibles, o
sea de representaciones de los objetos sentidos, distintas de la misma
sensación. Niegan unos la existencia de [234] estas especies o ideas
sensibles; afirman otros su necesidad y existencia, pero adoptando
varias opiniones sobre su naturaleza. Nosotros, teniendo en cuenta la
naturaleza de esta obra, y que la materia no es de la mayor importancia,
expondremos en pocas palabras nuestra opinión reducida a lo siguiente:
1º Es
preciso admitir en principio la existencia de especies sensibles. Por
medio de los sentidos, y sus funciones percibimos objetos, no solo
distintos realmente de los mismos sentidos, sino existentes fuera de
nosotros, como son la extensión, el movimiento, la figura, la tierra, el
cielo, los árboles, &c. Luego es preciso admitir alguna cosa que
ponga en relación y contacto nuestros sentidos y sus funciones inmanentes con
los objetos puestos fuera de nosotros; pues toda percepción y todo acto
cognoscitivo envuelve en su mismo concepto la unión del cognoscente con
la cosa conocida. Luego es necesario que al realizarse en nosotros la
sensación, mediante la cual percibimos la extensión de la mesa A, por
ejemplo, esa extensión exista de algún modo en el órgano de la vista
cuando la percibe. Esta existencia objetiva y representativa en nosotros de la cosa percibida por los sentidos, existencia que los Escolásticos llamaban intencional, esse intentionale objecti in potentia, es lo que llamo especie sensible, cualquiera que sea su naturaleza íntima.
2º Por lo
que hace a su origen y naturaleza propia, para nosotros la especie
sensible no es más que la representación del objeto sentido, producida
por la reacción del cerebro sobre la impresión orgánica, determinada por
el objeto o cuerpo impresionante. Esta impresión producida por el
objeto o cuerpo externo sobre el órgano vivificado y animado por una
fuerza o potencia vital del alma, unida a la reacción del cerebro sobre
el órgano en cuanto impresionado por un objeto determinado, constituye
una verdadera representación del objeto, species sensibilis, estableciendo
en consecuencia una unión cognoscitiva e inmaterial entre el objeto y
el alma, cuya actividad es dirigida o tiende al objeto, intendit ad objectum sim suam, en virtud de la expresada representación o especie sensible. [235]
De la
doctrina aquí consignada, puede inferirse: 1º que aunque la causa
principal de las especies sensibles son los cuerpos u objetos por razón
de la impresión producida en el órgano vivificado y animado por la
sensibilidad, exigen el concurso o cooperación del alma reaccionando por
medio del cerebro, y por consiguiente no son la causa única de dichas especies sensibles: 2º que éstas no son imágenes o representaciones intencionales formadas y
completas de los objetos, que pasan de los cuerpos a los sentidos, como
pretendieron, al parecer, algunos Escolásticos: 3º que con mayor razón
se debe rechazar la opinión materialista de Demócrito y Epicuro que
hacían consistir las especies sensibles en partículas o como telillas
sutiles, que saliendo de los cuerpos, cuya imagen llevaban, entraban en
los sentidos: 4º que las especies sensibles, en el sentido arriba
explicado, pueden decirse materiales o inmateriales bajo diversos puntos
de vista. Consideradas en cuanto son una impresión material producida
en un órgano igualmente material por un cuerpo, pueden y deben decirse materiales, y
también reciben con justicia esta denominación en cuanto solamente
sirven para representar y conocer cosas materiales y singulares.
Consideradas, empero, no solo en cuanto que no son materia ni cuerpos,
sino principalmente según que sirven para establecer una comunicación
intencional, y la unión, por decirlo así, cognoscitiva entre el objeto y
la actividad del alma, que es espiritual o inmaterial, pueden decirse
espirituales e inmateriales. En términos de escuela: las especies
sensibles, según nuestra opinión, son materiales simpliciter, pero inmateriales o espirituales secundum quid.