PSICOLOGÍA EMPÍRICA.
Los temperamentos. 8/13
La
experiencia y la observación demuestran claramente que las pasiones que
acabamos de enumerar y describir, no se manifiestan en todos los hombres
con la misma facilidad ni con el mimo grado de energía. La causa
principal de esta variedad encuéntrase en la variedad de complexión o
temperamento que domina en cada individuo, determinando en éste una
propensión mayor o menor a ciertos movimientos de la sensibilidad
afectiva.
Los
temperamentos cuyo predominio relativo se considera como la razón
suficiente de esta variedad de predisposiciones naturales a determinadas
pasiones, suelen reducirse a cuatro, que son: el linfático o flemático,
el melancólico, el sanguíneo y el bilioso o colérico.
A) El linfático o flemático es el resultado y recibe su denominación del predominio del sistema linfático.
a) Caracteres físicos:
los individuos en quienes predomina notablemente este temperamento,
suelen tener el cuerpo alto y grueso; los miembros, y especialmente la
cara, presentan formas redondeadas. Son tardos y pesados en sus
movimientos; su semblante carece de expresión, por lo general; los ojos
presentan un color más o menos azulado; el color general es blanco.
b) Caracteres morales:
los linfáticos, ni reciben, ni retienen con viveza las impresiones,
tanto externas, como internas. La reacción sobre las impresiones
externas, lo mismo [267] que las sensaciones y afecciones resultantes,
son débiles y pasajeras. Su imaginación es fría y carece de energía y
viveza. Suelen ser propensos a los placeres de la mesa, y sobre todo se
distinguen por una inclinación pronunciada al descanso y ocio, rehuyendo
todo ejercicio intenso de la actividad del cuerpo y alma. La pereza, la
gula y la ociosidad, vienen a ser las manifestaciones características
de este temperamento.
B) Melancólico se
dice el temperamento del individuo en el cual predomina o se halla
desarrollado sobre los demás el sistema venoso y del hígado.
a) Caracteres físicos:
por lo regular son de estatura aventajada, pero delgados y secos de
cuerpo. La cara suele ser larga y angulosa, y su color pálido con tintes
de amarillento. Los ojos inquietos y hundidos, y de color más o menos
negro. Sus movimientos externos son por lo común pausados y arreglados,
caminan despacio, siendo además bastante frecuente que los individuos
sujetos a este temperamento lleven el cuerpo más o menos encorvado. Sus
venas se distinguen por la plenitud y especie de tumefacción que
presenta ordinariamente.
b) Caracteres morales:
los melancólicos convienen con los linfáticos en tener cierta
indiferencia respecto de las cosas externas, pero se distinguen de los
mismos por parte de la sensibilidad interna, la cual en los melancólicos
es muy enérgica y vigorosa. Así es que se distinguen por la profundidad
de sus concepciones, en virtud de la fijeza y atención que acompañan
sus actos, concentrando las sensibilidad interna y la actividad
intelectual sobre los objetos con gran fuerza y perseverancia. La
intensidad y fijeza con que se pegan, por decirlo así, a los objetos,
son causa de que algunas veces vean en estos más de lo que hay, o los
vean bajo formas extrañas, o trasladen al mundo externo las concepciones
de su razón o las representaciones de la imaginación. Por esta razón
los melancólicos están más expuestos que otros a incurrir en errores
sistemáticos, a dejarse llevar de alucinaciones, y adoptar o inventar
teorías extrañas y peregrinas: hasta en las [268] acciones ordinarias de
la vida social propenden a apartarse del camino ordinario y trillado de
los demás.
Las
pasiones de los melancólicos son vigorosas, intensas y profundas, como
lo son sus concepciones y su sensibilidad interna; pero no se
manifiestan con facilidad, quedando como encerradas y comprimidas en el
interior; de donde resulta que cuando causas o circunstancias
determinadas las obligan a manifestarse exteriormente, su explosión es
vehemente y violenta. La sociedad y las diversiones tumultuosas tienen
poco atractivo para el melancólico, que apetece más bien la soledad. Sus
odios y venganzas suelen ser profundos, tenaces y perseverantes,
buscando con obstinada paciencia y con fría astucia los medios de
satisfacer aquellas pasiones. Finalmente, la obstinación y pertinacia en
su propio parecer, la propensión a la sospecha, a los celos, la
envidia, y sobre todo a la tristeza, constituyen otros tantos rasgos
característicos del temperamento melancólico.
C) Sanguíneo se apellida el temperamento resultante del predominio relativo del sistema arterial y pulmonar.
a) Caracteres físicos:
el cuerpo de los sanguíneos se distingue ordinariamente por su estatura
regular y por la belleza y proporción de todos sus miembros, belleza y
proporción que van acompañadas de movimientos expresivos, ordenados y
fáciles o naturales. Sin embargo, el cuerpo de los sanguíneos propende
con bastante frecuencia a cierto grado de obesidad, principalmente con
el transcurso de los años, para lo cual se prestan también las formas
redondeadas y llenas de sus miembros. Suelen ser de rostro hermoso y
agradable en sus proporciones: tienen el color más o menos encarnado,
los ojos vivos y expresivos, con el cuello más o menos corto algunas
veces.
b) Caracteres morales:
obsérvase en los sanguíneos grande facilidad y movilidad de impresiones
y sensaciones: así es que pasan continuamente de un objeto a otro, de
una sensación o afección a otras, y aun a las contrarias, como de la
alegría a la tristeza, del llanto a la risa, &c. Buscan y apetecen
las diversiones tumultuosas, la compañía de los amigos, [269] los
placeres de la mesa y de la sensualidad, la poesía, la música, los
bailes, los teatros. Son propensos y fáciles para la benevolencia, el
amor, la compasión, la liberalidad, y con especialidad para la confianza
y la audacia; porque obrando más por imaginación que por razón y
reflexión, no se detienen en calcular los peligros y dificultades. La
inconstancia, la irascibilidad, la vanidad y la propensión a la
sensualidad, son las pasiones y vicios que más caracterizan el
temperamento sanguíneo.
D) El temperamento bilioso o
colérico resulta del predominio de la bilis y del desarrollo del
sistema nervioso: razón por la cual algunos le dan el nombre de nervioso-bilioso.
a) Caracteres físicos:
el cuerpo de los individuos en quienes predomina este temperamento, no
es alto, ni grueso, sino antes bien pequeño, delgado y enjuto, pero
acompañado de un desarrollo relativamente notable por parte del sistema
muscular y de las venas que se presentan abultadas. El color suele ser
de un pálido oscuro y verdoso: los cabellos negros, y los ojos vivos y
penetrantes. Los movimientos son rápidos y continuos, y sus miembros se
hallan sujetos a una especie de inquietud, y algunas veces a movimientos
repentinos y convulsivos.
b) Caracteres morales:
dotados de exquisita sensibilidad y de profundo o penetrante ingenio,
los biliosos suelen distinguirse por la profundidad y extensión de sus
conocimientos, principalmente en las ciencias abstractas y metafísicos.
Tienen aptitud para las especulaciones elevadas y difíciles, y son
tenaces y obstinados en sus propósitos y determinaciones, las cuales van
acompañadas de una firmeza de carácter que puede degenerar en
pertinacia y obstinación. Propenden a las cosas altas y difíciles, a la
excelencia y dominio sobre los demás, a la fama, al lujo, las
distinciones, los honores. La soberbia, el orgullo y la ambición, son
las pasiones y vicios a que propenden naturalmente los individuos
sujetos a este temperamento.
Observaciones
1ª Lo que
se acaba de consignar acerca de los caracteres [270] de los cuatro
temperamentos, solo tiene aplicación completa con respecto a aquellos
individuos, en los cuales predomina de una manera muy notable y casi
absoluta alguno de ellos, lo cual se verifica rarísima vez; pues lo
ordinario es que se hallen combinados, y por decirlo así, mezclados de
tal manera, que ninguno predomine en grado notable, siendo difícil
alguna vez hasta señalar el predominio de alguno. Puede decirse que las
combinaciones posibles y las modificaciones individuales de los
temperamentos son tan numerosas como las del semblante y figura; y así
como entre millones de hombres encontramos algunos más o menos
parecidos, pero ninguno completamente semejante, no de otro modo
observaremos entre millares de individuos, algunos más o menos
semejantes en el temperamento, pero pocos, o ninguno, que ofrezca
completa identidad.
2ª Lo que
se ha dicho acerca de los caracteres morales de los diversos
temperamentos, y con especialidad acerca de los vicios y pasiones
correspondientes a los mismos, debe entenderse de la inclinación o
propensión natural, pero no de los actos; porque estos se hallan siempre
sujetos a la voluntad, la cual por medio de su energía natural, y
haciendo uso de los medios que la Religión suministra, puede no solo
cohibirlos, sino ejecutar los contrarios. Más todavía: la voluntad
auxiliada por la Religión puede, por medio de la repetición, formar
hábitos contrarios más o menos vigorosos, que pueden modificar
profundamente aquellas propensiones o inclinaciones naturales, y hasta
neutralizar completamente su influencia.
Añádase a
esto, que el temperamento puede modificarse y hasta trasformarse
completamente bajo la influencia de la educación, estado, profesión,
alimentos, climas, edad y otras causas análogas.
Corolario
Infiérese de lo expuesto en estos tres artículos, que si bien las pasiones consideradas en sí mismas, secundum se, o
como simples movimientos de la sensibilidad afectiva, no pertenecen al
orden moral, entran en este orden en cuanto [271] subordinadas a la
razón y la voluntad en el hombre. Y no solo bajo este punto de vista
constituyen una perfección del hombre, sino también con especialidad
porque cooperan a su desarrollo intelectual y moral. El hombre sin
pasiones sería una estatua de piedra; carecería de energía y de
estímulos para realizar el bien moral e intelectual.