miércoles, 29 de mayo de 2019

Los elementos religiosos del peronismo (9a. parte)

Los elementos religiosos del peronismo (9a. parte)


El mesianismo político
Si un filósofo ha puesto de resalto la figura de Perón como profeta, ya en otro pasaje de una obra anterior, después de definir la ideología, observa que con bastante frecuencia éstas aparecen impregnadas de profetismo, a partir del cual se prevé la instauración de un orden nuevo. Se trata de un mesianismo identificable en la historia latinoamericana, pletórica de caudillos populares idolatrados por multitudes menesterosas, cuya esperanza de un mundo mejor se concentra en un salvador al que se entregan fanáticamente. Esta tradición caudillista es institucionalizada en el fuerte presidencialismo de los países de la región.


Evita, que con motivo de su fanatismo siempre expresa con una gran diafanidad elementos que están en otros en un plano más borroso, sitúa esa "mesianidad" en el ámbito de la desmesura, al afirmar que el líder:

Ha venido a realizar, en esta hora difícil de la historia del mundo, los sueños y las esperanzas de todos los pueblos de todos los tiempos y de los genios de todos los siglos.


Un liderazgo carismático

Es casi un lugar común referirse a la personalidad carismática de Perón, pero también una necesidad si se pretende tener un elemento clave de análisis de su movimiento y que se refiere a la gravitación de su formidable liderazgo social, verdaderamente único en la historia argentina. Esta característica admite integrarlo en una constelación de grandes liderazgos políticos del siglo, que reúnen en un único personaje las calidades de conductor y al mismo tiempo de estadista: Franco, Stalin, Hitler y Mussolini.

Perón utilizó su liderazgo carismático para conferir al autoritarismo y a su correlativa obediencia una dignidad y un carácter sagrado que trascendieran las razones pragmáticas. Luego de desacralizar el ámbito social, el líder procuró conferir un contenido mítico a la cabeza del sistema político, creando determinados símbolos de dominio y de culto.

Fue así que Juan Perón, además de carne y hueso, se convirtió en el mito-Perón.

Forma parte de la naturaleza del totalitarismo una concepción del universo, de la vida y del hombre por la cual se afirma mesiánicamente y hace al hombre portador del mensaje de salvación, en una especie de religión laica.

Existió una forma de conciencia de la dignidad de su condición de persona por parte de toda una clase social, y todo el pueblo argentino adquirió también una madurez en materia social de la que carecía, como el mismo Perón se adelantó a proclamar. Es algo que debe acreditarse incuestionablemente en el haber histórico del peronismo, aun con todos los elementos negativos y regresivos con que esa concientización fue vivida y asumida por sus protagonistas.