miércoles, 15 de mayo de 2013

CONFLICTO EN SIRIA

Conflicto en Siria

Todos los caminos (de la guerra) llevan a La Meca

Fue indudablemente algo «grande». Todos y sus vecinos estaban presentes. El emir de Catar, el presidente Morsi de Egipto, el presidente Gul de Turquía, Mahmud Abbas de la Autoridad Palestina, el afgano Hamid Karzai, el primer ministro Zardari de Pakistán, Marzouki el nuevo líder tunecino, el rey Abdullah de Jordania, el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad en persona. Los 57 Estados miembros de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) en representación de más de 1.500 millones de musulmanes de todo el mundo.
  
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Arab News no pudo resistir la tentación de extasiarse poéticamente:
«En La Meca, anoche la Santa Kaaba y la Gran Mezquita estaban bañadas en brillantes luces. El gigantesco Reloj Real brillaba con luces verdes en una clara noche sin luna. Mientras la voz alentadora del almuecín reverberaba en la montañosa ciudad en Isha, los dirigentes mundiales, sentados en el Palacio Al-Safa junto a la Gran Mezquita, repitieron Alá es Grande siguiendo su voz».
Alá es Grande por cierto, y luego directamente al negocio en el que sobresalen esos «líderes»; reñir entre ellos y suspender a Siria de la OCI. Ya hemos hablado bastante de la idea auspiciada por «el respetado líder del mundo islámico, el Custodio de las Dos Sagradas Mezquitas, el rey Abdullah» de cómo «unificar y fortalecer el mundo musulmán dividido por la crisis».
Lo verdaderamente fundamental –vedado para todos– fue lo que saudíes, iraníes y turcos realmente discutieron tras esas puertas en La Meca después que el almuecín con su voz alentadora se fue a acostar.
Para el público, los notables de La Meca aprobaron tres resoluciones. Suspendieron a Siria; reconocieron a Palestina como Estado soberano (una vez más, nótese que Palestina solo se trató como un tema marginal); y defendieron la causa de los musulmanes rohingyas en Myanmar (los militares de Naypidaw no están exactamente temblando en sus botas).

El show del «Custodio»

Lo que parece es que el «Custodio de las Dos Mezquitas Sagradas» ha perpetrado un astuto golpe de relaciones públicas al estilo de Hollywood. Evidentemente le aconsejaron que sentara a Ahmadineyad a su izquierda y al emir de Catar a su derecha. El mensaje gráfico: este triunvirato –dos potencias suníes wahabíes y una chií-jomeinista– deciden el futuro de Medio Oriente. Nosotros –wahabíes– no nos proponemos destruir a esos infieles chiíes.
No vayamos tan rápido. Mi colega Kaveh Afrasiabi ha argumentado que Teherán puede haber caído en una trampa: esperaban un verdadero esfuerzo de mediación y diálogo político en lugar de la prioridad de la reunión, suspender y finalmente expulsar a su aliada Siria.
Detrás de todas las almibaradas trampas, el hecho es que la Casa de Saud y Teherán no pudieron ponerse de acuerdo –y no podían hacerlo– en ningún aspecto; fue más bien algo como «sigamos hablando», la versión en La Meca del antiguo teléfono rojo EE.UU.-URSS. El «Custodio» pidió «solidaridad, tolerancia y moderación»; difíciles de encontrar mientras la Casa de Saud –y Catar– arman a pandillas descontroladas y a una serie de salafistas-yihadistas en Siria.
La OCI en su conjunto defendió la «unidad, soberanía, independencia e integridad territorial» de Siria, exactamente mientras la Casa de Saud y Catar hacen todo lo posible para debilitar todos esos aspectos. Es una extensión a la OCI del Consejo de Cooperación del Golfo dirigido por los saudíes (otros miembros del CCG son Bahréin, Kuwait, Omán, Catar y los Emiratos Árabes Unidos). Bastantes países –del Sudeste de Asia a África– se sienten muy poco cómodos con todo el asunto, pero finalmente cedieron ante el «Custodio».
El «Custodio» también quiere establecer un «centro para el diálogo» en Riad. Queda por ver si este centro examinará quién es verdaderamente responsable de lo que ahora es una guerra prácticamente generalizada entre suníes y chiíes en toda la Ummah. Imaginad un centro semejante que llegue a la conclusión de que las protestas en Bahréin fueron legítimas; tan legítimas como las protestas de la provincia oriental de Arabia Saudí. Y tan legítimas como lo que sucedió el año pasado en la Plaza Tahrir de El Cairo (todo el mundo recuerda el horror absoluto de la Casa de Saud cuando su aliado Hosni Mubarak fue desafiado por tantos jóvenes).
El «Custodio» también dijo: «La nación islámica vive en un estado de sedición y desunión que condujo al derramamiento de sangre de su pueblo en este sagrado mes en muchas partes de nuestro mundo islámico».
Respecto a sedición –fitna en árabe– es impensable que el «Custodio» y sus consentidos príncipes de la Casa de Saud no estén familiarizados con el plan Yinon [1] y muchos otros cuya divisa de dividir para reinar es exactamente la incitación a una interminable guerra suní-chií, con un reparto de subdivisiones que incluyen a musulmanes contra cristianos, árabes contra persas, turcos contra persas, árabes contra turcos y, por qué no, kurdos contra turcos.
Es exactamente la mayor repercusión –intencional o no- de lo que está ocurriendo debido a la guerra por encargo en Siria.

¿Por qué no conseguir las dos cosas?

Por lo tanto el «Custodio» parece que ha impuesto la idea de que Irán y el CCG están hablando, a pesar de que prácticamente pelean como perros y gatos. Pero la agenda de la Casa de Saud parece que es extremadamente truculenta; puede que no sueñe con un Irán destruido, pero ciertamente con un Irán muy debilitado, sea por años de sanciones occidentales o por un potencial ataque israelí. No es ningún secreto que el CCG quiere que Israel ataque a Irán; entonces podría cosechar los beneficios de su deleite interior al ver una potencia regional chií debilitada, mientras condena públicamente la agresión unilateral de Israel.
Esta farsa, en todo caso, está lejos de terminar. Lo próximo: Teherán ha invitado al «Custodio» a la cumbre del Movimiento de los No Alineados (MNA) de este mes. Veremos si la Casa de Saud, el CCG e Irán están realmente interesados en terminar la fitna más allá de las fotografías. Todavía no existe ninguna evidencia de que los «líderes» de 1.500 millones de musulmanes llegarán ALGÚN DÍA a actuar de manera coordinada. Ni siquiera el propio Alá logrará que lleguen a ver la luz.