Revista Cabildo Nº 102
Mes de Abril 2013-3era.Época Por: Antonio Caponnetto
Les diré al menos, y por si sirviera de algo, lo que yo estoy haciendo y pienso hacer:
1 - Mientras no se pruebe de modo fehaciente la nulidad del Cónclave —y en principio no parece probable tal alternativa, siendo delicadísimo que así sucediera— Francisco es Papa, y se debe proceder ante él como ante todos los Vicarios de Cristo: veneración y obediencia. Si algo malo se supiera mañana al respecto, no me ha de alegrar la noticia, ni el haber conjeturado desde el principio tan espantosa hipótesis. Se me dirá que estoy condicionando mi adhesión al Pontífice. No, porque creo en el Espíritu Santo, como repito cada mañana. "Cuando anochece, decís: Buen tiempo-, porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, . Que el mundo, empezando por el "católico", festeje los arreboles falsos. Nosotros tratemos de estar atentos a las señales de los tiempos.
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- Rezaré y rezaré intensamente; rezaré como nunca antes en mi vida, pidiendo el milagro de que Francisco se convierta de sus errores pasados y de sus conductas crapulosas, constituyéndose en el Papa santo y sabio que necesita la Iglesia para ser restaurada. Será un honor servirle entonces. Defenderé y predicaré pública y gozosamente cuanto de bueno, bello y verdadero sostenga y obre desde su sede, sin confundir cualquier opinión vertida por él a lo dicho ex cathedra, si lo hubiere, que bien sabernos obliga a otra conducta. Y desde ya que me place y conforta haberle escuchado decir en estos días algunas de esas verdades simples que solía decir en privado, cuando era apenas Monseñor Bergoglio o el Padre Jorge.
4-Seguiré insistiendo, y con más énfasis que lo habitual, en el deber que tenemos lo subditos de resistir los errores, las confusiones y las felonías de los Pastores, y aún las del mismo Sumo Pontífice, llegado el durísimo trance. Esto es doctrina católica y no su contraria; y tiene una antiquísima tradición dentro de la Iglesia. Nos asistan en esta tarea Santa Catalina de Siena, San Atanasio, San Sofronio, San Norberto, San Cesáreo de Arles, y cuantos varones y mujeres extraordinarios han tenido que obrar o enseñar que la opugnación filial, amorosa y respetuosa al Papa, puede ser un acto de servicio para custodiar a la Iglesia de su derrumbe, y hasta al mismísimo Santo Padre.
5 - Insistiré oportuna e inoportunamente en la obligación moral que nos asiste a "los subditos de celo y libertad, para que no teman corregir a los prelados, especialmente si el crimen es público y corre peligro la mayoría de los fieles". Es enseñanza de Santo Tomás de Aquino (In Gal. 2, 11, ne 76-77), pero podríase sobre el particular citar una multitud de textos escriturísticos, patrísticos, escolásticos, conciliares, canónicos y pontificios de todos los tiempos, conformando todos ellos un corpus doctrinal, que en buena hora redondeó admirablemente Melchor Cano — teólogo de Carlos V en Trento— diciendo: "cuando los pastores duermen, los perros deben ladrar".
6 - Distinguiré, en la medida de mis posibilidades, la vera realidad de las horribilísimas campañas multimediáticas puestas ya en marcha sobre el nuevo Pontificado. No lo que digan los medios, sino lo que diga y obre el Papa deberemos analizar. La mayor restricción que hagamos al influjo de los medios masivos, será para nuestro bien. También lo será el mayor uso que hagamos de los diálogos y pedidos de consejo entre los sabios. No vale aquí ningún argentinismo, ninguna papolatría, ni menos aún ninguna
papoclasia. Pero que tampoco aparezca un extranjero a querer enseñarnos quién es Monseñor Bergoglio. Veamos los frutos de Francisco, pues ya se sabe que el árbol se conoce por sus frutos (San Lucas, 6, 39-45). No nos fijemos un tiempo cronológico sino un lapso espiritual. Midamos la espera en maitines y en vísperas, no en horas calendáricas.
7 - Estaré atento a las enseñanzas de Libro del Apocalipsis, explicadas principalmente por los Padres y nuestro cura Castellani; y a las pocas revelaciones marianas aceptadas formalmente por la Iglesia. Depuremos nuestro diagnóstico de la multitud de aparicionismos, videntes o revelaciones privadas. Más conducen a la demencia que a la salud. Pero no olvidemos la necesidad de una perspectiva parusíaca, sobre todo ante esta extraña situación de dos Papas conviviendo en Roma. Orante y monástico uno, activista y pragmático el otro.
(Fragmento de la nota "Respuestas al Padre Iraburu"