miércoles, 15 de mayo de 2013

EL FALSO DEBATE DE CRISTINA

Justicia, Constitución, reformas para todos y todas

Ante el casi seguro fracaso en su intento de instalar leyes inconstitucionales, la presidente Kirchner comienza a formular solicitudes de debate. Desde sus monólogos televisados o twitteados, insta a debatir sobre la necesidad de hacer reformas. De algún modo tiene razón. La principal cuestión a debatir es cómo hace la Argentina para reformar la posesión legal del sillón de Rivadavia, desembarazarse de ella y sus desvaríos, y sufrir lo menos posible en el proceso.
Decían, los más fervientes seguidores del kirchnerismo, que Néstor trajo de regreso el debate político a la Argentina. No estaban del todo errados cuando se hablaba, hace ya más varios años, sobre el plan de desendeudamiento, la resignificación en uso productivo del erario público, y todas las agradables intenciones que el gobierno declamaba, y prometía plasmar en la realidad.
Pretendemos, en este artículo, analizar un poco el debate actual, al que nos condujo Cristina Kirchner, porque vemos que , desde la sinrazón, ya están tratando de debatir cosas demasiado absurdas.
- Estamos debatiendo si la democracia es el evento electoral que entrega el poder absoluto al que gane una elección, para que haga lo que quiera.
- Estamos debatiendo si la república tiene utilidad práctica, o si no sirve para nada.
- Estamos debatiendo si las minorías solamente tienen participación cuando pueden decidir una votación en el congreso.
- Estamos debatiendo si el que detente el poder ejecutivo también debe poder designar o destituir a los jueces.
¿Se da cuenta que lo que estamos debatiendo es la formalización de una dictadura electoral?
Este proceso, el que se ufanaba de haber instalado la mejor corte suprema de justicia de la historia, el que venía a ponerle traje a rayas a los evasores, el que reescribió a su entera conveniencia la historia de los últimos 40 años de este país, el que levantó todas las banderas blancas con manos sucias, el que mostraba un componente político e ideológico inusual para lo que estábamos acostumbrados, termina reformulando su relato, hasta empequeñecerlo refugiándose en lo único que le ha quedado para mostrar: La foto, ya sepia, de una elección de hace 19 meses.
Porque todo lo que el kirchnerismo está intentado debatir, por estos tiempos, gira en torno al voto. Pareciera que ante el fracaso estrepitoso de la presidencia Cristina Kirchner, escondieran la esperanza de sacar un as de la manga para ganar de forma contundente dos elecciones consecutivas, en 2013 y 2015, y hacer que la suma del poder público recaiga en una suerte de monarca electo. O electa.
Pareciera que toda la construcción dialéctica con la que nos atosigaron durante una década, se terminara resumiendo en la sentencia "vos votame y después vemos..."

"Pareciera que toda la construcción dialéctica con la que nos atosigaron durante una década, se terminara resumiendo en la sentencia - vos votame y después vemos...-"
Es verdad que tenemos que revisar el funcionamiento de la justicia, porque funciona mal. Es verdad que incluso la Constitución Nacional probablemente merezca ser revisada en  algunos de sus artículos, para modernizarla y hacerla aún más fuerte y abarcativa. Pero lo que también es verdad, es que ninguna de estas cuestiones pueden ser acometidas teniendo al kirchnerismo en el gobierno, ni a La Cámpora como futuro bloque legislativo. Porque no puede revisar la justicia el que la viola, porque no puede reformular la constitución el que hace años que trata de bordearla y no cumplirla. El debate que proponen no solo es falso, sino que está viciado de nulidad por los
antecedentes de los interlocutores oficiales.
Este país necesita reformas de fondo, porque fue precisamente el kirchnerismo el que se encargó de desnudar, durante una década, todas las falencias del sistema. Casi que no ha dejado normativa por violar, casi que no ha dejado de mostrar cómo entrarle a una ley por la puerta trasera de un párrafo, o por una interpretación convenientemente alternativa. Lo que intenta proponer Cristina Kirchner es análogo a que un pederasta funde un colegio secundario, o a que un pirómano protagonice una publicidad de fósforos. Es una inmoralidad inadmisible. Y, fundamentalmente, porque no se le puede creer ni por un instante una apelación al debate, a quien hace diez años que gobierna sin haber dialogado, jamás, con nadie. Cómo va a creérsele un debate bien intencionado al que usa las mayorías legislativas como disciplinado ejército para tomar por asalto cajas, dictar leyes inconstitucionales o decidir un entendimiento con Irán? Si las reformas deben hacerse para que nunca más alguien pueda hacer kirchnerismo en la Argentina, nada tiene que hacer, pues, el kirchnerismo sentado a la mesa del debate. Su lugar es el banquillo de los acusados, en Comodoro Py y con las esposas puestas. Son el mejor ejemplo de todo lo que jamás debe volverse a hacer en la Argentina, si es que verdaderamente queremos construir una sociedad donde nuestros hijos puedan vivir felices. Fabián Ferrante