La
revolución protestante, no se acaba en la rebelión religiosa encabezada por
Lutero sino que incluye otros factores necesarios para su triunfo.
Los
príncipes alemanes, grandes electores del poder imperial, vieron en la protesta
del monje de Wittemberg la posibilidad de emanciparse del Emperador del Sacro
Imperio Románico Germánico; por eso lo apoyaron, comenzando una serie de graves
guerras que durarían 100 años, dejarían diezmada a Europa y dividirían definitivamente
la Cristiandad, asestándole un golpe mortal.
Una
vez reducido o eliminado el poder imperial, la última garantía de sus súbditos
contra el abuso de los señores dejó de existir.
Análogamente,
así como se comenzó la destrucción de la Cristiandad, aquel cuerpo en el que
tenía vigencia el Reinado Social de Jesucristo, atacando al Emperador en su
carácter de vicario de Cristo en el Orden Temporal, así tambien, los enemigos
que maquinan la destrucción del Cristianismo, vienen ejecutando planes de larga
data para eliminar el Papado o, en su defecto, reducirlo a la impotencia. Por
lo que se ve, algún éxito han tenido.
Basta
recordar que, a modo de ejemplo, hasta el Beato Pío IX, el Papa era el Soberano
Temporal de Roma y de los Estados Vaticanos, de los que fue despojado con el
apoyo de la Masonería. Basta recordar también, que al ser transmitida una
disposición de San Pío X o del Siervo de Dios Pío XII, era difícil oír
públicamente alguna discrepancia, aunque luego sotto voce algunos se le
opusieran. Hoy dia, hasta los jesuitas, que tienen como cuarto voto la
obediencia directa al Papa, lo contradicen públicamente.
A
raíz del accionar del adversario, uno de los puntos de mayor polémica durante
el Concilio Vaticano II, fue el tema de la Colegialidad Episcopal. A punto tal
que se hizo necesaria una intervención directa del Papa para que las cosas no
salieran de quicio.
Pero
ya la cizaña estaba sembrada, y si bien los Obispos forman un Colegio como
sucesores de los Apóstoles, cuya cabeza es el Santo Padre sin el que nada
pueden hacer, muchos actúan como si el Vicario de Cristo fuera uno más de
ellos.
Claro
que por guiar la Iglesia que presidió San Pedro, se le debe cierta
consideración ... honorífica, pero nada más que eso. Por eso a los progresistas
se les cae la baba por llamarlo: Obispo de Roma. "Obispo", es decir,
uno más de nosotros.
Cabe
pensar si a la descomposición litúrgica que siguió al Concilio, aún en
acelerado curso, no corresponde también la desintegración de la autoridad, que
va provocando está lenta disgregación del Cuerpo Eclesial.
Cómo
no pensar que si la savia, es decir la Liturgia y la Doctrina que viven
nutriéndose recíprocamente, se distorsiona, se seca, y aún muere, no se secará
también la vida de la Iglesia que pierde el alimento de ellas derivado. ¿O es
que se espera que obedezcan los que son capaces de reducir la Sagrada Liturgia
a un circo de mal gusto... por desobediencia?
Y
un día Pedro se quitó la Tiara. Seguramente lo habrá hecho por modestia, pero
cabe pensar si tal actitud no habrá sido tomada como "la señal de los
festejos". Porque desde aquellos tiempos, en que "el humo de satanás
ha entrado en el Templo de Dios", hay un crescendo de desdén y de
desobediencia hacia la autoridad Papal, que parece reducida a su mínima
expresión.
Autoridad
que, por ejemplo, se vio obligada a aceptar la rebelión Holandesa, que terminó
imponiendo, en el universo mundo, la desgraciadísima y sacrílega costumbre de
comulgar en la mano.
Los
"Nuevos Príncipes Protestantes" están de fiesta desde algunas décadas
atrás. Tienen al emperador jaqueado, mientras ellos meten mano en sus territorios
donde hacen lo que se les viene en su real gana. Y eso suele ser frecuentemente
el abuso litúrgico, y también el de autoridad. Total, mientras el Jefe está
lejos y desarmado por nuestra infidelidad, nosotros tenemos la sartén por el
mango; así que: ¡Los fieles a aguantar!
Probablemente
así pensará, por ejemplo el Cardenal Bergoglio, que ha negado sistemáticamente
todos los pedidos de aplicación del Motu Proprio en su Arquidiócesis (como
se ha informado aquí), disciplinando a los sacerdotes que quisieron cumplirlo.
Probablemente
también, así pensará el Cardenal Karl Lehmann, Obispo de Mainz, que ha tenido
la desfachatez de decir, ver
aquí apenas promulgada la Instrucción Universæ
Ecclesiæ:
"¿Administrar
la Confirmación en el Rito Antiguo?: No lo voy a hacer. Creo que es una
tontería de los fieles el pedirlo. Los que lo deseen que se vayan a otro
lado".
¡Bravo,
señor Cardenal! ¿Dónde quedan los derechos de los laicos y su condición de
pueblo de Dios, que tanto predica el progresismo?
Se
recordará que en vísperas de ser Mons. Lehmann elevado a la púrpura, el
Vaticano tuvo que hacer una extensión a la lista original de cardenales que
presentara con anticipación, para incluirlo. Dicen que el entonces Cardenal
Ratzinger le pidió, de rodillas, a Juan Pablo II que no lo creara. No sabemos
si es verdad, o el rumor se generó debido al extraño procedimiento de corregir
una nómina de próximos cardenales ya publicada, pero si así hubiera sido no se
equivocó.
Si
esta rebelión contra disposiciones tan queridas por el Santo Padre, tan
necesarias para el bien de la Iglesia, y tan publicitadas por los medios, aún
los profanos, se extiende y profundiza, se debilitará aún más la autoridad
Papal, con consecuencias gravísimas. Lo saben los enemigos de la Iglesia que realizan
estas campañas.
La
solución no podrá venir de abajo sino desde la Cima: de Dios que ha prometido a
su Iglesia la victoria final contra las puertas infernales. Pero también de
arriba porque es necesario que el Papado sea restaurado en todas sus prerrogativas
para que aquella se verifique.
Aún
en el caso de los tiempos finales, en los que está predicho que no abundará la
fe sobre la tierra, el pequeño rebaño resultante ha de estar firmemente unido
junto a Pedro, para que lo guíe hasta el "lugar" donde vendrá el
Señor.
Roguemos,
pues, que los rebeldes cesen en su insensato accionar, y sea respetada y
acatada cabalmente la autoridad del Vicario de Jesucristo. De otro modo: ¡que
se levante Pedro y los desbarate con su báculo!
Visto
en: http://pagina-catolica.blogspot.com.ar
Nacionalismo Católico San Juan Bautista