Hay que reconocer que le ponen garra. La
realidad los pasa por arriba, el discurso no lo cree prácticamente nadie
fuera del círculo de fans, pero insisten en ello. Es como cuando un
actor se equivoca en la línea, todos lo notan, pero lo aplauden igual y
siguen metidos en el juego del engaño consentido. Por eso es que, ante
las denuncias de ser parte del entramado de lavado de dinero, no pasa
nada si De Vido se defiende con un singular “le buscan el pelo al
huevo”.
No es que quiera ser contreras por
deporte, pero De Vido es ministro de Planificación Federal, Inversión
Pública y Servicios en un país que carece de planificación -y mejor no
hablar de federalismo- y donde la inversión pública es tan generosa que
termina con un impresentable con rodete en una Ferrari. Un país en el
que no sufrir cortes de luz y ganar el Quini están en igualdad de
condiciones, donde el 3G es una leyenda urbana y el 4G es un mito
conspirativo yankee al mismo nivel que el Area 51. Convengamos que De
Vido tiene un currículo más que abarcativo como para afirmar que no le
buscamos un pelo al huevo, sino que ya le encontramos una peluca,
extensiones y rastas. Y los transportes, donde Julito fue el ancho de
espadas durante nueve años, son una ruleta rusa con todas las balas
cargadas que, luego de cinco decenas de muertos, decidieron quitársela
para darle su manejo a Floppy Randazzo, otro ministro exitoso si los
hay.
A todo esto, al chistoso ministro del
bigote setentoso, se le ocurrió decir que los que se manejan en dólares
son los neoliberales de siempre, con lo que dividió a la población en
dos: neoliberales activos, y neoliberales que quisieran comprar, pero no
tienen con qué. Lo curioso del caso es que al mostro de la obra pública
sobrefacturada no se le cayeron los anteojos al arrojar tamaña
afirmación, siendo que, si de amor por la divisa extranjera hablamos, el
kirchnerismo deja a Cavallo al nivel de Trotsky.
La Presi, entre tanto, arrancó la semana
con un anuncio de obras en Las Heras, Santa Cruz. Allí tuvo el buen tino
de pedir que nos quedáramos tranquilos, que nadie robará nada.
Desconozco qué entiende la exitosa abogada, arquitecta egipcia y
futuróloga por denuncias de corrupción, pero las mismas no son
predicciones, sino acusaciones de toda la tarasca que se kirchnerearon
en la década ganada. En el medio, contó que le dolió la privatización de
YPF –se ve que las regalías del lobby se las tiraban por la cabeza- y
que expropió Aerolíneas Argentinas para cuidar la vida de 40 millones de
argentinos, tanto de los pudientes que viajan a boleto subsidiado, como
de los no pudientes que financian ese subsidio, aunque en su vida
puedan subirse a un avión. Chocha de la vida, contó que tenía un plan
ambicioso para YPF: wi-fi gratuito, televisión digital terrestre y una
terminal de micros de larga distancia. A este ritmo, es probable que,
cuando impulse un plan de obras para Aerolíneas Argentinas, anuncie la
construcción de tres puestos de bondiola al paso.
Para redondear, hizo un racconto de todas
las obras que se hicieron en Santa Cruz durante la gestión de Néstor,
que, a pesar de tener a Menem de Presidente, hacía lo que podía, como
acompañarlo en todas y cada una de las listas electorales. Luego afirmó
que a ella nunca la escucharemos hablar mal de nadie, ni de los viejos
caranchos que quieren cobrar una jubilación decente, ni de los
vendepatria que pretenden un país para unos pocos, ni de la chiruzada
que sale a la calle a quejarse de lleno.
El martes la Presi arremetió de vuelta
con otro discurso y no le temblaron los mofletes al festejar que Máxima
tiene sangre argenta, para el aplauso de toda la monada que, tan sólo
unos meses atrás, puteaba al viejo de Zorreguieta por haber cometido el
mismo pecado que Alicia Kirchner: ser uno de los civiles que le dio el
carácter de dictadura cívico-militar al Proceso. Uno podría asumir que,
finalmente, entendieron que la culpabilidad no es de transmisión
genética, lástima que todavía repican en nuestros oídos aquellas
palabras de Néstor, durante la campaña a Jefe de Gobierno porteño de
2007, en las que recordaba, cada vez que podía, que Mauricio es Macri.
Pero ahora tenemos Papa, tenemos Reina y
tenemos a Messi. “No nos falta nada”, dice Cris, y tiene razón. No
podemos ser tan hinchapelotas de romper los gobelinos por la educación,
la inseguridad, la economía, la salud, la energía, los trenes, las
rutas, la seguridad jurídica y la crisis habitacional. Todas boludeces
que no mueven el amperímetro. Lo que importa es que el buen patriota
cristinista es derecho y humano, católico y apostólico, futbolero y
catalán, argentino y holandés. Y después nos sorprendemos de la crisis
de identidad del kirchnerista promedio.
Para demostrar que es nuestra primera
laburante, Cris pasó el 1° de mayo dedicada a lo que mejor le sale:
hablar gansadas y sola. Desde Twitter entregó un listado de
financiamiento de obras varias para provincias y municipios, entre los
que se destacan los rubros pluviales y cloacales para la Provincia de
Buenos Aires. Si bien preocupa que ni el Servicio Meteorológico
Nacional, ni la ciudad de La Plata figuren en ese listado de
prioridades, estimamos que para el 2023 los platenses habrán
desarrollado branquias, con todo el ahorro en infraestructura que ello
tendrá. Luego de pedirnos a nosotros que nos hagamos cargo de controlar
si las obras se realizan –el Estado está para otras cosas más
importantes y menos aburridas- nos contó que, en su sistema de premios y
castigos, la Provincia de La Pampa se llevará más del triple de guita
nacional de la que se repartirá entre el resto de las provincias. No se
sabe si es necesario o no, pero poco importa, dado que la Presi aclaró
que La Pampa se lo merece por estar bien administrada.
Mientras preparaban el cuadro de
“Gobernador del Mes” para el compañerazo pampeano Oscar Jorge, cerca de
El Calafate moría el subsecretario de Medio Ambiente santacruceño,
Sergio Medina, en un accidente de caza. Hubo consternación, pero nadie
se preguntó qué hacía de caza un funcionario responsable de cuidar la
naturaleza. Totalmente en otra, Cris retomó su Plan Twits Para Todos y
contó que recibió al boxeador Maravilla Martínez, del que no tiene idea
de qué categoría es, porque no sabe nada del boxeo como deporte, aunque
refirió tenerla clara con el boxeo de la vida. En una dudosa muestra de
amor maternal, refirió que Maravilla debería pelear por el cinturón con
Máximo. Supongo que la Presi tampoco entiende de qué van los cinturones
en el box, pero alguien debería aclararle que no gana el que tiene el
más largo.
Aburrida y sin nada para ver en la TV
Digital, Cris continuó el informe twittero y contó que un hombre de la
comitiva de Maravilla le regaló un libro llamado “Los Católicos
Posconciliares en la Argentina”. Emocionada, nos preguntó si entendíamos
que se llama posconciliar porque trata de lo que pasó después de un
concilio, para luego referir que no pensaba explicar demasiado, porque
todo fue un “bardo grande, si los hubo”.
Por suerte, no pasa nada que altere
nuestros nervios. El dólar alguien lo arreglará, el estancamiento en la
generación de empleo algún día se desestancará, nuestro ministro de
Economía aprenderá a hablar, Máximo ya conseguirá algún laburo que
justifique su paso por el mundo, y los funcionarios públicos podrán
explicarnos cómo hicieron toda la que tienen, si siempre vivieron de la
teta del Estado.
Jueves. Mientras tanto, la Afip nos presume pobres para comprar dólares, y millonarios para pagar impuestos.