Cristina Kirchner se juega su destino
Durante los próximos 7 meses Cristina Kirchner se juega su
destino.
Siete meses sumamente tensionantes viviremos los argentinos, hasta la renovación de bancas legislativas del próximo diciembre. Son los meses en los que el kirchnerismo se juega a todo o nada la permanencia (que aparece cada vez como más utópica), o la cárcel.
Los siete meses pasados, desde septiembre de 2012, marcaron el divorcio definitivo de grandes
sectores sociales con el gobierno de Cristina Kirchner. Desde ese
momento para aquí, todo lo que el gobierno intentó terminó,
invariablemente, mal.
- Su batalla contra el dolar, iniciada a fines de 2011, con el cepo,
termina con un
blanqueo desesperado, donde van a buscar financiarse en los mercados
negros.
Con el paralelo cotizando por encima de 10 pesos, y silenciado
temporalmente a golpes de telefonazos y amenazas.
- Su guerra legal contra Clarín sufrió un duro revés el tristemente
célebre 7D,
cuando no pudieron mostrarle a sus seguidores una victoria sobre el
mítico
enemigo del modelo nacional y popular. Clarín, el que durmió la
siesta con Néstor Kirchner entre 2003 y fines de 2007.
- Su batalla contra su propia impericia de gestión, que terminó
poniendo a todos los sectores de la economía al borde del colapso, y
consiguió que la Argentina pase en tan solo dos años, de ser
autosuficiente en abastecimiento de energía y
combustibles, a tener que importarla por más de 10.000 millones de
dólares
anuales. Caída y cese de autoabastecimiento que operaron durante el
gobierno de Cristina Kirchner.
- Y, fundamentalmente, su batalla contra su propio pasado de
corrupción, hoy
crudamente expuesto y en cabeza de la propia presidente Kirchner,
que
paulatinamente va convirtiéndose en un ícono del desfalco desde la
función
pública.
La guerra contra Clarin
La guerra contra Clarín se encuentra en su punto más álgido. El
gobierno busca
explorar ámbitos alternativos, para confiscar parte de las acciones
de Papel
Prensa, y para intervenir Clarín desde la Comisión Nacional de
Valores.
El grupo le responde con un ataque cada vez más nítido mostrando la
corrupción kirchnerista como jamás se la mostró. En apenas un mes se
ha pasado de exponer a la luz pública a Lázaro Báez, a mostrar con
meridiana claridad lo obvio, que es a la propia presidente de la
nación en su fenomenal corrupción.
La sola idea de que un presidente democrático tenga en su propia
casa una bóveda donde almacenar dinero, estremece, indigna hasta lo
indecible, y hace pensar que este sistema democrático debe ser
fuertemente reformulado. Si lo dejamos pasar, somos África.
"La sola idea de que un presidente democrático tenga en
su propia casa una bóveda donde almacenar dinero, estremece"
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Pero consiste en algo que nunca le resultó ajeno al grupo Clarín, sin la menor duda, y que utiliza recién hoy como artillería pesada contra el gobierno que se lo quiere llevar puesto.
Dentro de algunos años alguien deberá escribir un libro que relate detenidamente toda la secuencia de la guerra Kirchnerismo Vs Clarín. Y explique cómo pueden un gobierno y un grupo económico pasar de ser aliados, a tratar de destruirse mutuamente. Y, peor aún, como efectivamente consiguen, ambos, ir destruyendo paulatinamente al otro.
La guerra por el control de la Justicia
Los avances sobre la justicia hacen poner el foco siempre sobre la Corte Suprema. Esa corte de la que tanto se enorgullecieron terminará siendo árbitro de la decisión definitiva acerca del kirchnerismo. Si consigue destrozar a la república buscando impunidad, o si termina arrastrado en el fango del fracaso, la impericia y la corrupción, obligado a someterse, contra su voluntad, al sistema republicano.
A pesar de que trasciende, por estas horas, que el gobierno está dialogando con algunos ministros de la corte, buscando acordar fallos salomónicos sobre las leyes de reforma judicial, en los temas de fondo siempre habrá una disyuntiva inevitable: Son los Kirchner o la República, y cada quien sabrá en qué bando alistarse.
Hay que tener en cuenta un detalle que no es menor. Luego de las elecciones del próximo mes de Octubre, Cristina Kirchner deberá continuar gobernando este país durante dos años más. Nadie puede, en este momento, imaginar un escenario probable para ese bienio. Acaso sea la propia Corte Suprema de Justicia la que le posibilite pavimentar una senda medianamente transitable hasta diciembre de 2015.
Siete meses faltan para que las nuevas autoridades legislativas se sienten en sus bancas. Un lapso durante el cual el kirchnerismo apelará a todo su arsenal de trampas, totalitarismo y quiebre del orden republicano.
Habrá que acostumbrarse más que nunca al escándalo casi cotidiano y a la conducción contradictoria. Porque mientras por un lado buscan certificar legalmente su impunidad, por el otro luchan contra un país que se les está cayendo a pedazos en todos los sectores.
Los pasados siete meses marcaron el derrumbe del modelo K. Los próximos mostrarán, descarnadamente, su desesperación.
Fabián Ferrante