sábado, 7 de junio de 2014

Sacheri martir

Sacheri martir

En algunos  comentarios a nuestra entrada sobre la martiriomanía se ha señalado un punto sobre el que quisiéramos extendernos un poco ahora, que es la posibilidad de “que el asesinato político coincida con el odio a la fe o a la virtud cristiana”. O bien, dicho de otro modo, la dificultad de reconocer y probar que en el asesinato de un cristiano comprometido en la actividad política ha existido un motivo verdaderamente martirial.
Sin pretensión alguna de dar un juicio autoritativo y conscientes de las dificultades probatorias que entraña todo proceso de martirio, a diferencia del caso Mugica, pensamos que la muerte Carlos Sacheri está rodeada de un conjunto de circunstancias que nos llevan a creer que estamos ante un verdadero martirio. Transcribimos fragmentos de un libro que relata los pormenores del asesinato de Sacheri y un comunicado de los victimarios, cuya numeración entre corchetes indica las diecisiete veces que se nombra a Nuestro Señor Jesucristo con distintos términos y las siete veces que habla de “Cristo Rey”. El comunicado trasunta un profundo odio a la fe y las virtudes cristianas.
“Así ocurrió su muerte, el 22 de diciembre de 1974, según lo cuenta su hijo mayor. Acababan de salir de Misa y regresaban al hogar junto con su mujer y sus siete hijos: José María el mayor, de 14 años (autor del relato), María Marta, Cecilia María, Pablo María, Inés María, María Cecilia, María del Rosario y Clara María, la menor, de 2 años, más tres amiguitos.
Fue un domingo a la mañana temprano. Mi madre pasó a buscarnos, con Clara la más chica, a mi padre y a mis otros cinco hermanos, a la salida de Misa y nos dirigimos hacia casa. Vivíamos en la avenida del Libertador. Tuvo que detenerse para esperar que pasen unos autos que venían por la otra mano. Yo estaba distraído. Escuché un estampido muy fuerte y pensé instantáneamente, en décimas de segundo, que había estallado un petardo, ya que era 22 de diciembre; faltaban tres días para Navidad. Miré hacia la derecha y vi la cara de un hombre que hoy, pese a que han pasado más de veinte años, la tengo perfectamente grabada en mi mente. Iba en un Peugeot 504 celeste. Cuando de pronto escucho el grito de mi madre y veo a mi padre con la cabeza inclinada, sangrando; todos en derredor bañados en sangre. En el asiento de adelante íbamos mi madre, mi padre, Clara, la más pequeña de todos, que tenía entonces dos años, en su falda, y yo del lado de la puerta. En el asiento trasero venían mis otros hermanos con unos amigos. Enseguida llevaron a mi padre al Hospital de San Isidro. Allí estuvo unas pocas horas en terapia intensiva, al cabo de las cuales murió”.
                                                                  *       *       *                       
Los asesinos hicieron llegar este comunicado a la revista Cabildo en la persona de Ricardo Curutchet, su director, y a las familias  de las víctimas:
"Sr. Director de la revista Cabildo don Ricardo Curutchet. ¡Presente!
Carísimo hermano en Cristo Rey: [1] nos dirigimos a Ud. con la confianza que nos dan los dos contactos mantenidos con la comunidad nacionalista católica y la revista Cabildo, su más digno exponente, en las personas de los queridísimos aunque extintos profesores Jordán B. Genta y Carlos A. Sacheri. Nos guía la certeza de que seremos atendidos por Usted con la caridad cristiana [2] que ilumina cual antorcha sagrada, su cosmovisión escolástica, virtud ésta enseñada por Cristo [3] y de la que fueron devotos fervorosos Santo Tomás y San Agustín. No pretenderemos referirnos a las circunstancias del fallecimiento de los profesores nombrados, sólo haremos mención de algunos detalles que los rodean.
Enterados de la ferviente devoción que los extintos profesaban a Cristo Rey, [4] de quien se decían infatigables soldados, nuestra comunidad ha esperado las festividades de Cristo Rey [5] según el antiguo y nuevo “ordo missae” y ha permitido que los nombrados comulgaran del dulce Cuerpo de su Salvador [6] para que pudieran reunirse con Él [7] en la gloria, puesto que en este Valle de Lágrimas eran depositarios de la Santa Eucaristía. [8] Como información fidedigna le comunicamos, un tanto apenados, que el difunto Sacheri no comulgó ese aciago domingo en el que concurrió por última vez a la prolongación del sacrificio de la Cruz. Nuestro enviado le dio esa oportunidad, pero, oh... desatino, él no supo aprovecharla y lamentamos que esté pagando sus culpas veniales en el purgatorio (no queremos pensar que haya caído al Fuego Eterno).
Como sabemos que Ustedes y sus allegados también profesan con tan sagrada unción una devoción sublime al reinado de Cristo en la Tierra [9], nos vemos en la obligación de solicitar las fechas que guarden alguna relación con esa festividad sagrada, puesto que según el “ordo missae” no figura en el año litúrgico otra festividad similar en lo inmediato. Para su comodidad nos permitimos sugerirle el Domingo de Ramos, en el que Cristo, [10] montado humildemente en un jamelgo, es coronado victoriosamente Rey [11] de los Cielos y de la Tierra. Para tranquilidad suya le aseguramos que nos comunicaremos con Usted o... con alguno de sus “soldados de Cristo Rey”, [12] quizás de manera un tanto repentina y no exenta de violencia, cuando se hallen en estado de Gracia y hayan participado del Cuerpo y de la Sangre de Nuestro Divino Redentor. [13]
Por este sagrado motivo le sugerimos que no haga diagramar la próxima tapa de su digna revista, pues le ahorraremos el trabajo de buscar el tema, tal cual lo hemos hecho en los dos números anteriores y hasta le adelantamos el original (hoja aparte). Esperamos que tenga oportunidad de decirnos si es de su agrado; si así no fuera queda a su criterio diagramarla, pero recuerde, el tema lo pondremos nosotros. Esperamos no haber abusado de su valioso tiempo y nos atrevemos a pedirle que interceda ante Dios, con el diálogo de los justos, por la salvación de nuestras almas. Nos despedimos ofreciendo a Dios Padre, por Cristo, [14] con Cristo [15] y en Cristo [16] todo el honor y toda la gloria de nuestras acciones, por los siglos de los siglos. Amén.
Fdo. Ejército de Liberación. 22 de Agosto”.
Tomado de:
Hernández, H. Carlos Alberto Sacheri. Orden social y esperanza cristiana. Mendoza (2012), passim.