No hay lugar para una dictadura en la Argentina
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Para
el actual Gobierno la planificación es un medio fundamental. Con ansía
autoritaria viene intentando manejar a la sociedad a su voluntad. Se ha
alejado de la sociedad civil democrática y desde el Estado, ha lanzado
una política que ha enriquecido a los burócratas que gobiernan,
provocando escándalos que han involucrado a varios funcionarios, entre
ellos el ex presidente Néstor Kirchner, el vicepresidente, sin que
falte en la lista, Cristina Kirchner.
Los cambios en la política exterior agresiva y cada vez más alejada
de la coherencia democrática nos ha colocado en la dirección opuesta a
la del mundo moderno y civilizado.
La economía dirigista, intervencionista, ha dejado de lado los
principios constitucionales que promueven el libre comercio. Desde el
escritorio han manejado la economía regulando e interviniendo en la
producción, con resultados desastrosos, hasta el punto que han logrado
la queja unánime de todos los empresarios aún los que se sentían cómodos
por estar cercanos al poder y evitar la competencia.
La salud financiera y el crédito internacional brillan por su
ausencia y las inversiones van a países donde hay seguridad jurídica o
sea donde se respetan las normas sobre las que se hacen los contratos
sin que exista el peligro de que sean cambiadas de un día para el otro.
Con la manía autoritaria de planificarlo todo han aumentado el gasto
público a niveles exorbitantes con planes costosísimos y poco exitosos
absorbiendo el estado funciones de control sobre la propiedad privada y
el funcionamiento de los mercados.
La sociedad, en general, aún en voz baja, comienza a advertir que le
es cada vez más difícil llegar a fin de mes por la inflación. Está
llegando a índices preocupantes y con posibilidades ciertas de
aumentarlos con las consecuencias perniciosas de siempre: gente en la
calle pidiendo aumentos, suspensiones, despidos, que acaban
trastornando la estructura económica y social.
Ante este panorama los argentinos ya piensan en el próximo Gobierno,
en quien será el candidato que dirigirá el destino del país en el 2015.
Muchos nos preguntamos cuál de ellos querrá cambiar el rumbo con
políticas que reviertan la situación actual. Por ahora es poco lo que
dicen los candidatos, temen perder votos con alguna declaración
inoportuna. No somos pocos los que disentimos con esa actitud porque
agrega aún más incertidumbre sobre el futuro.
Desde 1983 no hay lugar para dictaduras en Argentina, ni para
políticas pragmáticas que se basan en el oportunismo, y no como se
debiera, en principios que marquen un camino a las soluciones de fondo.
Los candidatos tendrían que dejar de pensar en la inflación como
motor de la economía, volver a la estabilidad monetaria, terminar de
crear capital artificialmente dando cabida al capital extranjero, dejar
de dar privilegios a las empresas estatales (si es que se niegan a
privatizar algunas) y dejarlas que compitan de igual a igual con las
privadas para que todas peleen por aumentar la eficiencia y reducir los
precios.
En resumen: el Estado en vez de ensayar a ser Dios, debe cumplir la
función de crear condiciones que permitan una economía libre y
competitiva y dejar de ser propietario y empresario.
La política exterior está ligada a la política interior, por lo tanto
si se cambia el rumbo hacia una sociedad abierta debemos abrirnos
amistosamente al mundo civilizado restaurando la confianza perdida que
permita el progreso económico y socio-cultural.
Entre tantas cosas que tendrán que considerar en el 2015, el
saneamiento del sistema judicial será imprescindible, para que no se
intente regresar, otra vez, al estancamiento producido por un gobierno
que lesionó peligrosamente la propiedad privada achicando los mercados y
las posibilidades de desarrollo de las personas. Después de la crisis
que se avecina, cada vez más nítidamente, hay que rechazar al Estado
Benefactor que se financia con emisión espuria e impuestos
exorbitantes.
Si el próximo Gobierno empieza su gestión obsesionado, como todos los
gobernantes populistas con la idea de reparto, buscando como objetivo
la igualdad, iremos otra vez al desastre. La miseria y la muerte
igualan.
Si observamos el Mundo, allí donde funciona la economía de mercado la
pobreza absoluta disminuyó, los trabajadores viven mejor y tienen mas
tiempo libre. Los ex países comunistas están progresando, rápidamente,
con reformas que van en el mismo camino. De muestra sobra un botón,
ojalá lo tengan en cuenta los candidatos a la presidencia de la Nación,
después de tanto ensayo y error…
Tendremos que esperar un año y medio para saber si quienes tengan los
votos de la mayoría han aprendido de las locuras del pasado para no
repetirlas.
Analista política, historiadora y periodista