El FIFA-Gate, un argumento más para que el cristinismo no entregue el poder
por Carlos Tórtora • • 21 Comentarios
Hasta ahora, la rama argentina del escándalo de corrupción, que
seguramente cambiará la historia de la FIFA, tiene un impacto local muy
limitado. Sólo se libraron órdenes de captura para Alejandro Burzaco y
Hugo y Mariano Jinkis, los tres argentinos que siguen prófugos. Sin
embargo, este emprendimiento de justicia global puesto en marcha por la
Procuradora General de los EEUU, Loretta Lynch, está destinado a tener
múltiples proyecciones.
Para el gobierno nacional, es un baldazo de agua
fría en un momento de euforia, porque las encuestas vuelven a sonreírle
al cristinismo. No sólo está en juego la probable conexidad entre la
causa iniciada en el norte y la investigación sobre el dispendio de 7000
millones de pesos en Fútbol para Todos. El precedente que está sentando
la jefa del ministerio público de USA merece un análisis. La
intervención de la justicia de ese país se fundamenta en que los fondos
producto de sobornos fueron lavados, al menos parcialmente, a través del
sistema financiero de los EEUU, lo que le permite a su justicia tener
jurisdicción en la investigación de estos hechos de corrupción. Una
postura que refuerza la del juez Cam Ferenbach de Nevada, que sostiene
la tesis de los fondos denunciantes -el de Paul Singer y otros- en el
sentido de que decenas de empresas atribuidas a los empresarios Lázaro
Báez y Cristóbal López en los Estados Unidos “podrían tener activos”
pertenecientes a la Argentina y que la justicia de Nevada tiene
jurisdicción para intervenir. El precedente del caso FIFA, sostenido por
la máxima autoridad del ministerio público, refuerza entonces la
posibilidad de que, más temprano que tarde, Báez y López puedan ser
imputados ante los estrados de Nueva York, Nevada y otros estados por
donde pasa o pasó la ruta del dinero K.
No es de extrañar entonces que el gobierno haya iniciado un rápido
ensayo para empezar a cerrar causas. Lo hizo en Santa Cruz: la jueza de
Instrucción N° 2 de Río Gallegos, María Valeria López Lestón, sobreseyó
anteayer al ex presidente Néstor Kirchner, el empresario Lázaro Báez,
sus hijos Martín y Leandro, y el gobernador Daniel Peralta, que habían
sido imputados luego de una denuncia basada en un informe del programa
“Periodismo Para Todos” por supuestos sobreprecios, asociación ilícita y
cartelización en la obra pública provincial.
La denuncia había sido impulsada por Mariana Zuvic, dirigente de la oposición en Santa Cruz, tras un informe del programa Periodismo para Todos
del 14 de abril del 2013, en el que había apuntado contra el supuesto
testaferro presidencial, el gobernador provincial y el ex presidente por
los delitos mencionados. La jueza basó su decisión en el dictamen del
fiscal ante la Cámara de Apelaciones de Santa Cruz, Gabriel Lucio
Giordano, quien aseguró en su escrito: “La vacua denuncia sólo intenta
judicializar una denuncia periodística, sin que mínimamente se detalle
alguna fuente que sustente sus dichos, puesto que no se aportó datos o
individualización de la conducta reprochable a la o las obras públicas
en las que se pudiera verificar alguna sospecha de comisión de delito”.
Este ensayo local apuntaría a preparar el cierre de la causa Báez,
que reposa en el juzgado federal de Sebastián Casanello. Pero aunque el
cristinismo apurara éstas y otras operaciones, no conseguiría sustraerse
a los efectos de la justicia global. La justicia de los EEUU tiene
posición tomada en cuanto a no reconocer la cosa juzgada en los procesos
realizados en terceros países. Así es que una eventual cadena de
sobreseimientos en los tribunales locales no evitaría posteriores
imputaciones en Nueva York, Nevada o Florida.
Curiosamente, la figura que hoy el kirchnerismo vigila más de cerca a
partir de que se desató el FIFA-Gate es justamente su principal
precandidato a presidente. En Olivos, hay sospechas de que Scioli, con
su estilo imperceptible, estaría moviendo algunos hilos para, en caso de
ganar las elecciones, tomar distancia de los casos álgidos de
corrupción que envuelven a CFK y su entorno. En el FIFA-Gate, operadores
de inteligencia de la ex SIDE estarían detrás de los pasos del miembro
de la Sala I de la Cámara Federal Jorge “Pati” Ballestero, que es a la
vez representante de River en el Tribunal de Disciplina de la AFA y del
fiscal federal Carlos Stornelli, miembro de la comisión directiva de
Boca. Ballestero y Stornelli estarían asesorando a Scioli sobre el
impacto local que podría tener el FIFA-Gate y en el cristinismo temen
que también podrían estar trabajando, por ejemplo, para que Marcelo
Tinelli -un amigo del gobernador- capitalice la crisis que se cierne
sobre la AFA, prisionera de la trama de ilícitos que tejiera quien fuera
su dueño por 30 años. El gobierno, mientras tanto, abrió el paraguas a
través de Ricardo Echegaray, que confirmó que el organismo denunció
penalmente por evasión tributaria, asociación ilícita fiscal y lavado de
dinero a los empresarios argentinos Alejandro Burzaco, Hugo Jinkis y
Mariano Jinkis, como así también a las firmas Torneos y Competencias
S.A. y a Full Play S.A. De este modo, la Casa Rosada se propondría
mantener controlada a la dirigencia de la AFA, pudiendo dirigir las
denuncias contra los que no respondan a las directivas oficiales.
El final del otro peronismo
El FIFA-Gate le puso entonces un nuevo trasfondo a la batalla por el
poder y sería un factor más para que el cristinismo se convenza de que
no tiene ninguna retirada segura. Su única chance de mantener la
impunidad es conservar el poder, lo que incluye no sólo ganar las
elecciones, sino un segundo paso más delicado: evitar que Scioli acumule
poder propio y termine haciendo con la familia Kirchner lo que ésta
hizo a partir del 2003 con el matrimonio Duhalde. Es decir, primero
arrebatarle los resortes de poder en el Estado y luego desplazarlos del
manejo de gobernadores, intendentes y legisladores. La caída estrepitosa
de la candidatura presidencial de Sergio Massa, tan fulminante como
suelen ser los cambios de corriente en el peronismo, está produciendo un
fenómeno inédito. Hasta ahora, desde el 2003 en adelante, siempre hubo
uno o varios sectores del peronismo anti K que se atribuyeron la
representación de la ortodoxia partidaria, tratando al kirchnerismo de
usurpador del sello del PJ. Esto intentaron sucesivamente Carlos Menem,
Alberto Rodríguez Saá y Duhalde. Pero ahora, el derrumbe del Frente
Renovador es tan categórico que la presidente se encuentra prácticamente
al mando de un peronismo casi unificado. En la práctica, mientras a
Massa se le deshace su bastión de la primera sección electoral
bonaerense, la única figura de relieve que queda fuera del cosmos del PJ
oficial es José Manuel de la Sota. Veterano en internas, el cordobés
puede dar una sorpresa si su aliado Juan Schiaretti consigue ganar la
gobernación de Córdoba el próximo 5 de julio. La facilidad con que los
dirigentes massistas retornan al Frente para la Victoria tiene una
explicación lógica: temen ser aplastados por el aparato del FpV, lo que
para muchos implicaría perder la mayoría en sus consejos deliberantes e
ir camino a que los remuevan y hasta procesen. Con una fría precisión,
Aníbal Fernández lidera un equipo de operadores que les hace saber a los
alcaldes rebeldes un claro mensaje: “ésta es la única oportunidad que
te damos de volver por la puerta grande, después vas a estar en el
horno”.
La probable extinción del massismo como fuerza política nacional y la
clara imagen de que el PJ pasó a ser parte del patrimonio de los
Kirchner es un factor que puede arrimarle votos a Macri, ante la
evidencia de que el cristinismo, lejos de ceder terreno, se prepara para
pasar a una etapa aún más autoritaria, como maniobra previa al retorno
de CFK a la presidencia.