¡ LAMENTACIÓN!
Es de
lamentar que Montini [antipapa Pablo VI] variara la forma substancial
del Sacramento de la Confirmación, sin que para ello hubiera en realidad
la más mínima necesidad, invalidando el Sacramento. Pero, habiendo
perdido el amor y el aprecio por la Tradición, cualquier cosa se podía
esperar . Y así arbitraron adoptar para este Sacramento cierta fórmula,
sino igual, con cierto parecido a la de los bizantinos, tan digna de
respeto y alabanza, sólo que no era la tradicional de los latinos y que
ahora no significa la gracia del Sacramento, y no había necesidad alguna
de adoptarla. Esta fórmula, no obstante, nos ofrece una muy interesante
comprensión de este Sacramento, pues dice en su original griego: “sphragis tou doreas tou pneumatos agiou”,
es decir, “Sello del don del Espíritu Santo.” Creo que se puede
entender -haciendo un esfuerzo con lo cual la gracia no estaría bien
significada, lo que haría inválido el sacramento-, en el sentido de que o
bien el bautizado ha recibido ya por el Bautismo el don del Espíritu
Santo y este Sacramento se lo sella con el carácter de la Confirmación
para que no lo pierda, o bien este carácter o sello le confiere el
Espíritu Santo. Me resulta muy sugestiva la primera interpretación,
aunque es muy forzada, y si la ponemos en relación con la Fe, que es
una virtud teologal infundida por el Espíritu Santo en el Bautismo, y en
este sentido es don de Dios, entiendo que la Fe es para el cristiano de
un precio tal y tan importante para su salvación que Dios, por medio
del Sacramento de la Confirmación se lo sella o confirma con el don del
Espíritu Santo de manera que, en tanto en cuanto el cristiano luche por
conservar su Fe y no la ponga en peligro, es casi infalible que la ha de
conservar precisamente por el carácter recibido en la Confirmación y la
asistencia especial a que esto le da derecho de parte del Espíritu de
Dios.
Por cierto que el sello al que se refiere esa fórmula no es la
señal que el preste realiza en la frente del bautizado, sino al carácter
impreso en el alma por el Sacramento.
No sé con qué palabras expresar la santa ira que me invade al revisar
las traducciones que después se hicieron de tal fórmula, lo que hicieron
de lo malo peor. Helas aquí en algunos idiomas que he podido revisar:
Inglés: N., be sealed with the Gift of the Holy Spirit.
Español: N., recibe por esta señal el don del Espíritu Santo.
Italiano: N., ricevi il sigillo dello Spirito Santo che ti è dato in dono.
Catalán: N., rep el signe del do de l´Esperit Sant.
Francés: N., sois marqué de l’Esprit-Saint, le Don de Dieu.
No voy a estudiar cada una de ellas, basta con saber que si el original latino reza: Accipe signaculum doni Spiritus Sancti, y su traducción literal y exacta sería: Recibe el sello del don del Espíritu Santo, ninguna de ellas traduce nada ni aun parecido al original, salvo acaso la catalana, cambian por completo el sentido de la fórmula y algunas son claramente inválidas, como la española,
que alude no al carácter impreso en el alma por el Sacramento al que se
refiere el original, sino a la cruz que traza el Obispo sobre la
frente, y afirma que por esa señal externa se recibe un don del Espíritu
Santo que no especifica en modo alguno, con lo cual no está
significando lo que el Sacramento realiza, o la francesa, que por
maravilla se parece al original. Es por esta razón que miles de
católicos ya “confirmados” en el nuevo rito, especialmente en Francia,
Alemania, Usa e Hispanoamérica han recibido el Sacramento de la
Confirmación sub conditione por el rito Tradicional de los obispos consagrados por Mons. Thuc durante las últimas décadas
Así se comprenden muchas cosas y, en especial, la apostasía
generalizada de la juventud y personas de mediana edad que han recibido
esta fingida ceremonia y no el Sacramento, pues, destituidos del auxilio
de la Confirmación y, lo que es peor, habiendo sido educados, o
maleducados, por mejor decir, no en la Fe católica sino en multitud de
errores cuando no herejías, ¿qué extraña que no pudieran conservar la Fe
católica? Mientras que, por otro lado, la perseverancia en la Fe,
aunque acaso no luchen debidamente contra el pecado, que vemos en las
personas de más edad, es clara evidencia de los efectos de este
Sacramento, pues por cualquier pecado mortal se pierde la Caridad, pero
no la Fe. Se trata de un ataque directo al Espíritu Santo y a la salud
del Cuerpo místico de Cristo, al que habiéndosele privado de la
Tradición establecida por el Espíritu de Dios, se le priva en sus
miembros de la asistencia especial que confiere la Confirmación y que a
este fin fue instituida como Sacramento por Cristo Señor. Mal hayan los
herejes que tanto daño han hecho a la Iglesia de Dios y a sus miembros.