lunes, 20 de mayo de 2019

LA HISTORIA


LA HISTORIA


La enseñanza de la Historia Universal en las llamadas escuelas secundarias deja mucho que desear.
Pocos profesores comprenden que la finalidad del estudio de la Historia no debe consistir en aprender de memoria las fechas y los acontecimientos, o a obligar al alumno a saber cuando ésta o aquella batalla se realizó, cuando nació un general o un monarca (casi siempre sin importancia real), o cuando un rey puso sobre su cabeza la corona de sus antecesores. No, eso no es lo que se debe tratar.
Aprender historia quiere decir buscar y encontrar las fuerzas que conducen a las causas de las acciones que escrutamos como acontecimientos históricos.
El arte de la lectura, como el de la instrucción, consiste en esto: conservar lo esencial, olvidar lo accesorio. (AH.ML.p.18)



La vocación por los estudios históricos es la primera en presentarse en los pueblos que luchan por su libertad. Prioridad que no es casual, pues las naciones beben en su propia historia los fundamentos de su derrotero. “La historia es una noble instructora – ha escrito Savigny – y sólo a través de ella puede mantenerse vivo el contacto con la vida primitiva del pueblo. La pérdida de esta conexión despojaría al país de la mejor parte de su vida espiritual”.

Este patriotismo de los grandes períodos emancipadores – tal el caso actual de la Argentina – no nace de conciencias aisladas, sino que es el fruto de toda una generación, aunque sus miembros se ignoren, y cuya obra, a su vez, es el efecto de un estado multitudinario de la conciencia misma de la colectividad.

El estudio sistemático y crítico de al historia no es más que uno de los síntomas de este esclarecimiento y unificación de la vida nacional, conciente de sí misma, que aventa en los estratos profundos y anónimos del pueblo. (Hernández Arregui, Juan José - La formación de la conciencia Nacional. p.41. Peña Lillo. Ediciones Continente. Bs.As. 2004)

Una de las formas de ocultamiento de la verdad histórica de que abusan nuestros liberales, es la de escribir historia. Tenemos cientos de textos, de manuales y tratados de historia, todos cortados sobre los mismos moldes académicos, que son escarnio y prevaricación de la Academia. Historias de pueblos ausentes, de falsas oposiciones y de escamoteo de los conflictos profundos; así se adormece la conciencia de los argentinos en la certeza de que carecen de un propio e inconfundible destino universal. Magisterio de rótulos arbitrarios que fía su eficiencia al fenómeno mecánico de la repetición: gobiernos patrios, anarquía, tiranía, organización nacional. Y una gran síntesis: o civilización o barbarie. (García Mellid, Atilio.- “Proceso al liberalismo argentino”. p.10. Ediciones Theoría.1964)
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Leonardo Castagnino
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Libro La Guerra del Paraguay 2da Edición 2014 LA GAZETA FEDERAL1