Tucho llama fanáticos agresivos a Burke & Co
Siniestro personaje
Leemos con mucha pena el reportaje que Tucho, el inefable, acaba de
concederle a La Nación. Menos mal que debíamos quedarnos tranquilos
porque el Sínodo ha puesto las cosas en su lugar.
Nada de eso; las declaraciones de varios cardenales,
entre ellos Kasper, Tagle y otros, indican que la pretensión de
habilitar la comunión para cierto tipo de adúlteros sigue en pie y sólo
esperan concretarla el año que viene.
En ese marco, los conceptos vertidos por el escriba papal, Mons. Víctor
Manuel Fernández, quien mantiene estrecha vinculación con Bergoglio,
vienen a confirmar el añito que nos aguarda.
Los ponemos a disposición de nuestros lectores abajo, luego de copiar la
breve pero suculenta nota que Don Terzio ha escrito en Ex Orbe.
Dirán nuestros lectores que Tucho no dio ningún nombre cuando dijo: "Sólo había un grupo de seis o siete muy fanáticos y algo agresivos, que no representaban ni el 5% del total";
refiriéndose a los obispos que se opusieron a los planes papales de dar
la comunión a los que viven en segunda unión. Pero ¿quién sino Burke es
el capitán de ese equipo?
Dónde están esos padres que según Tucho "En otros, aunque son muy pocos, me preocupó el tono: agresivo, irritado, amenazante, no sólo dentro del aula del sínodo, sino en los pasillos y por la calle. Repito: eran muy pocos";
pues nos gustaría abrazarlos y felicitarlos, darles nuestro apoyo y
decirles que esperamos que su agresividad, que no es más que la santa
ira, se contagie a todos los obispos del Orbe; pues lo que odian es la
contumacia de estos neoherejes que mangonean las cosas más santas sin
vergüenza ninguna.
El culmen de la desfachatez de Tucho llegó cuando no tuvo reparos en
manifestar, lamentándose de que se haya quitado la bienvenida a los
homosexuales del documento final, que a los padres sinodales "quizá nos habría faltado decir, al menos, con el papa Francisco: -¿Quiénes somos nosotros para juzgar a los gays?"
Lo que estábamos por decir en este punto es mejor no decirlo, pero se
refiere a gente que, por el bien común, debería salir del placard cuanto
antes.
Dicen que Francisco de deshará de Müller enviándolo a Berlín o a Meinz.
¿Se imaginan nuestros lectores a Tucho en la Prefectura del Santo
Oficio?
Va ahora el reportaje a Tucho y luego el enlace para leer la nota de Ex Orbe, cuyo título hemos copiado aquí:
-Éste fue su primer sínodo: ¿qué es lo que más lo impactó?
-Me impactó poder discutir con gente de todo el mundo. A mi lado se
sentaba el presidente de la Conferencia Episcopal de la India y del otro
lado, el de Vietnam. Salí muy enriquecido, y creo que ahora puedo
encarar distintos asuntos con una riqueza de perspectivas mucho mayor.
También me impactó que el Papa nos rogara hablar con plena sinceridad y claridad sin tenerle miedo "a nadie".
Me deslumbró su paciencia para estar varios días sentado de la mañana a
la noche escuchando atentamente a todos. Mientras alguno roncaba y
otros se quejaban del dolor de espalda, él miraba, sonreía, anotaba. Los
obispos que participaron en sínodos anteriores están felices, porque
dicen que durante estos días se ha podido discutir con los pies sobre la
tierra y se han puesto sobre la mesa cuestiones que en los últimos años
no se planteaban de manera muy directa. Nadie se privó de hablar de las
dificultades concretas que hay en los distintos lugares para vivir todo
lo que la Iglesia enseña.
-¿Se esperaba que hubiera tanta división respecto de la cuestión de los divorciados vueltos a casar?
-En realidad yo pensaba que este tema ni siquiera se iba a tratar, o que
sólo se lo iba a mencionar de paso, porque había muchos otros asuntos
que nos preocupaban más. Lo llamativo es que la posibilidad de que
algunos divorciados vueltos a casar pudieran comulgar fuera planteada
por muchos obispos. Yo no hablaría de división, porque quienes lo
plantearon lo hicieron con mucha prudencia, dejando bien clara la
indisolubilidad matrimonial, y quienes se oponían lo hacían pensando en
el bien de las familias y de los hijos. Sólo había un grupo de seis o siete muy fanáticos y algo agresivos, que no representaban ni el 5% del total.
-¿Cómo explica la marcha atrás que hubo en el tema de los
homosexuales, que en el borrador tenían "cualidades para ofrecer a la
comunidad cristiana" y que en el documento final dice que deben ser
acogidos "con respeto y delicadeza", en un párrafo que no alcanzó el
quórum necesario?
-En realidad, después del trabajo de los círculos menores, parecía que
el consenso estaba en no tratar este tema ahora, porque lo que
interesaban eran las cuestiones más directamente relacionadas con la
familia y habría muchas otras cuestiones igualmente importantes que no
había tiempo de tratar. Por eso, en el documento final quedó sólo un
breve párrafo que rechaza la discriminación. El hecho de que ese breve
párrafo no haya logrado los dos tercios no se explica por un voto
negativo de sectores muy conservadores, sino también por un voto
negativo de algunos obispos más sensibles al tema que no quedaron
conformes con lo poco que se dijo.
En cambio, alcanzó los dos tercios el párrafo que rechaza las presiones
internacionales sobre los países pobres para que tengan una ley de
matrimonio homosexual. ¿Por qué? Aquí pesó la experiencia africana, ya
que los obispos africanos narraban que en varios de sus países quienes
se declaran homosexuales son impunemente torturados, asesinados o
encarcelados, y sin embargo los gobiernos, por las presiones
internacionales, sólo se preocupan por tener una ley de matrimonio
homosexual. Quizá nos habría faltado decir, al menos, con el papa
Francisco: "¿Quiénes somos nosotros para juzgar a los gays?". Muchas
cosas podrían haber madurado mejor con más tiempo, pero se dio una
fuerte prioridad a la escucha mutua, pensando que ésta era sólo una
primera etapa exploratoria.
-Hay sectores que definen el sínodo como "una derrota" para Francisco
justamente porque no tuvieron la mayoría necesaria requerida para ese
párrafo y otros dos párrafos sobre los divorciados vueltos a casar,
aunque sí tuvieron mayoría absoluta. ¿Usted qué opina?
-De ninguna manera es una derrota. Lo que el Papa espera es una mayor
apertura pastoral de ministros "con olor a oveja", capaces de sufrir con
la gente. Él nunca propuso una solución concreta, pero aceptó que el
tema se planteara y se buscara una solución. Además, si tenemos en
cuenta que los párrafos sobre los divorciados vueltos a casar tuvieron
un 60% de votos a favor, eso no es una derrota. Pocos años atrás eso era
impensable, y yo mismo me sorprendí por ese nivel de aprobación.
Dado que esos párrafos representan a más de la mitad, el Papa pidió que sigan siendo parte del documento que se discutirá a partir de ahora. Es decir, tengamos claro que no serán retirados, aunque no hayan alcanzado los dos tercios de los votos.
Nadie quiere negar la indisolubilidad del matrimonio y a todos nos
interesa alentar a los matrimonios a ser fieles, a superar sus crisis, a
volver a comenzar una y otra vez, pensando especialmente en el
sufrimiento de los hijos. Pero muchos han insistido en las segundas
uniones que llevan muchos años, que viven con generosidad y que han
tenido hijos. La mayoría considera que sería cruel pedirles que se
separen, provocando un sufrimiento injusto a los hijos. Por eso seguimos
pensando en la posibilidad de que puedan comulgar, teniendo en cuenta
que, como enseña el Catecismo, donde hay un condicionamiento que la
persona no puede superar su responsabilidad está limitada. Sin embargo,
es un tema que debe ser mejor profundizado, y no conviene apresurarse.
No hay que olvidar, por otra parte, que el Mensaje del Sínodo asume que
en esta primera etapa se comenzó a reflexionar "sobre el acompañamiento
pastoral y sobre el acceso a los sacramentos de los divorciados en nueva
unión". Si bien la minoría más dura pedía que esto no se mencionara en
el mensaje, para cerrar el tema, ese pedido no fue escuchado y el 95% de
los miembros aprobó el mensaje.
-Comenzó un proceso que culminará después de otro sínodo en 2015.
Como bien explicó usted, para el Papa "el tiempo es superior al
espacio". Pero el sínodo también dejó claro que hay un grupo,
minoritario pero compacto, que se resiste a la idea de una Iglesia que
no excluye a nadie. ¿Quedó preocupado?
-Por un lado quedé contento. Hay avances reales. Todos salimos con una
conciencia mucho más clara y profunda de la gran complejidad de las
problemáticas matrimoniales y familiares. Eso ayudó a no usar
expresiones agresivas que en la Iglesia eran muy comunes hasta hace
pocos años, expresiones que tenían que ver con teorías que no se
encarnaban en la realidad concreta de la gente. Por otra parte, quedé
insatisfecho. Yo habría deseado más avances en otros temas que preocupan
a las familias, y que considero más importantes que el de los
divorciados en nueva unión. No sería correcto reducir este sínodo a dos
temas llamativos. También se habló mucho sobre la dignidad de la mujer y
sobre las distintas formas en que son objeto de discriminación, de
violencia y de injusticia. Se habló de los problemas de los jóvenes, de
la desocupación, de la educación, etc. Pero ésta fue sólo una etapa en
el camino, y la mayoría siente que se ha dado un gran paso, que se ha
inaugurado un nuevo modo de encarar los temas, con libertad y claridad.
Por eso, más allá de los resultados, se ha abierto para la Iglesia una
nueva etapa.
-¿Qué les diría a quienes critican a Francisco porque con este sínodo se abrió una "caja de Pandora"?
-Que si no se abre la "caja de Pandora" lo que se hace es esconder la
mugre debajo de la alfombra, meter la cabeza en un hueco como las
avestruces, alejarnos cada vez más de la sensibilidad de nuestra gente y
quedarnos contentos porque un pequeño grupo nos felicita. Hay que
reconocer que varios obispos -y me incluyo- estamos muy detrás, lejos de
la sabiduría pastoral, de la visión y de la generosidad del papa
Francisco.
-¿Pudo percibir hostilidad de la curia hacia el Papa, visto que
varios prelados (Gerhard Muller, George Pell, Marc Ouellet, Leo Burke),
fueron líderes de un sector conservador que públicamente habló en contra
de las aperturas?
-No me preocupó lo que dijeron. Algunos de ellos se expresaron con
solidez y con preocupaciones sinceras por cuestiones que no pueden ser
descuidadas. En otros, aunque son muy pocos, me preocupó el tono:
agresivo, irritado, amenazante, no sólo dentro del aula del sínodo, sino
en los pasillos y por la calle. Repito: eran muy pocos. Pero allí
estaba el Papa, sereno y atento, asegurando la libertad de expresión y
garantizando que nadie se pasara de la raya. Era verdaderamente la
figura del padre bueno y firme, que asegura que todos sus hijos, también
el más débil, puedan expresar su punto de vista y sean respetados.
Lea la nota de Ex Orbe: