Nueva religión ecologista
- Con su Encíclica "Laudato Si", Bergoglio cae dentro de las peores corrientes del ambientalismo mundialista. Aunque inexistente, la falsedad del "calentamiento global" queda consagrada como dogma La eco-teología que emplea toma elementos del ecologismo extremo de la New Age. En un análisis marxista, la Encíclica opone gratuitamente los marginados de las periferias a las transnacionales ecocidas El documento fue presentado por Joachim Schellnhuber, promotor del Gobierno Mundial y de la reducción poblacional
La Encíclica "Laudato Si" es desafortunada no solo porque hay temas mucho más urgentes para la Iglesia en estos momentos, sino porque viene a favorecer una serie de conceptos sociales falsos y dañinos para el hombre.
En primer lugar, el documento se basa en la tesis, completamente
errónea, de que el planeta está sufriendo un "calentamiento global".
Dice el documento: "Existe un consenso científico muy consistente que
indica que estamos en presencia de un preocupante calentamiento del
sistema climático". Si algo no existe es precisamente un "consenso
científico". Todo lo contrario.
La falsedad del "calentamiento global" fue creada en ámbito
iluminista-sionista para justificar una serie de medidas mundialistas
como el impuesto global al carbón, a los combustibles fósiles, etc... y,
sobre todo, medidas para reducir la "sobrepoblación" mundial que
supuestamente es la causa de dicho "sobrecalentamiento".
El 21 de noviembre de 2009 sucedió lo que se conoce como el "climategate"
o el "gran escándalo del siglo", y es que un hacker entró a la red
interna de la Unidad de Investigación Climática (CRU) de la Universidad
de East Anglia, Inglaterra, y sustrajo más de mil correos que
demostraban como los "científicos" de este centro llevaban trece años
mintiendo y manipulando las cifras térmicas para hacer creer que existe
un calentamiento global. Este centro provee los análisis de temperatura a
todo el mundo.
En un correo particular, el profesor Phil Jones, jefe del CRU, relata
la preparación de una figura para la declaración de la Organización
Meteorológica Mundial sobre el estatus global del clima en 1999.
Escribe: "He completado 'el truco de la naturaleza de Mike' de sumarle a
las temperaturas reales a cada serie por los pasados 20 años para esconder el declive".
Contrariamente a lo que postularon esos pseudo científicos durante
tantos años, y que sirvió a la creación del gran mito, hay evidencias
que demuestran lo contrario: el planeta se ha venido enfriando en las
últimas décadas. No solo padecemos inviernos cada vez más fríos y
fenómenos de congelamiento que antes no existían. También hay datos
científicos, como el arrojado por la sonda TIMED, lanzada al espacio por
la NASA para medir la variación anual de la temperatura atmosférica,
que demuestran lo contrario al mito del "calentamiento".
TIMED significa "Thermosphere, Ionosphere, Mesosphere Energetics and Dynamics", y es una sonda lanzada por la NASA
el 7 de diciembre de 2001 para medir las temperaturas de la ionósfera,
la mesósfera y la baja termósfera de nuestra atmosfera terrestre. A los
ocho años, la sonda arrojó dos importantes datos consistentes y
reveladores: el planeta Tierra se está enfriando, y dicho enfriamiento
es debido a las variaciones en el ciclo solar. Es decir, ningún
calentamiento global y nada que ver con la "causa humana" postulada por
los ambientalistas y agentes del gobierno mundial.
En diciembre de
2009, un mes después de que se publicó el "escándalo del siglo" de la
CRU, John Coleman, fundador del Weather Channel, junto con más de 30,000
científicos, denunciaron a Al Gore por fraude, al dedicar su Fundación, "The Climate Project", a diseminar por todo el mundo la falsedad del calentamiento global.
No fueron los primeros científicos. Ya en junio de 2008 se había llevado a cabo la firma de la "Declaración de Manhattan",
suscrita por 500 científicos y liderada por los doctores Arthur
Robinson y Scott Armstrong, y a la cual se han sumado posteriormente
otros 31,000 científicos. La Declaración establece que es falsa la
información de que se están fundiendo los glaciares y de que la
temperatura mundial se está incrementando. "Es una falsedad interesada,
porque miles de burócratas y políticos vienen a convencernos de que el
mundo está en peligro, y de que los necesitamos a ellos y sus sueldos
para salvarnos" señaló Armstrong.
El mito nació en 1970, en la ONU, cuando un grupo de ambientalistas y
políticos celebraron el "Día Mundial de la Tierra" y decidieron lanzar,
sin prueba científica alguna, la "alarma" del supuesto "calentamiento
global".
En 2007, la misma ONU auspició la publicación del Informe
Intergubernamental sobe el Cambio Climático (IPCC), el cual
gratuitamente predijo aumentos en las temperaturas globales durante los
próximos 92 años que pondrían en peligro el ecosistema terrestre. Los
ambientalistas, liderados por Al Gore, tomaron el IPCC como biblia a
imponer por todo el mundo.
Otra falsedad, que se añadió a la primera, es que el supuesto
calentamiento es atropogénico, es decir, originado por la sobrepoblación
humana. Aquí es donde los agentes del gobierno mundial argumentaron que
es necesario reducir la especie humana como asunto de supervivencia.
Sobrecalentamiento, escasez de alimentos, de agua y espacio, hacen
necesario no solo contener el crecimiento poblacional, sino reducirlo
por cualquier medio posible.
La bandera ambientalista que justifica reducir la población mundial
no solo es patrocinada por la ONU, fundaciones privadas se han sumaron
también a esa causa globalista. Una de las ponencias más escandalosas,
durante la Cumbre Mundial sobre el Clima llevada a cabo en Cancún en
2010, fue la de Ted Turner, magnate fundador de CNN. Allí declaró
abiertamente que "es necesario reducir la población, de los 7 u 8 mil
millones de habitantes que hay actualmente, a unos 2 mil millones". Bill
Gates el gurú de Microsoft, quien lleva a cabo campañas masivas de
vacunación, sobre todo en África (de las que han surgido enfermedades
modernas de diseño) ha declarado que "si hacemos un buen trabajo con
nuevas vacunas, servicios de salud reproductiva, atención médica, tal
vez podamos reducir la población en un 10 o 15 por ciento". Joachim
Shellnhuber, fundador del Instituto para el Impacto Climático, a quien
Bergoglio pidió presentar su Encíclica en El Vaticano, ha declarado que
es preciso reducir la población mundial a 7 mil millones a solo uno y
medio.
Ban Ki-Moon, Secretario General de la ONU, declaró abiertamente, el
26 de octubre de 2009, que "Un acuerdo climático debe incluir una
estructura de Gobernancia Global". Nos preguntamos ¿qué tiene que ver un
acuerdo climático con un Gobierno de alcance mundial? No lo explicó,
solo se limitó a repetir el mantra sobre el cual se ha venido
construyendo esa gran mentira elitista y antihumana.
El segundo elemento lamentable de la Encíclica de Bergoglio es que
retoma conceptos tomados de la New Age. Ésta corriente de pensamiento
tiene sus más remotas raíces en la Sociedad Teosófica de la espiritista
rusa Helena Blavatsky. En 1885 escribió su "Doctrina Secreta" en la que
configuró el plan de un Gobierno Mundial y una religión mundial,
objetivos nacidos en la masonería iluminista.
Punto esencial de la New Age es la teoría del ecologismo extremo, que
viene a ser una forma moderna de panteísmo, al postular la figura de la
"hermana Tierra" o Gaia la "madre Tierra", y la idea de "energía" que
fluye a través de la naturaleza y de los seres vivos.
Antropomorfismos como el de la "hermana Tierra" usados por la
Encíclica, aun si fueran solo metafóricos, no hacen sino preparar el
camino para la imposición de la "Carta de la Tierra", futura
"Constitución" del Gobierno Mundial diseñada para sustituir la tabla de
los 10 mandamientos. La Carta, que hoy tiene el status de una "ley
blanda", servirá de base para documentos vinculantes a ser adoptados por
los gobiernos como parte de una "ética" global.
El ecologismo extremo está cargado de análisis marxista, y ha venido a
ser una reelaboración de la teología de la liberación en términos
pseudo científicos. Este es el tercer elemento preocupante de la
Encíclica de Bergoglio.
Padre de la teología ecologista es Leonardo Boff quien, en el
Congreso Continental de Teología, llevado a cabo en Brasil en 2012, hizo
una invitación a reinterpretar el cristianismo
para salvar a la "crucificada" Madre Tierra. Declaró: "Dentro de esa
opción por los pobres (propugnada por la Teología de la Liberación) hay
que meter al gran pobre que es la Madre Tierra, que es Pachamama, es la
Magna Mater, es la Tonantzin, es la Gaia, es el gran pobre devastado y
oprimido".
Citando a Jon Sobrino, otro liberacionista asistente al congreso,
Leonardo Boff subrayó que "la Tierra esta crucificada, hay que bajarla
de la Cruz, hay que resucitarla y eso es la tarea de una eco-teología de
la liberación".
Según Boff el universo es "autoconciente", y la "Tierra ha comenzado a
pensar, sentir y amar". "La teología de la liberación nació escuchando y
explicando el grito de los pobres, pero no solo los pobres gritan:
gritan las aguas, gritan los árboles, gritan los animales, gritan los
vientos, la Tierra grita", dijo.
En un análisis marxista, propio de esa eco-teología, la Encíclica
contrapone los marginados de las periferias a las transnacionales
ecocidas. Sin ningún miramiento se atreve a sentenciar: "Esas
situaciones provocan los gemidos de la hermana tierra que se unen a los
gemidos de los abandonados del mundo". ¿En dónde está la relación entre
el supuesto "calentamiento global" (que afecta a la "hermana tierra") y
la pobreza existente en las periferias y los abandonados del mundo? No
se explica, simplemente es lanzado como sentencia ideológica.
Una oscura y estrecha visión de la Encíclica sobre la historia ignora
los enormes logros que la innovación en los mercados y la tecnología
han aportado para sacar de la pobreza a cientos de millones de seres
humanos. El documento está lleno, más bien, de sentencias reminiscentes
de los más radicales ambientalistas marxistas.
Como diría Michael Shellenberger, presidente del Breakthrough Institute y co-autor de An Ecomodernist Manifesto:
"Cuando el Papa habla de "fe irracional en el progreso humano",
quisiera que él visitara el Congo para que vea cómo es la vida allí sin
ese progreso".
El escritor francés Pascal Bruckner ha observado que el ambientalismo
moderno se compone esencialmente de la farsa condenatoria de dos
ideologías surgidas en el Siglo XX: el marxismo, que condenó el
capitalismo por los problemas de la humanidad, y la ideología del
"Tercer Mundo", que condenó el progreso de Occidente.
Bergoglio se lanza contra aquellos que sostienen el mito del
"progreso material ilimitado", pero a la vez hace un llamado en pro de
las energías renovables. La pregunta es ¿cómo se van a descubrir y
promover esas energías renovables si no es a través de los avances de la
tecnología y de la inversión?
Francisco asume el tono apocalíptico de los ambientalistas radicales,
lo cual es verdaderamente irónico. El verdadero Apocalipsis que el
Evangelio nos ofrece es el de la esperanza en el inminente retorno de
Jesucristo para gozo de los buenos. En cambio, la Encíclica demuestra
ser el documento menos esperanzador surgido en la historia de la
Iglesia.
"Laudato Si",
muy aparte de lograr concientizar sobre el deber de cuidar el planeta,
debido a estos tres perniciosos elementos se puede convertir más bien en
un instrumento de manipulación ideológica por parte de quienes
pretenden imponer una religión mundial y un gobierno mundial.
Diría el gran teólogo Moltmann: Si la Biblia se vuelve ecologista,
el hombre deja de ser el centro y soberano del mundo, y se convierte en
el último llegado a una Tierra que debe tutelar. Todo un cambio de fe
respecto a la visión del hombre.
La eco-teología que inspira la Encíclica de Bergoglio no se basa en
el mandato divino "Poblad y dominad la Tierra" (Gen 9-7), se basa en una
ideología que es totalmente contraria a ese mandato divino.
El
ambientalista Schellnhuber, promotor de la reducción poblacional y del
Gobierno Mundial, presenta la Encíclica "Laudato Si" en El Vaticanoperanza