Los elementos religiosos del peronismo (2da. parte)
Ha sido puesto de relieve desde una perspectiva ética el carácter ambiguo que cualquier ideología lleva consigo. Las
ideas-fuerza que constituyen el motor de las ideologías -en nuestro
caso la justicia social- están tocadas por un tono emocional positivo
que les confiere cierta sacralidad. Poseen
una atracción carismática que detiene nuestro pensamiento: se ha
encontrado la fórmula mágica que resuelve todos los enigmas.
Aparece aquí con todas su fuerza el concepto
de la ideología en cuanto interpretación inmanente del hombre y del
mundo, por contraposición a la trascendencia, que sería lo propio de las
religiones. A partir del racionalismo, lo político irrumpe en el ámbito
de lo religioso con un sentido de reemplazo.
Se trata de una lectura más o menos
sistemática de la sociedad y de la historia que sus adherentes
consideran como la verdad suprema, y que encierra consiguientemente una
significación soteriológica. Las ideologías totalitarias se entienden a sí mismas como la revelación de una verdad. Se
ha observado así que las ideologías se especifican por una soteriología
puramente inmanente, a diferencia de los milenarismos. En este elemento
reside su sentido utópico: la construcción de una ciudad perfecta en la tierra que expresa una secularización de la escatología cristiana.
Hay en la ideología una función sustitutiva
de lo religioso a través de la cual Raymond Aron, Waldemar Gurian o Eric
Voegelin han acuñado la expresión de religiones seculares o religiones
políticas para designar los sistemas
de opiniones y creencias fundados en un orden de valores subyacente,
más o menos consciente, encaminado a encauzar las aptitudes y
comportamientos de los miembros de un grupo social. El marxismo es un ejemplo pragmático de la ideología como un sustituto de la religión.
El mismo sentido mesiánico de redención social que caracteriza al peronismo y
que enseguida estudiaremos, se encuentra desde luego, mucho antes, en
el socialismo marxista. Aunque Marx consideró la religión como el opio
de los pobres y la ridiculizó como un refugio creado por el hombre para
el trabajador oprimido, su propia doctrina ofrece una promesa mesiánica
del hombre del futuro que parece tomada de la religión tradicional.
(Fin de la 2da. parte)


