Psicología empírica. Distinción de las facultades. 2/13
Aunque
todos, o la mayor parte de los filósofos, convienen sustancialmente en
la clasificación de facultades o potencias del hombre que dejamos
consignada, no sucede lo mismo con respecto a la distinción de las
mismas, ya con relación a la esencia del alma, ya comparándolas entre
sí. No solamente los panteístas, que propenden por la naturaleza de su
sistema a negar la distinción real de los seres, sino la mayor parte de
los filósofos modernos, sin excluir algunos de los que hacen profesión
de seguir las tradiciones de la filosofía escolástico-cristiana, adoptan
la antigua opinión de los nominales, negando toda distinción real entre
las facultades [221] o potencias vitales del hombre que radican y
proceden del alma racional (1).
{(1)
«Nimirum, escribe el P. Cuevas, una eademque vis est qua anima actus
cujuscumque generis exercet: facultates vero, quas ipsi tribuimus,
solius mentis conceptibus secernuntur.» Pocos filósofos y teólogos de
nota encontrará el P. Cuevas, lo mismo en su Orden que en las demás, que
hayan sentado semejante doctrina. La facilidad con que se aparta del
común sentir de los Escolásticos, sería, no obstante, disimulable, si
hubiera aducido sólidas razones para adoptar esta opinión.}
Expondremos nuestra opinión sobre la materia en las siguientes tesis.
Tesis 1ª Las potencias o facultades del alma racional se distinguen de la esencia y sustancia de ésta con distinción real.
Pruebas o razones.
1ª El
alma racional, considerada en su esencia y sustancia, está siempre en
acto, y es una actualidad vital, puesto que necesaria y esencialmente
constituye al hombre en que se encuentra ser viviente actualmente.
Luego si las potencias no se distinguieran realmente de la esencia del
alma, estarían siempre en acto, o sea en actual ejercicio con respecto a
lo que le corresponde por su misma esencia y sustancia, que es el hacer
y constituir al ser viviente. La experiencia interna nos
manifiesta que nuestras potencias o facultades vitales no siempre se
hallan en actual ejercicio: luego no pueden identificarse con la
sustancia del alma, que siempre está en acto de vivir, y que por sí
misma constituye una actualidad vital. En términos más precisos: la
vida, que envuelve esencialmente el concepto de acto, de perfección
actual, es inseparable del alma racional, y no puede existir ésta en el
cuerpo sin que exista aquélla. Por el contrario, la potencia operativa
puede existir y existe de hecho sin que exista siempre su acto. ¿Puede
negarse en buena filosofía que las facultades de [222] moverse, de
engendrar, de ver, de querer, &c., existen en el hombre separadas de
sus actos o funciones actuales (1)?
{(1)
Toda esta razón se halla condensada en las siguientes palabras de santo
Tomás: «Anima, secundum suam essentiam, est actus. Si ergo ipsa
essentia animae esset immediatum operationis principium, semper habens
animam, actu haberet opera vitae (las operaciones o funciones de las
potencias) sicut semper habens animam, actu est vivum». Sum. Theol., 1ª p., q. 77, art. I.}
2ª La
diversidad, y hasta la oposición, que existe entre las operaciones y
actos vitales del hombre, exigen que el principio próximo e inmediato de
esas operaciones tan diversas, y hasta en algún modo opuestas, sea
distinto realmente, por más que el principio radical, primero y
fundamental sea uno mismo, o sea la sustancia del alma. No es fácil, en
verdad, concebir que sea uno mismo el principio inmediato del
pensamiento actual, de la visión, de la generación y del movimiento
local. Siendo la esencia del alma un solo principio (una sustancia
simple), no puede ser principio inmediato de todas sus acciones, sino
que es necesario que tenga potencias múltiples y diversas, en relación
con la diversidad de sus acciones (2).
{(2)
«Cum essentia animae sit unum principium, non potest esse immediatum
principium omnium suarum actionum, seo oportet quod habeat plures et
diversas potentias correspondentes diversitati suorum actionum.» QQ. Disp. De Ani., art. 12.
Por eso decían los Escolásticos que el alma es principium primum et radicale de las varias acciones del hombre, y que las potencias o facultades son principium proximum et secundarium de las mismas.}
3ª La
experiencia nos enseña que existen entre las potencias del alma una
verdadera subordinación y una dependencia real, por razón de las cuales
una potencia mueve a otra y determina sus funciones, como se observa en
los actos de la voluntad y de las pasiones, los cuales son determinados y
modificados por la energía de la voluntad, así como también por la
percepción, las ideas y reflexiones del entendimiento, y en la facultad
locomotriz, cuyos actos se hallan [223] subordinados a la voluntad.
Ahora bien: si las potencias del alma se identifican realmente con ésta,
no es fácil concebir ni explicar satisfactoriamente esta subordinación
de las facultades vitales. Donde hay identidad, no cabe subordinación:
porque una cosa no se subordina ni depende de sí misma. Quod, esse non posset, dice santo Tomás, si omnes potentiae essent ipsa animae essentia, quia, idem, secundum idem, non movet seipsum.
Corolarios
1º Por la doctrina expuesta es fácil conocer porqué y en qué sentido decían los Escolásticos que el alma es principium quod de sus operaciones; y que las potencias son principium quo de las mismas. El alma se dice principio quod, porque
es la cosa de la cual emanan originariamente todas las acciones del
hombre. Sin embargo, se debe tener presente que en rigor metafísico, el
alma no es principio quod de las acciones, sino el hombre, porque las acciones pertenecen y se atribuyen a los supuestos, actiones sunt suppositorum, o sea a los individuos completos. Así es que el alma más bien debe apellidarse principium quo totale, porque es el principio universal, mediante el cual, o por razón del cual, quo, el individuo produce las operaciones. Las potencias deben apellidarse principium quo proximum, porque son el principio o raíz inmediata de las operaciones que el hombre pone mediante o por medio, quo, de dichas potencias.
2º Los
que defienden la identidad real de las potencias con la esencia del
alma, preparan en cierto modo el camino al panteísmo, dando ocasión para
excluir del alma toda potencialidad y convertirla en una actualidad
pura, como pretende el panteísmo psicológico y subjetivo.
Tesis 2ª Debe admitirse distinción real entre algunas potencias del alma.
Digo algunas para
indicar que se prescinde aquí de ciertas cuestiones concretas sobre
algunas potencias determinadas, como si la distinción entre la voluntad y
el libre albedrío, [224] entre la razón y el entendimiento, es real o
de sola razón.
Pruebas
1ª Si las
facultades del hombre se identifican realmente entre sí, no pueden
existir la una de la otra, a no ser que digamos que una cosa puede
existir y no existir al mismo tiempo; es así que el alma humana separada
del cuerpo pierde la facultad de nutrición y la sensibilidad externa,
perseverando en ella en entendimiento y la voluntad; luego es preciso
admitir que se da distinción real entre algunas potencias del alma.
Esta
razón sirve también para confirmar más y más la tesis primera. Porque si
las potencias se identifican con la esencia del alma, permaneciendo
ésta después de la muerte, debieran permanecer también sus potencias. La
duración y el ser de una cosa lleva consigo la duración y el ser de
todo aquello que se identifica realmente con aquella cosa.
Si alguno
pretendiera desvirtuar la prueba aducida, diciendo que en el alma
separadas permanecen las facultades de sentir y de nutrirse, bien que no
pueden ejercitarse por falta de los órganos necesitados al efecto,
contestaremos nosotros que ésta observación robustece la fuerza de la
prueba en vez de destruirla. En efecto: lo que se desprende de semejante
observación es que en el hombre o en el alma racional hay ciertas
facultades que no pueden ejercerse sino con dependencia, y usando de un
órgano material, y que al propio tiempo hay otra u otras que pueden
ejercerse con independencia de todo órgano material. Luego estas
facultades son intrínseca y realmente distintas; pues es evidente que si
la una no se distingue en nada realmente de la otra, deben estar
sujetas a las mismas condiciones de ser y de obrar.
2ª
Nosotros no conocemos nuestra alma, ni tampoco la de los brutos sino por
medio de sus operaciones o actos y facultades; y esto es tan cierto,
que si suponemos un hombre que no experimente ni perciba en sí mismo
ningún acto, o que no perciba operación alguna en los animales, no
alcanzará idea alguna ni de la naturaleza del alma racional, ni del
[225] alma de los brutos, ni menos de la distinción que existe entre las
dos. Ahora bien: si la facultad de sentir y la facultad de entender o
pensar, son una misma facultad, una misma entidad a parte rei, una
misma realidad, será consecuencia necesaria y legítima el inferir que
el que tiene la facultad de sentir tiene también la facultad de pensar,
puesto que existe identidad real entre ésta y aquélla, según la opinión
que venimos combatiendo. Luego los brutos que tienen la facultad de
sentir, tienen también la facultad de pensar.
Por otra
parte, y cualquiera que sea la solución que se intente para evitar esta
deducción peligrosa, siempre resulta que los que niegan la distinción
real entre las facultades, y la de éstas de la esencia o sustancia del
alma, se hallan en la imposibilidad y se cierran a sí mismos el camino
para establecer y demostrar la distinción real, esencial y primitiva,
entre el alma de los brutos y la del hombre.
A la
verdad, sin por una parte las facultades o potencias se identifican
realmente con la sustancia del alma, y son una misma cosa con su
esencia; si por otro lado la facultad de sentir y la de entender o
pensar no se distinguen realmente entre sí, ¿qué medio de demostración
nos queda para establecer sólidamente la distinción esencial y primitiva
entre el alma racional y el alma de los brutos? Porque si la facultad
de sentir y de pensar son una misma cosa, y esta cosa se identifica con
la esencia del alma racional, donde quiera que exista la facultad de
sentir, existirá también la esencia del alma racional; es así que en los
brutos existe realmente la facultad de sentir; luego existe también
realmente la esencia del alma racional.
Esta sola
razón bastaría para establecer sólidamente tanto esta tesis como la
anterior, y su fuerza sólo puede ser desvirtuada diciendo con Descartes
que los brutos son meros autómatas que carecen de la facultad de sentir.
Excusado
es añadir que los que niegan la distinción real de las facultades
vitales en el hombre, ya entre sí, ya con respecto a la esencia del
alma, echan por tierra una de las verdades más importantes y
fundamentales de la filosofía cristiana, que cierra la puerta al
materialismo y sensualismo. [226]
Objeciones
Obj. 1ª
Admitir facultades distintas realmente de la esencia del alma, es
multiplicar los entes sin necesidad: luego, &c. Prueb. el antec. Así
como las facultades o potencias proceden inmediatamente del alma, lo
mismo podrían proceder de ésta inmediatamente las operaciones: luego
admitir facultades distintas es multiplicar los entes sin necesidad.
Resp.
Negando los dos antecedentes y la paridad que se establece en el
segundo. Además de las razones alegadas en las pruebas contra esta
paridad, bastará tener presentes las siguientes observaciones: 1ª que no
se podría señalar la razón suficiente de la diversidad de operaciones
que se observa en el hombre, si todas procedieran de un mismo principio
inmediato: 2ª que perteneciendo, como pertenecen, al orden de seres
accidentales las operaciones o actos de las criaturas, deben proceder de
un principio accidental para que haya relación y proporción entre el
acto y su principio inmediato: 3ª que según la doctrina o teoría de
santo Tomás, en ninguna sustancia creada las operaciones o actos nacen
inmediatamente de la misma sustancia, (nulla creata substantia est inmediate operativa),
pues esto es atributo propio de solo Dios, en el cual, siendo como es
acto purísimo, la operación se identifica o es una misma cosa con su
sustancia: in solo Deo operatio est ejus substantia. Unde Dei
potentia quae est operationis principium, est ipsa Dei essentia: quod
non potest esse verum, neque in anima, neque in aliqua creatura.
Obj. 2ª
La pluralidad y distinción real de las potencias entre sí, destruye la
simplicidad del alma; porque donde hay pluralidad y distinción real de
partes no puede haber simplicidad: luego, &c.
Resp. Dist. el ant. La pluralidad y distinción real de las potencias destruye la simplicidad potencial o potestativa del alma, conc., destruye la simplicidad sustancial o
de esencia, neg. La pluralidad de potencias o facultades en una
sustancia, no es incompatible con la simplicidad y unidad de esencia,
así como esta simplicidad y unidad de esencia y [227] sustancia no es
incompatible con la pluralidad y distinción real de operaciones,
pluralidad y distinción que la experiencia manifiesta en el hombre y que
no es posible poner en duda.
