LA SECTA UNACUMITA
Dr. Homero Johas
Introducción
Con el Concilio Vaticano II, enseñando
las herejías de la libertad e igualdad religiosa, agnósticas, y el
“libre examen” de Lutero, surgieron también otras sectas, aparentemente
opuestas al Concilio Vaticano II, excusando y violando la unidad de fe y
de gobierno de la Iglesia Católica.
Así como de Lutero surgieron centenas de sectas protestantes, así también del Concilio Vaticano II, con el mismo “libre examen” de Lutero, también surgieron múltiples sectas, libres, autónomas e independientes entre si.
Algunas de esas sectas se inclinan para la ”izquierda”: agnósticos,
ateos, materialistas, comunistas, socialistas, ligadas a las
tradicionales ramas de esas herejías. Otras de esas sectas aparentan ser
de “derecha”: tradicionalistas, acéfalos, positivistas, silenciosos, liberales, demócratas, ecuménicos, igualitarios y los “una cum”, unidos con el Vaticano II.
Simulando conservar urna parte del credo, y, por eso, llamándose “tradicionalistas” o hasta “sedevacantistas”,
con todo, ocultamente, contradictoriamente, niegan otra parte del
credo, yendo, abiertamente, contra la autoridad divina, perpetua e
infalible, del Magisterio de la Sede de Pedro, fundamento visible da
Iglesia Católica.
Vamos tratar aquí solamente de una de esas sectas: la que las Misas y Sacramentos, se dicen “una cum”, “en comunión con” los
papas heréticos de la secta ecuménica del Vaticano II. Conservando los
ritos tradicionales de San Pio V. Las Misas y Sacramentos, por eso, se
dicen “tradicionalistas”. Entretanto, por otro lado, y en esas
mismas misas, se dice “en comunión” con tales papas heréticos (una cum).
Rechazan una parte del Vaticano II y, libremente, se unen a él en otra
parte, contra el credo católico. Por un lado simulan“fidelidad” al
credo católico y, por otro lado, se apartan de la integridad del credo
católico. Y buscan ocultar, bajo falsas apariencias, esa violación del
credo católico.
La violación del credo
El articulo fundamental del credo que tales sectas violan es el de la unidad de la Iglesia en la fe y en el gobierno: “Creo en la Iglesia una”. Todos
los heréticos y cismáticos violan ese articulo; se separan, por su
juicio y voluntad propia, de la unidad de fe, de la cual la unidad de
gobierno es inseparable (D.S. 2888). Afirman ser “válido”, el poder de jurisdicción ordinaria de los herejes que la Iglesia afirma ser “inválido”.
Ese Magisterio, interpretando la Revelación divina (Jo 3.18), viene de
todos los tiempos: San Símaco. Sínodo de Letrán de 649. Adriano II,
Inocencio III. Profesión de Fe “Fides papae”, Paulo IV. León
XIII, Pio XII. Derecho Canónico. Tal contradicción a la autoridad divina
de la Sede de Pedro no mantiene la integridad inviolable del credo
católico (D. S. 75). El Canon 2314. 3 dispone: “Los que públicamente se adhieren a una secta acatólica, son ‘ipso facto’ infames y deben ser degradados”. “Todos y cada uno de los herejes y cismáticos están ‘ipso facto’ excomulgados(Canon 2314, 1)”.
Tal sentencia tiene efecto actual, en el orden público, si el delito es público y notorio (Can.2232).
Los que públicamente tienen unión con el hereje público, también está
públicamente separado de la Iglesia (Canon 3803), de la verdadera fe,
necesaria para ser miembro de la Iglesia (D.S. 3802). El silencio en la
confesión de la fe, es implícita negación de la fe (Can. 1325). Quien se
une a la Cabeza del Ecumenismo, tiene unión con la “falsa religión cristiana”
del Ecumenismo. Nadie puede estar unido simultáneamente a la verdad y
al error; a la fe y a la herejía; a la luz y a las tinieblas, al templo
de Dios y al de los ídolos; a Cristo y a Lucifer (2Cor. VI, 14-18).
Quien rechaza sumisión al régimen monárquico, de Derecho divino, de la
Iglesia Católica, tiene unión con el régimen democrático, humano, de los
representantes de las sectas no católicas. Pervierte la forma del
régimen de la Iglesia Católica. Rechaza el poder divino y aprueba el
poder humano contrario a él y rechaza la unidad de fe según la autoridad
divina y quiere el pluralismo de credos según arbitrio humano. Ese
pluralismo es evidente.
Aunque el poder de orden permanece “válido”, en los que
válidamente lo reciben y después se pasan a la herejía o al cisma; con
todo su ejercicio es ilícito y pecaminoso, salvo las excepciones por
grave necesidad de los fieles. Mas esta necesidad de los fieles no
retira y no legitima la herejía de esos ministros del Sacramento; no les
otorga poder de Jurisdicción ordinaria para gobernar y enseñar la fe a
los fieles. No legitima el desvío del credo y la simulación para
ocultar ese desvío.
Los enemigos de la Iglesia, los heréticos, opuestos a la Sede de Pedro, de mala gana toleran los ritos de San Pio V; los toleran por el interés de ser ellos reconocidos como“válidos” regentes y docentes de los fieles, cosa muy apta para engañar a los simples y para disimular que constituyen ellos “la verdadera Iglesia Católica”.
La Profesión de Fe “Fides papae” condena a un papa que se aparta de la unidad de fe en un solo punto.
Y el Vaticano II se aparta en todos los puntos: es agnóstico; no
reconoce la verdad y la fe universal, común a todos. La verdad universal
no es la opinión individual opuesta.
Quien se confiesa “una cum” en las cosas divinas, con el
herético ecuménico, reconoce a todas las falsas religiones del
Ecumenismo y, por eso mismo, se declara en la unión con Mahoma y Lutero;
con Buda y Caifás; con Lamennais y Loisy.
La inserción de los ritos católicos en medio de las herejías
de una secta herética, tiene por fin, aparentar que tal secta no es
herética, sino fiel. Tiene por fin engañar a los incautos. Todos y cada uno de los heréticos están “ipso facto” excomulgados,
y, por eso, fuera de la Iglesia Católica. Y, por eso, los sacerdotes de
esa secta, se aprovechan de esa apariencia maliciosa de Catolicismo
para divulgar y difundir su herejía.
La sentencia “ipso facto” tiene su efecto real y actual en el medio católico, si el delito es notorio (Can.2232): es la excomunión (Can. 2314,1).
“Los que, de cualquier modo, espontáneo y conscientemente
auxilian la propagación de la herejía o tienen comunión con los
heréticos en cosas divinas, son sospechosos de herejía” (Can. 2316). Y
“deben ser tenidos por heréticos y sujetos a las penas de los heréticos
(Can. 2315), si no remueven las sospechas de herejías apuestas
manifestadas.
El Vaticano II es acatólico y no es lícito tener “comunión” con
acatólicos en cosas sacras. Tales personas aparentan rechazar el
Vaticano II en unas herejías, y, por otro lado, tienen “comunión” con él
en otras herejías. Quien reconoce al papa herético, valida también a
los obispos heréticos, “unidos” a esa persona. Quien tiene comunión con
la secta herética, dice la Iglesia: “es infame”, “ipso facto”, (Can
2314,3), no tienen comunión con los fieles.
Los ligados a la secta
Los ligados a la secta
Tiene esa secta varias ramas y varios líderes, con pequeñas variaciones en el credo de cada uno:
a) Fraternidad San Pio X – Instituida por Mons. Marcel Lefébvre. Quiere comunión consigo mismo y no con el Magisterio de la Iglesia. Llegó a estar de acuerdo con el papa herético. Expulsa de la secta a quien sigue el Canon 188,4 y a la Bula de Paulo IV. Se aparta de la Lógica y del Dogma, y, con Loisy, quiere una “aptitud práctica”.
b) Unión Sacerdotal San Juan M. Vianney – Instituida por Dom A. de Castro Mayer, rechaza el Canon 188.4; quiere compatibilizar la fe y la herejía; hace libre examen de las intenciones de Cristo; quiere la doctrina variable con las circunstancias concretas y venidas del acuerdo entre teólogos. Habla solo en opiniones, no en el Magisterio dogmático. Tuvo unión con la Fraternidad de Mons. Lefébvre y no se separó de los papas del Vaticano II. Sus seguidores se unieron formalmente a la “nueva iglesia”.
c) Mons. Guerard des Lauriers – Reconoció al papa herético de hecho, transfiriendo la “Sucesión material” a los cismáticos en el poder de las Ordenes para la “posesión de la Sede”, y en el poder de jurisdicción papal; afirmando “verdaderos papas”, por esa posesión positiva de hecho; contra la vacancia del Canon 188.4. Fue seguido por Mons. Donald Sanborn y otros obispos ineptos en Filosofía y heréticos en Teología.
d) Sr. A. V. Xavier da Silveira, con el libro: “La Misa de Paulo VI”, cuyas doctrinas son las mismas de Dom Mayer y Mons. Lefébvre. Ligado a la T.F.P.: rechaza la Revolución en el orden civil, temporal; más apoya la misma Revolución en el orden espiritual interno en la Iglesia Católica.
e) No pueden ser juzgadas heréticas las personas simples que por impericia o ignorancia inculpable, están ligadas a esas sectas o a la propia secta ecuménica del Vaticano II. En cuanto que están de buena fe, dispuestas a ser corregidas cuando el Magisterio dogmático de la Iglesia les sea mostrado. Salvo si después de eso, pertinazmente, perseveraren en la unión con tales sectas heréticas.
Causas de la secta
Son causas eficientes de ellas, personas o ignorantes o maliciosas,
que no se someten al Magisterio dogmático de la Iglesia y sirven de
instrumento para el “Non serviam” de Satanás, en medio de los hombres.
Se pierden a si mismas y arrastran a otras para la perdición eterna. La
causa final del obrar de esas personas no es la gloria de Dios y el fin
último de la iglesia y de todo ser humano. Es el juicio y voluntad
propia, la gloria propia, el amor propio, el orgullo y la soberbia
propia.
La causa formal de esas sectas no es la forma instituida por el Autor
divino en su verdadera Iglesia, con el Espíritu de la Verdad. Es la
forma opuesta a la de una “falsa religión cristiana”, sin unidad de fe y
de régimen con la Iglesia católica; simulando, entretanto ser ella la
“única verdadera religión” en el lugar de la Iglesia católica; con
credos libres e individuales, “de cada uno para si”.
Tal forma heterodoxa engloba los errores filosóficos y teológicos del
Agnosticismo, Progresismo, Individualismo, Liberalismo, Igualitarismo,
Modernismo. Ateísmo, Racionalismo. Naturalismo, Humanismo, Fideísmo,
Positivismo, Pacifismo, Ecumenismo, Politeísmo, Panteísmo.
El camino católico
La Iglesia sintetizó en un Canon la perpetuidad dogmática de la
doctrina de la fe dada por Dios a la Iglesia: “Si alguien afirma que
puede ocurrir que, siguiendo el progreso del conocimiento, se deba
atribuir alguna vez a los dogmas propuestos por la Iglesia un sentido
distinto de aquel que entendió y entiende la misma Iglesia, sea anatema”
(I).S. 3043).
El símbolo de la fe “Quicumque“, que los primeros siglos de la Iglesia profesó:
“Quien quiera ser salvo, antes de todo, es necesario que mantenga la fe
católica. Y fuera de duda que perecerá, eternamente, quien no la observa de forma integra e inviolada” (I).S. 75).
Eso tiene fundamento en las palabras de Cristo sobre la gran tribulación del fin de los tiempos: “Quien perseverare hasta el fin, este será salvo” (Mt. 24,13).
El dogma de fe no evoluciona con los tiempos.