En los 90, el líder laborista
israelí Yitzahk Rabin promueve un Plan de Paz para la región, el cual se
refrenda en 1993 en Washington, con la firma de los Tratados de Oslo,
junto con el lider palestino Yasser Arafat. Tal Plan de Paz, incluía
tanto el reconocimiento de la Autoridad Palestina y la aceptación de un
Estado Palestino independiente, como el desmantelamiento de la
importante industria bélica israelí, incluso su plan nuclear, propiciado
desde los 60 por Shimon Peres. Esta contradicción desata una feroz
interna en la burocracia sionista que culmina con el asesinato de Rabin
el 4 de noviembre de 1995, por los disparos de un joven nacionalista,
Yigal Amir, quien juró haber "recibido sólo órdenes de Dios". Esta
despiadada interna, se expresa por el terror, extraterritorialmente, en
Argentina, en donde vive la cuarta colectividad judía del planeta. Los
atentados de la Embajada de Israel, 1992, AMIA, 1994, el asesinato del
hijo del Presidente, 1995, la voladura de la Fábrica Militar de Río
Tercero un día antes del asesinato de Rabin, son todas expresiones de un
plan criminal que procuraba silenciar la oposición de esta activa
colectividad judía opositora a las políticas belicistas del Estado de
Israel, buena receptora en su momento del Plan de Paz de Rabin. Este
documento revela los móviles de los atentados, la responsabilidad
intelectual de los mismos, sus beneficiarios, el encubrimiento de la
clase política argentina, la complicidad de las autoridades de la
colectividad judía argentina en el encubrimiento de investigaciones
montadas para plantar pistas falsas, el sometimiento de la Justicia
adicta al Poder político local e internacional.