martes, 23 de julio de 2013

CHINA:CRECIMIENTO ECONOMICO Y GENOCIDIO ABORTISTA (PROYECTO ROCKEFELER)

CHINA: CRECIMIENTO ECONÓMICO Y GENOCIDIO ABORTISTA (El proyecto Rockefeller)

“Sea cual sea el precio de la Revolución China, es obvio que ésta ha triunfado no sólo al producir una administración más eficiente y dedicada, sino también al promover una elevada moral y una comunidad de propósitos. El experimento social en China, bajo el liderazgo del presidente Mao, es uno de los más importantes y exitosos en la historia humana”
David Rockefeller, “From a China Traveler”, en el The New York Times, 10-8-1973
Mucho se ha hablado durante los últimos años sobre el espectacular crecimiento económico de la República Popular China. En este sentido, constituye el paradigma del desarrollo económico contemporáneo, con altísimas tasas de crecimiento siempre en aumento.
Paradójicamente, este país a la vanguardia del crecimiento hiper-capitalista se define como una república socialista gobernada por el Partido comunista chino. En este sentido, la “China comunista”, hija de Mao Tse Tung, viene a ser una especie de resolución dialéctica del conflicto capitalismo-comunismo: economía productiva hiper-capitalista con un régimen social, político y cultural socialista-marxista. En este peculiar sistema, no hay límite alguno para la producción de bienes y servicios, pero sí hay prohibición casi absoluta de hijos, excepto que el Estado “autorice” su existencia.
De lo que nadie habla es del precio que paga la humanidad por este fabuloso crecimiento económico, que no es otro que el genocidio sistemático y permanente de millones de niños por nacer. Es decir, en rigor de verdad, el espectacular crecimiento económico “chino” se basa y se fundamenta en la sangre derramada de millones de los seres humanos más inocentes e indefensos de todos.
De lo que nadie habla tampoco es del extraño maridaje entre la oligarquía financiera mundial y uno de los líderes más “revolucionarios” que recuerde la historia: David Rockefeller por un lado, y Mao Tse Tung por el otro, aparentemente enemigos mortales pero en realidad socios en el dominio del mundo, ya que las empresas “chinas” a la vanguardia del crecimiento económico y de su expansión mundial son en realidad sucursales de las grandes multinacionales anglo-americanas y europeas o empresas vernáculas cuyos dueños reales son los grandes bancos de inversión ingleses y estadounidenses (Morgan Chase Corp., Goldman Sachs, etc.).
No es casualidad que David Rockefeller, luego de su viaje a China en 1973, publicara en el prestigioso diario neoyorkino el artículo citado líneas arriba, en el que ensalza a la Revolución Comunista china, su experiencia social y el liderazgo de Mao Tse Tung como “uno de los más importantes y exitosos en la historia humana”. No es que el famoso magnate yanquee se hubiera vuelto un marxista revolucionario. En realidad, las palabras de Rockefeller ponen en evidencia que lejos de ser un enemigo mortal del capitalismo, el comunismo ha sido y es el complemento indispensable e insustituible del capitalismo: aporta un rígido y eficiente control social y político sobre el conjunto de la población, para que los dueños de la riqueza puedan disfrutar y gozar en paz de sus frutos.
No es que Rockefeller y sus amigos se hayan vuelto comunistas, sino que los líderes comunistas han sido en realidad sus empleados y gerentes. En este caso en particular, el “revolucionario” Mao abrió las fronteras de China para que las empresas angloamericanas y europeas se instalaran allí y dieran inicio a un desarrollo económico hiper-capitalista diseñad y previsto por la oligarquía financiera-industrial internacional, sobre la base del principio rector, instituido por los “amos del universo”, de un nuevo proceso productivo que iba a culminar en la tan mentada “globalización”: el control de la natalidad a nivel planetario, ya que esta nueva economía global no necesita del aumento de la población para desarrollarse y crecer, tal como la historia de las últimas décadas lo ha demostrado. Más aún, no sólo no lo necesita, sino que le molesta y perturba, razón por la cual ha decidido su eliminación sistemática, hasta alcanzar el crecimiento poblacional cero[1].
En el informe que presentamos a continuación, vemos que un funcionario chino ha reconocido que en 30 años de vigencia del “aborto legal” y sus políticas antinatalistas, han sido masacrados en China más de 400 millones de niños en el vientre materno, es decir, en comparación ha sido eliminada toda la población estadounidense, o diez veces la población argentina, u ochenta veces la población paraguaya, u ocho veces la población italiana, etc.
En síntesis, el crecimiento económico chino se ha sustentado y basado en el asesinato masivo de millones de niños: la sangre humana inocente es la savia que ha nutrido el crecimiento material chino. Los productos chinos que compramos y que disfrutamos chorrean sangre a raudales, aunque no lo veamos o nos queramos dar cuenta.


[1] John Davison Rockefeller III, Statement on Population from World Leaders, New York, 1966; Rockefeller Commission Report, Population and the American Future, Chapters 1, 22 y 11; John Davison Rockefeller III, The Second American Revolution, New York, Harper & Row Publishes, p. 64.