– Mensajes de la Virgen al Padre Gobbi
Fátima
(Portugal), 13 de Mayo de 1988. 71° Aniversario de la primera aparición.
...Desde
este lugar, en donde me aparecí como mujer vestida de Sol, os anuncio que el
tiempo de la purificación ha llegado ya a su culmen, y que por esto se os llama
a vivir los momentos más dolorosos de todo lo que os he profetizado.
...Os
abro el libro sellado para que se revelen los secretos en él contenidos.
...En
la gran apostasía que se ha difundido por doquier, debéis permanecer enraizados
fuertemente en la verdadera fe y ser valientes testigos de ella.
...En
el gran castigo que está ya cayendo sobre este mundo, debéis ser el auxilio de
todos para caminar por la senda de la confianza de la oración, de la esperanza
y del abandono filial al amor de nuestro Padre Celeste.
...Soy
la Reina del Santo Rosario y os bendigo a todos con este signo de mi segura
victoria".
UNA
CORONA DE DOCE ESTRELLAS
Rubbio
(Vicenza), 8 de octubre de 1989. Fiesta de la Inmaculada Concepción.
“Hijos
predilectos, contemplad hoy el candor inmaculado de vuestra Madre Celeste.Soy
la Inmaculada Concepción.
Soy
la única criatura exenta de toda mancha de pecado incluso del original.Soy toda
hermosa: Toda Pulcra.
Dejaos
envolver en mi manto de belleza, para que también vosotros seáis iluminados con
mi candor de Cielo, con mi Luz Inmaculada.
Soy
toda hermosa por ser llamada a ser la Madre del Hijo de Dios y a formar el
virginal vástago del que debe surgir la Flor Divina.Por eso mi designio se
inserta en el misterio mismo de vuestra salvación.
Al
principio soy anunciada como la enemiga de Satanás, la que obtendrá sobre él la
completa victoria. “Pondré enemistades entre ti y la Mujer, entre tu
descendencia y la suya; Ella te aplastará la cabeza, mientras tú tratarás de
morder su talón”.
Al
final soy vista como la Mujer vestida del Sol, que tiene la misión de combatir
contra el Dragón Rojo y su poderoso ejército, para vencerlo, ligarlo y
arrojarlo a su reino de muerte, para que en el mundo pueda reinar solamente
Cristo.
Heme
aquí entonces presentada por la Sagrada Escritura con el fulgor de mi maternal
realeza: “y apareció en el Cielo otra señal(Signum Magnum): una Mujer vestida
del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su
cabeza”.
En
torno a mi cabeza hay, pues, una corona de doce estrellas. La corona es el
signo de la realeza. La misma está compuesta por doce estrellas, porque se
convierte en el símbolo de mi materna y real presencia en el corazón mismo del
pueblo de Dios.
Las
doce estrellas indican las doce tribus de Israel, que componen el pueblo
elegido, escogido y llamado por el Señor para preparar la venida al mundo del
Hijo de Dios y del Redentor.
Puesto
que Yo soy llamada a ser la Madre del Mesías, mi designio es el de ser el
cumplimiento de las promesas, el brote virginal, el honor y la gloria de todo
el pueblo de Israel.
En
efecto, la Iglesia me exalta con estas palabras: “Tú eres la gloria de
Jerusalén; Tú eres la alegría de Israel; Tú eres el honor de nuestro pueblo”. Por
eso las tribus de Israel forman doce piedras preciosas de la diadema que
circunda mi cabeza, para indicar la función de mi materna realeza.
Las
doce estrellas significan también los doce Apóstoles que son el fundamento
sobre el cual Cristo ha fundado su Iglesia. Me he encontrado a menudo con
ellos, para estimularlos a seguir y a creer en Jesús durante los tres años de
su pública misión. En su lugar, Yo estuve bajo la Cruz, junto con Juan, en el
momento de la crucifixión, de la agonía y de la muerte de mi Hijo Jesús. Con
ellos he participado de la alegría de su resurrección; junto a ellos, recogidos
en oración, he asistido al momento glorioso de Pentecostés.
Durante
mi existencia terrena he permanecido junto a ellos con mi oración y mi
presencia maternal para ayudarlos, formarlos, alentarlos e impulsarlos a beber
el cáliz que había sido preparado para ellos por el Padre Celestial.
Soy
así Madre y Reina de los Apóstoles que, en torno a mi cabeza, forman doce
estrellas luminosas de mi materna realeza. Soy Madre y Reina de toda la
Iglesia.
Las
doce estrellas significan además una nueva realidad. El Apocalípsis, en efecto,
me ve como un gran signo en el cielo: La Mujer vestida del Sol, que combate al
Dragón y a su poderoso ejército del mal.
Entonces,
las estrellas en torno a mi cabeza indican a aquellos que se consagran a mi
Corazón Inmaculado, forman parte de mi ejército victorioso, se dejan guiar por
Mí para combatir esta batalla y para obtener al final nuestra mayor victoria.
Así,
todos mis predilectos y los hijos consagrados a mi Corazón Inmaculado, llamados
a ser hoy los apóstoles de los últimos tiempos, son las estrellas más luminosas
de mi real corona.
Las
doce estrellas, que forman la luminosa corona de mi materna realeza, están
constituidas por las doce tribus de Israel, por los Apóstoles y por los
Apóstoles de estos vuestros últimos tiempos.
Entonces,
en la fiesta de mi Inmaculada Concepción, os llamo a todos vosotros a formar
parte preciosa de mi corona y volveros las estrellas brillantes que difunden,
por todas las partes del mundo, la luz, la gracia, la santidad, la belleza y la
gloria de vuestra Madre Celeste.”
GUILLERMO P. WALLACE – La bestia semejante a una pantera.
Mundo Editorial 2011. Pags. 111-114
Nacionalismo Católico San Juan Bautista