El diagnóstico está hecho. La Argentina, ¡mi Patria, su
Patria!, es una enferma grave. Lo que debemos procurar es que la paciente no
muera, y recién después elaborar un programa de recuperación que le permita
reinsertarse entre sus pares más destacadas. Habrá que detener una serie de
procesos infecciosos que siguen socavando su ya por demás deteriorada salud. Se
trata de una carrera contra el tiempo, y si no comenzamos a administrarle ya
los antídotos necesarios que detengan la infección, aún con el riesgo que ello
implica, lamentaremos y lloraremos por el resto de nuestros días, el no haber
hecho nada por ésta paciente que es en definitiva, la madre de casi todos
quienes le habitamos. Su sistema inmunológico no funciona; no genera
anticuerpos, y los pocos que le quedan, están siendo devorados por la infección
que les ha convertido en movilizadores de ella.
Un médico de cabecera que le atendiera durante dos períodos
consecutivos de gobierno, incurrió en abandono de persona, en la única
miserable intención de preservar la suya. Hoy asiste abrochado a su banca en el
Senado, a la mala praxis a la que está siendo sometida desde hace diez largos
años.
Un usurero; un taimado, se convierte por obra y gracia de “un
padrino”, en el nuevo médico de cabecera de una Argentina que ya no estaba en
su sano juicio. ¿Qué podíamos esperar de “El”?. ¡Nada!, o lo que es peor,
¡todo!. Su programa de estabilización y recuperación de la paciente, estuvo
sustentado en la amenaza, el odio, el amedrentamiento, la prepotencia, la
fuerza, que fueron en definitiva, los recursos a los que siempre echó mano ya
en sus años mozos en la universidad del delito. Impuso sobre la víctima su
ideología perversa y criminal, empeñado en devastarle en su provecho. El temor,
el miedo que paraliza se apoderó de productores, empresarios, medios de
comunicación…la sociedad toda, o casi toda. ¿Qué mensaje recibe ésta cuando
quien toma por la fuerza una comisaría es premiado con un cargo público
relevante y por sobre todo, generoso como pocos?. ¿Qué mensaje cuando
aprovechando la genuflexa obediencia de un general de la nación, se le deja en
la retina la más grande humillación sufrida por el Ejército Argentino a través
de toda su historia, que nace junto a la patria, batallas perdidas en combate
incluidas?. ¿Qué mensaje cuando encapuchados armados toman a voluntad la vía
pública, cuando sabido es que quien oculta su rostro lo hace para evitar el ser
reconocido, siendo su única intención la comisión de delitos y desmanes?. ¿Qué
mensaje cuando el canal estatal de televisión, en tiempo de “El”, los fines de
semana ofrecía macro programas de música villera, un género musical que “El”
mismo reconociera como de su predilección cuando el contenido de sus letras, no
constituyen otra cosa que no sea “la apología del delito”, y la burla ofensiva
hacia las fuerzas armadas, de seguridad y policiales?. ¿Qué mensaje cuando los
escraches protagonizados por alguna que otra organización que responde al
poder, acomete contra alguna persona o personas que piensan distinto o
discrepan?. ¿Es acaso necesaria la respuesta?.
Las Instituciones, sin las que un país no puede preciarse de
tal, están desacreditadas y destruidas.
La Iglesia, sin duda la más poderosa de todas, no escapa a semejante vejamen.
Sacerdotes y obispos violadores o autores de abuso sexual, curiosamente
aparecen a la orden del día.
Las fuerzas armadas, de seguridad y policiales, incorporan
masivamente a sus filas, elementos que no reúnen siquiera los requisitos
mínimos de admisión. Esto se completa con el descabezamiento sistemático de sus
cúpulas, y el paso a retiro obligatorio de oficiales superiores, jefes,
oficiales y personal subalterno de real valía. La disciplina fue la base en la
que estas instituciones se sustentaron. La disciplina está quebrada. Un
subalterno necesita reconocer en su superior lo que otrora se diera en
llamar “autoridad natural o moral”. ¿Qué
autoridad pudo tener sobre sus subalternos el general del banquito?. ¿Qué
autoridad puede tener un oficial o un
oficial Jefe a cargo de un grupo de hombres, cuando es públicamente humillado,
y admite la humillación de esos hombres, desarmados, quienes inertes reciben la
descarga brutal de huevasos y pedradas que impactan sobre sus humanidades
cuando se les supone el brazo armado de la ley?. ¿Es casual acaso que se les
exponga en semejantes condiciones cuando la orden es “no reprimir”?.
Quinientas mil personas…quinientos mil ciudadanos, a través
del voto, manifestaron su soberana voluntad para que Luis Patti ocupara una
banca en la cámara de diputados de la nación. Luis Patti, no obstante estar
habilitado por la cámara electoral – de otro modo mal se podría haber
presentado como candidato -, no pudo acceder a su banca, gracias a la ilegítima
impugnación propiciada por un para entonces peso pesado de “la gestión”, de
apellido Bonasso, ex montonero devenido en diputado. Semejante decisión,
acompañada hasta por aquellos “de quienes se esperaba otra cosa”, tuvo dos
lecturas más; descalificar al congreso de la nación, que es el poder
legislativo de la nación, y desalentar el sufragio de ciudadanos entenados, u
opositores al régimen. Hoy, el llamado Bonasso, se encuentra parado en la vereda
de enfrente, al parecer advertido de la acción predadora de éste gobierno.
Una médico de cabecera toma la posta, digitada por el médico
de cabecera saliente. Su nominación, cuatro años después, se legaliza a través
del voto popular, aportado por la mayoría de los pacientes de la misma clínica,
¡nosotros!. Nada voy a agregar respecto a la profesional, cuando todo está a la
vista y consideración de los presentes.
La proliferación de las denominadas villas miseria, sumadas a
los asentamientos que no dejan de ser incipientes villas miseria, más la toma a
través del delito de usurpación de cientos de viviendas que “tienen dueño”,
estrangulan e invaden los grandes centros urbanos, con Buenos Aires a la
cabeza. Estas villas, son idénticas a las favelas de Sao Pablo con una única
diferencia; mientras éstas se escalonan sobre morros, las nuestras se extienden
sobre superficies llanas. Sao Pablo es un estado de la República Federativa de
Brasil que cuenta con una población que supera los once millones de habitantes,
algo así como una sobrada cuarta parte del total de nuestra población. Los
narcos, cuyos ejércitos se refugian en las favelas, se han apoderado de ese
Estado, no obstante el contar el mismo con un ejército legal y una policía
debidamente entrenada para acceder y combatir en esas favelas. Nosotros carecemos
de Ejército, y solo mantenemos para consumo de “la gilada”, una expresión
denigrada de fuerzas policiales y de seguridad. Sobre nuestras cabezas tenemos
sentado al Estado de Sao Pablo, y países como Bolivia (exportador de coca), y
Paraguay, (recién ahora descubierto como el paraíso de la marihuana. ¿Le gusta
el cóctel?. ¿Estamos dispuestos a digerirlo y servírselo en bandeja a nuestros
hijos, a nuestros nietos?. ¡Es verdad, quizá la reflexión respecto a este punto
resulte tardía; ya nos hemos convertido en potencia en materia de narcotráfico.
El 90% de los delincuentes que son aprehendidos, poseen
prontuarios con antecedentes por delitos iguales al último que se les imputa.
Homicidios, secuestros extorsivos, asaltos a mano armada, violaciones, tráfico
de estupefacientes, pedofilia, etc. ¿Cómo es posible que estén en libertad,
pavoneándose campantemente entre los miembros de una sociedad a la que ya han
herido de muerte?. La respuesta seguramente la tiene el Dr. Eugenio Zaffaroni,
hoy miembro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien basa su
doctrina garantista y permisiva por entender que el concepto de persona es
incompatible con el de “peligrosidad”. Evidentemente Zaffaroni, soslaya que
cualquiera tratado de ética y moral, habla de personas buenas y malas, y la
responsabilidad que como tales les cabe, concepto no extensivo a los otros
animales que solo actúan por instinto. Evidentemente el Dr. Zaffaroni, tal cual
lo traduce en su vida privada como pública, jamás ha leído o asimilado un
tratado de ética y/o moral.
Y la respuesta seguramente también la tienen muchos
gobernadores de provincias, empeñados en sostener establecimientos carcelarios
obsoletos, incapaces de albergar y contener semejantes poblaciones delictivas.
Por otra parte, advierta Ud., que la mayoría de esos establecimientos, se
encuentran ubicados en plenos centros urbanos, circunstancia que hace más
viable la invitación a motines y fugas. Una cosa es fugar de una cárcel y deber
recorrer cientos de kilómetros a pié y a campo traviesa, a tomarse un colectivo
de línea en la mismísima puerta de la cárcel. Nuestro territorio es extenso
hasta por demás. Existen grandes zonas no fértiles donde podrían construirse
tantas cárceles como fueran necesarias, algunas de máxima seguridad, y dotadas
de todos los elementos que los DDHH reclaman para seguridad de sus protegidos.
Las habituales charlas de café, que ya no son tantas habida
cuenta de lo costoso que sale tomar un café fuera de casa, pueden ser muy ricas
o muy pobres en contenido, dependiendo exclusivamente de quien o quienes
compartan la mesa. Sin embargo, todas tienen un componente común…¡no conducen a
nada!.
Seguramente la salud de la paciente sería otra, si los
argentinos no descansáramos en la penosa costumbre de “esperar todo del otro”
convirtiéndonos en críticos espectadores, sin asistir al llamado que dice:
“¡urgente, se necesitan dadores de sangre de cualquier tipo y factor para una
paciente en estado grave, llamada Argentina”.
Ricardo Jorge Pareja