El suicidio por honor del general Slobodan Praljak en el Tribunal Internacional de La Haya es algo demasiado duro de digerir para la vulvocracia en la que vivimos. Como no sabe cómo encajar semejante evento, la vulvocracia rápidamente segrega unos flujos de memes cómicos en Internet.
El acto de este hombre está a la altura del sepuku de Yukio Mishima e incluso de los suicidios del mariscal Göring o de Marco Junio Bruto.


Por cierto, alguien parafraseó a Göring con mucha gracia diciendo: “Cada vez que oigo cine español me llevo la mano a la pistola”.
La vulvocracia no puede comprender semejantes actos de virilidad y honor. Por supuesto que tampoco puede comprender cómo los cristianos de la ex Yugoslavia lucharon por liberar a esa tierra de la infección islámica, lo que les llevó a ser bombardeados por la OTAN sin piedad.
Ahora la vulvocracia gime día sí y día también por los “pobres” musulmanes expulsados de Birmania, sin pensar en los más que razonables motivos que tiene Birmania para expulsar a esa minoría. Son bien conocidos los crímenes del islam contra el budismo.
Pero a la vulvocracia le “pone” mucho el islam, qué vamos a hacerle.
El eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke, a quien nadie puede dar lecciones de democracia y de sindicalismo, ya que se la jugó combatiendo dentro de Solidarinösc, es sermoneado constantemente por la eurodiputada española Iratxe García, y el buen hombre pone una cara de estoica y amable cortesía cuando la escucha.
Se levanta un caballero polaco señalando cuál es el lugar orgánico de la mujer y le cae encima una tormenta de flujos corrosivos y de lágrimas de la matonería llorona.
Otro hombre se levanta y le hace un inmenso corte de mangas al tribunal que le quiere condenar por defender a la cristiandad en su tierra y la progrez se burla de su memoria con estúpidos memes.