¿Lo hacen sin querer queriendo?
Probablemente se trate del espíritu español, que ha dado sobradas
muestras de ser, por un lado, más papista que el Papa, y por el otro un
tanto extremado y ardiente.
El padre Leonardo Castellani cuenta en su libro el
Evangelio de Jesucristo, la siguiente anécdota que puede apoyar lo que
acabamos de decir sobre los españoles y el Papado:
El general Yagüe fue recibido en audiencia por el Papa Pío XII, el cual comenzó a decirle: "Sí, a propósito de la república española, mi antecesor que quizá al principio no vio claro...", a lo que el militar español cortó diciendo: "¡Basta! ¡El Papa es infalible! ¡No permito a Su Santidad que piense que su antecesor se ha equivocado!".
Lo cierto es que, después del último comunicado de la Fraternidad,
Infocatólica ha publicado un par de notas de las cuales vamos a
referirnos a la suscripta por su director Luis Fernando Pérez
Bustamante, quien ha titulado "Los obispos lefebrianos se mantienen en su espíritu cismático".
Dice allí Luis Fernando:
Es curioso que quienes apelan a la Tradición se permitan el lujo de caer bajo el delito que fue castigado con la excomunión por el concilio de Trento: “si alguno dijere que el Canon de la Misa contiene errores y que por esta causa se debe abrogar, sea anatema” (1562, Dz 1756, canon 6). Sin embargo, esos obispos afirman que “la nueva misa, promulgada en 1969, debilita la afirmación del reino de Cristo por la Cruz (“regnavit a ligno Deus”)... Juzguen ustedes mismos si se les aplica o no el anatema tridentino.
El encono suele oscurecer la inteligencia, y este podría ser el caso, veamos:
Al ataque feroz lanzado por Lutero sobre la Misa, el Concilio de Trento respondió con varias condenas.
Una de ellas es la que defendía el Canon de la Misa cuestionado por el
heresiarca sajón. Pero ¿a qué canon se refiere el Concilio Tridentino?
Al Canon Romano, el único que tuvo la Iglesia Romana desde los Apóstoles
hasta 1969; y que ahora, a pesar de haber pasado con varias
modificaciones al Novus Ordo como Plegaria Eucarística I, yace, en la
práctica, olvidado casi por completo.
Nuestro colega Luis Fernando debería saber que el derecho penal exige la
interpretación restrictiva de las normas, pues la pena que sufre el reo
es la privación de un bien.
Por eso sólo se condena cuando el delito se encuentra exactamente tipificado, y no se pueden aplicar un tipo penal análogamente.
Por eso sólo se condena cuando el delito se encuentra exactamente tipificado, y no se pueden aplicar un tipo penal análogamente.
Mal se puede aplicar, entonces, esta condena al juicio que se pudiera
efectuar sobre una Misa a la que no pudo referirse el Concilio
Tridentino en el canon mentado, pues todavía no existían ni el Nuevo
Modo ni las plegarias que hoy utilizamos.
Pero además, la Fraternidad no ha dicho nada sobre las Plegarias de la
Misa Nueva en forma específica; sino que el nuevo rito oscurece la
naturaleza sacrificial y propiciatoria del Sacrificio Eucarístico.
Aquí le llamamos macanear a este modo de discurrir utilizado en Infocatólica.
Por otro lado y ya que hablamos de Trento, sería bueno que Luis Fernando
recordara el siguiente canon que está en la misma Sesión, mismo
capítulo que el por él mencionado:
"Si alguno dijere que el rito de la Iglesia Romana por el que parte del canon y las palabras de la consagración se pronuncian en voz baja, debe ser condenado; o que sólo debe celebrarse la Misa en lengua vulgar,... sea anatema" (Sesión XXII, Cap IX, Can IX)
Hoy que el rito de la Iglesia Romana por el que parte del Canon y las
palabras de la consagración se pronunciaban en voz baja, ha sido
condenado (es decir, eliminado por completo).
Hoy que la Misa se celebra exclusivamente en lengua vulgar, hasta el Papa la celebra a diario en Italiano en Santa Marta.
¿Podemos decir que todos los sacerdotes del mundo, incluido el Papa están excomulgados en virtud de este canon tridentino?
Al final de su comentario Luis Fernando fustiga a los "lefebvrianos" enrostrándoles estas palabras de San Pío X:
“No permitáis que vosotros mismos seáis engañados por las taimadas declaraciones de aquellos que persistentemente claman que desean estar con la Iglesia, amar a la Iglesia, luchar para que la gente no salga de ella… sino juzgarlo por sus obras. Si ellos desprecian a los pastores de la Iglesia e incluso el Papa, si intentan por todos los medios evadir su autoridad para eludir sus directivas y juicios… entonces, ¿de qué Iglesia hablan esos hombres? Ciertamente no de la establecida sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, con Jesucristo mismo como la piedra angular” (Ef 2,20)
Pero otra vez se usan documentos en forma sesgada. San Pío X dirigió
estas palabras a los Modernistas a quienes había condenado en su
encíclica Pascendi Dominicis gregis dos años antes. Y hoy pueden
ser aplicadas a sus hijos, los neomodernistas o progresistas que pululan
por los dicasterios romanos y por las universidades católicas más
famosas.
¿O qué creen nuestros lectores que diría San Pío X, si se enterara de
que Roma acaba de firmar una declaración conjunta con los herejes
protestantes para festejar en conjunto los 500 años del alzamiento de
Lutero?
Finalmente, estimado Luis Fernando, dejaremos abiertos los comentarios
para lo que gustes aclarar. A pesar de la política del medio que diriges
que sólo da curso a opiniones coincidentes con las vuestras, y
silencian sistemáticamente cualquier disenso sin importarles lo
fundamentados que sean. ¿Tienen miedo a debatir los cultores del
diálogo?