martes, 25 de junio de 2013

LA EXIGENCIA HISTORICA DE SALVAR ESPAÑA

 ¿CASUALIDAD O CAUSALIDAD?
Cuando se repiten en el mundo iguales altercados que preocupan y desangran a paìses enteros, no integrado a los elegidos atacantes, ¿no es hora de creer que existe una maniobra "DIABOLICA" cuyas pretenciones comprende el GOBERBAR Y HACERSE DUEÑO DEL PLANETA? A eso llaman Nuevo Orden Mundial. ARGENTINOS REACCIONEMOS. (V.N)    

Ante esta casta parasitaria y corrupta, que nos está conduciendo por un peligroso camino que inevitablemente nos va a llevar al caos, yo uno mi voz a la de cuantos compatriotas reclaman la urgente necesidad de un cambio drástico en lo político, en lo moral, en lo social y en lo económico. La constatación de que esta democracia liberal ha fracasado se nutre cada día de nuevas evidencias.
Lo peor no es que haya fracasado el modelo constituyente aprobado en 1978, sino que la casta, teniendo la misma constancia de ello que nosotros, siga impertérrita con su festín, rebañando del plato todos los despojos que quedan del Estado y simulando una situación de aparente normalidad que no hará sino dificultar la remontada. Esta casta depredadora nos arrastrará al abismo si hace falta mientras haya en España cualquier cosa que tenga un valor negociable o exista una sóla hectárea de suelo español que pueda ser recalificada o enajenada.
Nunca nuestra nación había estado dirigida y controlada por personas a sueldo de países con un ideal y unas pretensiones distintas a las nuestras. Existen inquietantes pruebas de que los fondos de Qatar están consiguiendo ablandar no pocas voluntades políticas en el engorroso asunto de la islamización sin freno que se ha puesto en marcha. Hay preocupantes indicios de que algunos representantes de la casta comparten intereses espurios con países que son enemigos naturales nuestros. Hay argumentos que validan a diario la teoría de que a esta casta ya nada le importa el futuro de España, la salud moral de los jóvenes, la supervivencia de millones de familias, la desaparición de la clase media…
Por eso lanzamos hoy una voz de alarma y hacemos un llamamiento de unión dirigido al amplísimo sector de fuerzas políticas que, por su origen y doctrina, deben encuadrarse en un bloque nacional. También invocamos a que se sienten las bases de otro modelo de Estado sin las sombras ni las hipotecas de 1978. El modelo de Estado surgido de esa Constitución ha fracasado estrepitosamente. Mantenerlo en trance agónico no hará sino agigantar el drama que viven ya millones de familias y toda una legión de parados, menesterosos, drogodependientes… españoles abandonados a su suerte y sin la mínima esperanza de mejorar sus vidas.
Cada día se producen suicidios en España. Cada día, un centenar de jóvenes y adolescentes entran en contacto con el mundo de las drogas. Cada día aumenta el número de fracasos escolares. Cada día más españoles son asesinados. Cada día se registra un mayor número de alcohólicos, de madres de familia que caen en las garras de la prostitución, de ancianos que pieden sus viviendas por haber avalado la de sus hijos y nietos… La situación requiere ya de medidas drásticas y urgentes. El Estado español tiene que volver a estar al servicio del hombre y de la Sociedad, no al revés.
Todos estos problemas ya fueron anticipados hace 40 años por españoles sabios, decentes e ilustres, a los que abandonamos a su suerte, aliándonos con el sistema en su desfenestración social y política. Los problemas que hoy nos han estallado comenzaron a incubarse con la aprobación de la Constitución de 1978. Permitimos, dejamos su redacción en manos de quienes habían dinamitado la convivencia española 45 años antes. Dejamos en manos de socialistas, comunistas, separatistas y de franquistas oportunistas convertidos tardíamente al liberalismo democrático nada menos que la cimentación de este edificio que se vuelve a caer a trozos. Por contra, silenciamos la voz de los representantes del único estamento que hubiese representado una clara y limpia conducta en beneficio de los intereses nacionales y no de los de una casta al dictado de los organismos supranacionales y de algunas logias internacionales.
Aquellos constituyentes, sectarios y partidarios, representaban las mismas posiciones ideológicas que nos llevaron a una guerra civil años atrás. En cambio, fue ignorada, vituperada y hasta castigada con la cárcel la opinión de aquellos sobre cuyos principios morales y patrióticos se hizo posible una fructífera y brillante etapa de nuestra historia.
Quienes hemos mantenido contra viento y marea una doctrina política que nos resultó válida para llevar a España al mejor momento de su historia, no creemos que en estos momentos, trascendentales y decisivos para nuestro porvenir, debamos adoptar posiciones timoratas, ni disimular lo que somos ni lo que representamos para el futuro de nuestra Patria.
Ante la grave coyuntura política que vivimos, ante la próxima responsabilidad que sobre todos va a recaer en los próximos meses y años, ante la amenaza, incluso, de que España pueda desaparecer como nación, ante la posibilidad de que puedan repetirse jornadas de luto para los españoles, está claro que no es hora de desperdigar esfuerzos, ni de componendas de grupo, ni de ambiciones personales, sino de adoptar posiciones patrióticas y terminantes para que todos sepamos quiénes somos, dónde estamos, qué queremos y a dónde vamos.
Los momentos actuales nos dan la razón. Por eso a la casta siempre le preocupó la consolidación de un grupo político que estuviera a la derecha del PP, fuera del alcance de lo que ellos controlan, manejan y prostituyen. Por eso a la casta le obsesionó siempre la autoridad moral de los militares, condenándoles por ello al silencio y a la invisibilidad.
Los que se han repartido el botín todos estos años no hubieran podido hacerlo teniendo frente a ellos, en igualdad de condiciones, a quienes representaban y representan un resorte de patriotismo, un modelo de conducta, un ejemplo de austeridad y un caudal de moralidad al servicio de todos y no de unos pocos. De ahí la obsesión por desposeer al Ejército español, auténtico baluarte de nuestra unidad nacional, de toda su naturaleza y sustancia. Me consuela la constatación estos meses de que al menos no lo han conseguido del todo.
Por ellos, por nosotros, pero sobre todo, por nuestros hijos, hoy más que nunca: ¡Arriba España!