¿CASUALIDAD O CAUSALIDAD?
Cuando se repiten en el mundo iguales altercados que preocupan y desangran a paìses enteros, no integrado a los elegidos atacantes, ¿no es hora de creer que existe una maniobra "DIABOLICA" cuyas pretenciones comprende el GOBERBAR Y HACERSE DUEÑO DEL PLANETA? A eso llaman Nuevo Orden Mundial. ARGENTINOS REACCIONEMOS. (V.N)
Ante
esta casta parasitaria y corrupta, que nos está conduciendo por un
peligroso camino que inevitablemente nos va a llevar al caos, yo uno mi
voz a la de cuantos compatriotas reclaman la urgente necesidad de un
cambio drástico en lo político, en lo moral, en lo social y en lo
económico. La constatación de que esta democracia liberal ha fracasado
se nutre cada día de nuevas evidencias.
Lo peor no es que haya fracasado el modelo constituyente aprobado en
1978, sino que la casta, teniendo la misma constancia de ello que
nosotros, siga impertérrita con su festín, rebañando del plato todos los
despojos que quedan del Estado y simulando una situación de aparente
normalidad que no hará sino dificultar la remontada. Esta casta
depredadora nos arrastrará al abismo si hace falta mientras haya en
España cualquier cosa que tenga un valor negociable o exista una sóla
hectárea de suelo español que pueda ser recalificada o enajenada.
Nunca nuestra nación había estado dirigida y controlada por personas a
sueldo de países con un ideal y unas pretensiones distintas a las
nuestras. Existen inquietantes pruebas de que los fondos de Qatar están
consiguiendo ablandar no pocas voluntades políticas en el engorroso
asunto de la islamización sin freno que se ha puesto en marcha. Hay
preocupantes indicios de que algunos representantes de la
casta comparten intereses espurios con países que son enemigos naturales
nuestros. Hay argumentos que validan a diario la teoría de que a esta
casta ya nada le importa el futuro de España, la salud moral de los
jóvenes, la supervivencia de millones de familias, la desaparición de la
clase media…
Por eso lanzamos hoy una voz de alarma y hacemos un llamamiento de
unión dirigido al amplísimo sector de fuerzas políticas que, por su
origen y doctrina, deben encuadrarse en un bloque nacional. También
invocamos a que se sienten las bases de otro modelo de Estado sin las
sombras ni las hipotecas de 1978. El modelo de Estado surgido de esa
Constitución ha fracasado estrepitosamente. Mantenerlo en trance agónico
no hará sino agigantar el drama que viven ya millones de familias y
toda una legión de parados, menesterosos, drogodependientes… españoles
abandonados a su suerte y sin la mínima esperanza de mejorar sus vidas.
Cada día se producen suicidios en España. Cada día, un centenar de
jóvenes y adolescentes entran en contacto con el mundo de las drogas.
Cada día aumenta el número de fracasos escolares. Cada día más españoles
son asesinados. Cada día se registra un mayor número de alcohólicos, de
madres de familia que caen en las garras de la prostitución, de
ancianos que pieden sus viviendas por haber avalado la de sus hijos y
nietos… La situación requiere ya de medidas drásticas y urgentes. El
Estado español tiene que volver a estar al servicio del hombre y de la
Sociedad, no al revés.
Todos estos problemas ya fueron anticipados hace 40 años por
españoles sabios, decentes e ilustres, a los que abandonamos a su
suerte, aliándonos con el sistema en su desfenestración social y
política. Los problemas que hoy nos han estallado comenzaron a
incubarse con la aprobación de la Constitución de 1978. Permitimos,
dejamos su redacción en manos de quienes habían dinamitado la
convivencia española 45 años antes. Dejamos en manos de socialistas,
comunistas, separatistas y de franquistas oportunistas convertidos
tardíamente al liberalismo democrático nada menos que la cimentación de
este edificio que se vuelve a caer a trozos. Por contra, silenciamos la
voz de los representantes del único estamento que hubiese representado
una clara y limpia conducta en beneficio de los intereses nacionales y
no de los de una casta al dictado de los organismos supranacionales y de
algunas logias internacionales.
Aquellos constituyentes, sectarios y partidarios, representaban las
mismas posiciones ideológicas que nos llevaron a una guerra civil años
atrás. En cambio, fue ignorada, vituperada y hasta castigada con la
cárcel la opinión de aquellos sobre cuyos principios morales y
patrióticos se hizo posible una fructífera y brillante etapa de nuestra
historia.
Quienes hemos mantenido contra viento y marea una doctrina política
que nos resultó válida para llevar a España al mejor momento de su
historia, no creemos que en estos momentos, trascendentales y decisivos
para nuestro porvenir, debamos adoptar posiciones timoratas, ni
disimular lo que somos ni lo que representamos para el futuro de nuestra
Patria.
Ante la grave coyuntura política que vivimos, ante la próxima
responsabilidad que sobre todos va a recaer en los próximos meses y
años, ante la amenaza, incluso, de que España pueda desaparecer como
nación, ante la posibilidad de que puedan repetirse jornadas de luto
para los españoles, está claro que no es hora de desperdigar esfuerzos,
ni de componendas de grupo, ni de ambiciones personales, sino de adoptar
posiciones patrióticas y terminantes para que todos sepamos quiénes
somos, dónde estamos, qué queremos y a dónde vamos.
Los momentos actuales nos dan la razón. Por eso a la casta siempre le
preocupó la consolidación de un grupo político que estuviera a la
derecha del PP, fuera del alcance de lo que ellos controlan, manejan y
prostituyen. Por eso a la casta le obsesionó siempre la autoridad moral
de los militares, condenándoles por ello al silencio y a la
invisibilidad.
Los que se han repartido el botín todos estos años no hubieran podido
hacerlo teniendo frente a ellos, en igualdad de condiciones, a quienes
representaban y representan un resorte de patriotismo, un modelo de
conducta, un ejemplo de austeridad y un caudal de moralidad al servicio
de todos y no de unos pocos. De ahí la obsesión por desposeer al
Ejército español, auténtico baluarte de nuestra unidad nacional, de toda
su naturaleza y sustancia. Me consuela la constatación estos meses de
que al menos no lo han conseguido del todo.
Por ellos, por nosotros, pero sobre todo, por nuestros hijos, hoy más que nunca: ¡Arriba España!