POSESIÓN DIABÓLICA
“Justamente a MI me tocó ser YO…
y ser argentino…
y en estos tiempos.”
(especie de lamento escuchado al pasar)
Entre
los síntomas característicos de un poseso se encuentran: Los “ojos en
blanco”, la xenoglosia (hablar en lenguas desconocidas por el paciente),
aparición de dermografismo (escritura del demonio en la piel del
paciente), conducta violenta o desorganizada o inhabitual para el
paciente; son frecuentes las convulsiones.
En
general, las manifestaciones de un poseído según manuales e
instructivos religiosos, como el ritual romano y los manuales para
exorcistas, incluyen: memoria o personalidad «borrada», convulsiones,
respiración agónica, aversión a lo sagrado, aparición de enfermedades
sin causa aparente, acceso a conocimientos sobre sucesos distantes y
ocultos (gnosis) y a lenguajes extranjeros (glossolalia) o hablar y
entender lenguas desconocidas por el sujeto como ya dijimos; cambios
drásticos en la entonación vocal y en la estructura facial, aparición
repentina de lesiones (arañazos, punciones y diferentes marcas),
cicatrices “espontáneas” y fuerza desproporcionada.
A
la clásica sintomatología de un poseso habrá de hacérsele a partir de
ahora un agregado urgente. Acontecimientos de los últimos tiempos avalan
esta postura y no hacerlo representa un enorme riesgo para los
católicos que aun resisten y se encuentran diseminados por el mundo.
Al
escribir este artículo narrando ciertos hechos actuales, haremos
referencia a la acción del demonio en el ámbito de la Iglesia, y
dejaremos de lado todo aquello que haya ocurrido anteriormente a su
fundación, llevada a cabo por Nuestro Señor; tampoco interesa a los
fines de este artículo lo que pueda haber ocurrido y ocurre también por
fuera de Ella.
La
acción del demonio en las falsas religiones que promueven la idolátrica
adoración de los ídolos es evidente por sí misma y el miserable estado
en que se encuentran y al que llevan a sus fieles habla por sí solo. Hay
que ser un “pastenaca descerebrado” (lo cual equivale a simpatizar con
los Encuentros Ecuménicos de Asís) para no darse cuenta. (NdA.
“Pastenaca descerebrado”: adjetivación aplicable únicamente a aquellas
personas de religión dizque católica a las que aún les funcionan algunas
partes de su cerebro, y que adhieren a las enseñanzas de la Iglesia que
se dice Católica Conciliar, cuyo jefe se encuentra en el Vaticano
vestido de blanco y con zapatos negros; también puede aplicarse a
aquellos que alguna vez se apartaron de esa Iglesia Conciliar pero
TODAVÍA HOY siguen creyendo que la Iglesia Conciliar y Oficial es la
Iglesia Católica, a la cual creen que debieran pedirle permisos para
cualesquiera de sus nuevas ocurrencias).
Deberemos
reconocer, porque pruebas sobran, que el enemigo del género humano, el
arcángel caído, Lucifer, Satanás, el diablo o “EL TORCIDO” como es
denominado en cierta interesante saga escrita por el escritor inglés
C.S. Lewis, ha mutado su manera de hacer las cosas y desde hace unos
años cambió radicalmente de estrategia.
En
efecto, a lo largo de unos 1960 años, “el Torcido” se empleaba, tal y
como se emplea hoy, a troche y moche y sin descanso en su tarea
disolutoria acompañada con bastante frecuencia de ciertos golpes de
efecto que se corresponden perfectamente con su descomunal orgullo.
Enfermo
de poder y deseoso de mostrarse en acción; a veces su extrema vanidad
lo lleva a mostrarse demasiado, aunque eso juegue muchas veces en contra
de sus propios intereses. Por eso, endiablado como anda desde que el
Señor concretó la definitiva Redención de alcance universal que reabrió
para los hombres las puertas del Cielo, hemos sido testigos de su
actividad “pública” en todos estos siglos de existencia, pudiéndolo
observar siempre intentando destruir a la Iglesia Católica y a los
católicos.
Las
Posesiones Diabólicas tienen un capítulo aparte en la historia; en la
historia de la Iglesia tienen su lugar especial. La Santa Madre Iglesia,
Mater et Magistra y celosa protectora de sus hijos creó un verdadero
ejército de hombres destinados a combatir a “El Torcido” en esas
emergentes situaciones que genera cuando invade y posee a una persona.
Esos hombres son los exorcistas; se trata de una suerte de
especialización que ciertamente hoy no goza del prestigio que supo tener
en otras épocas.
Por
cierto que entre las diabólicas artes de “El Torcido”, también se
encuentra aquella de “Hacernos creer que No Existe”, habilísima
estratagema que quizás sea aquella que más y mejores resultados le haya
dado. Esta modalidad, comenzó a utilizarla con mucha más asiduidad y
masividad bastantes siglos después del año 1; es decir, cuando los
tiempos estuvieron “maduros”, y gracias a su deletérea acción “El
Torcido” había logrado insuflar en la sociedad cristiana ciertas
ideologías y nociones contrarias a toda Trascendencia. Había logrado que
los hombres se preocupasen casi exclusivamente de su propia inmanencia y
las contingencias propias de la vida mortal únicamente; fue entonces
que “El Torcido” vio que era algo sumamente efectivo “jugar a las
escondidas”; y así para muchos, (muchísimos en realidad), el diablo NO
EXISTE.
Bueno.
Queremos advertir a los fieles de la Resistencia Católica, y en
especial a los lectores y amigos de Radio Cristiandad, que “El Torcido”
ha cambiado de estrategia. Queda claro y está establecido que el Maldito
ha sabido dar un inmenso paso hacia adelante en la búsqueda de su
objetivo final al lograr que muchos de sus satélites salieran
victoriosos con ocasión del Concilio Vaticano II; es más, es allí donde
vemos el comienzo del cambio en su estrategia.
No
podremos tal vez dar con el momento exacto, (aunque si aproximado),
pero el cambio es notorio. En si mismo, no es algo nuevo; ya en otros
tiempos “El Torcido” también usaba la modalidad a la que vamos a
referirnos. Pero hoy es MASIVA… ESO ES LO NUEVO.
“El
Torcido” ha descubierto (o forma parte de su planificación, yo no lo
sé) que las manifestaciones típicas de los posesos ya no asustan a nadie
(Hollywood mediante) y que además, ya no le brindan tantas
satisfacciones como antaño ni tan efectivos resultados.
Es
que antes un poseído se retorcía, levitaba, echaba afuera algo parecido
a una catarata de sopa de crema de arvejas, giraba su cabeza tres o
cuatro veces como un trompo; hablaba en idiomas desconocidos y era dable
observar a delicadas damiselas profiriendo blasfemias con una voz
cascada y más bien propia de un caballero a la mañana siguiente de una
noche de juerga, whisky y cigarros…
Todo
eso generaba reacciones no muy felices para los infernales intereses:
la intervención de un exorcista que, para colmo, obtenía pruebas y
testimonios elocuentes de la acción del Mal, lo cual se usaba para
esclarecer a los cristianos.
Lamentablemente
no podemos alegrar a nuestros lectores con la noticia de que la
actividad de “El Torcido” haya decrecido. Por el contrario, ha
aumentado.
Que
haya aumentado NO SIGNIFICA que verán por ahí, caminando por las calles
a personas con los ojos dados vuelta y gestos malignos. No los verán
trepados a los carteles publicitarios dispuestos a lanzarse de cabeza
hacia ustedes; no los verán aullando al pasar cerca de uno cualquiera de
nuestros depopulados, desconsagrados y profanados templos porteños, no.
Aquí es donde entra el CAMBIO DE ESTRATEGIA.
Observen bien. Lean bien. Analicen.
Porque
verán más posesos de los que nunca se ha visto en la historia. Porque
ellos… caminan cerca suyo, respiran cerca suyo, trabajan con usted… tal
vez vivan con usted.
Los verán alegres y satisfechos. Los verán casi, casi, perfectamente normales.
NO SE CONFÍE.
Los
posesos hodiernos no hacen todas aquellas cosas extrañas; (puede ser
que de vez en vez “El Torcido” se complazca a sí mismo con algún que
otro caso aislado y genere un poseído “convencional”).
En
estos tiempos hay más posesos de los que jamás ha habido en toda la
historia. El signo exterior que nos permite identificarlos es la más
completa y absoluta ESTUPIDEZ.
Si
no me cree, tómese el trabajo de leer los discursos de Bergoglio; lea
los comentarios que sobre esos discursos hacen sus millones de
fanáticos, (todos ellos poseídos y por eso degradados a la más estulta
condición); analice los dichos y escritos de muchos de los miembros de
la “jerarquía” de la Iglesia Conciliar que lo acompaña. Véalo por usted
mismo.
Podrán decirme que eso no es estupidez sino apostasía.
A lo cual responderé que se trata justamente de eso: DE QUE SON AMBAS COSAS, o de que VAN JUNTAS.
No
es que sean estúpidos, sino que “están estúpidos” o ESTUPIDIZADOS lo
cual es sin dudas un excelente estado si lo que se procura es llegar a
ser un APÓSTATA CONSUMADO.
Una
prueba perfectamente constatable en muchos “clérigos” poseídos de hoy
en día es que manifiestan una versión parecida a aquella xenoglosia que
llevaba a los posesos a hablar en lenguas desconocidas. Muchos
“teólogos” y jerarcas de la Iglesia Conciliar se expresan en términos xenoteológicos
… es decir, profieren “Urbi et Orbi”, enseñanzas totalmente
desconocidas, si por conocidas dentro de la Iglesia se entiende a la
Doctrina del Magisterio de la Iglesia que no está basado en otra cosa
que en la Verdad Revelada.
En referencia al párrafo anterior, “Catafito” Bergoglio viene a ser EL ARQUETIPO.
Cuando
usted escuche hablar a un ESTÚPIDO abra el ojo… tenga cuidado, mírelo
bien; puede ser que usted tenga ante sí a un poseso. Puede también que
no lo sea; es decir que sea un estúpido de tipo natural, digamos… pero
por las dudas NO SE DESCUIDE.
Hay muchos posesos que manifiestan con claridad este síntoma de ESTUPIDEZ.
Sería imposible (por interminable) dar una lista de ejemplos y no tenemos tanto espacio ni tiempo.
Es por ello que hemos elegido UN EJEMPLO ÚNICO que tiene DOS protagonistas.
Son los dos protagonistas de la historia.
ELLA y ÉL. Perfecta imagen de la concurrencia de La Estupidez y La Apostasía.
Y
sólo una cosa vamos a agregar: es como si dijéramos, el corolario de
este escrito. Pero también es una advertencia, un grito de alarma, un
llamado al estado de Guardia Permanente; a no descuidarse porque “si
aquellos días no fuesen acortados nadie se salvaría”… o sea NADIE QUEDA
EXENTO; “VIGILAD Y ORAD”, PORQUE:
LA ESTUPIDEZ Y LA APOSTASÍA VAN DE LA MANO (y se escriben cartas).