Desde comienzo de este año
asistimos a un fenómeno creciente y excesivamente dinámico en el
público de medios de comunicación. Una expresión de la que parece no
se toma dimensión ni se comprende.
Pareciera que este público
hoy ya no “come cuentos” y está dispuesto a condenar a la muerte
mediática a todo aquel que no esté ni de un lado ni del otro. Ni del
lado de la gente, o sea de su público, o sea de sus clientes. Y
obviamente también, a condenar a quienes se identifican como
neutrales en estos tiempos. Muestra de esto es el repudio televisivo
a artistas, el esquivo rating de los neutrales, y hasta la falta de
pantalla de quien hace unos meses era el amo del encendido y hoy
parece ser sólo el dueño de un pasado exitoso.
Por repudio o neutralidad,
la gente los está expulsando de sus televisores, es decir de sus
hogares.
En el marco de este
fenómeno, las noticias (falsas o no) del crimen de Ángeles
Rawson se consumen con una vertiginosa avidez
de manera sostenida con la única expectativa cierta de exculpar al
portero.
Como un misterio
insondable, los medios insisten: Qué hay detrás de este caso? Qué
encubre el portero? Que fuerza oculta lo amenaza?
Nuestra sociedad descree
de la dirigencia política, oficialista y opositora, de los jueces,
de los fiscales. Y de los medios, de los periodistas, también…En
este particular el público dejó de ser espectador para empezar a ser
protagonista del contenido. La opinión pública dejó de ser la
opinión de los medios, y vemos que no hay ofertas para esta demanda
de certezas y credibilidades. En este devenir, es lógico pensar que
pronto ese público empezará también a jugar de ciudadano.
Puede verse que estamos
dejando atrás la candorosa, hipócrita y cómoda ingenuidad (la misma
que fue el germen del actual cinismo imperante) para pedir la cabeza
de un Barrabás que otorgue a los poderes del Estado al menos un
atisbo de la credibilidad que jamás han tenido.
En este caso, podrán
condenar al portero, pero nadie creerá en su culpabilidad, ni en las
pruebas, ni en objetividades; todo lo contrario.
Viviana Padelin