La degradación cultural de un país en manos burdas
El Himno Nacional Argentino es una de las piezas musicales más notables que he escuchado en mi vida. Indudablemente Blas Parera ha sido un destacado compositor, capaz de escribir tamaña obra que ensambla, desde la imponente tonalidad del Si Bemol, toda la temática musical disponible y necesaria para componer una bellísima canción patria. Probablemente la más hermosa de la tierra.
Alternando dramáticas séptimas con profundos menores, Parera desemboca en una melodía notablemente amistosa al canto sentido y espontáneo. Para rematar con un final que, desde lo musical, es puro orgullo y enjundia patriótica,
Desde la primera hasta la última nota, hay que decir que el Himno Nacional Argentino no tiene desperdicio musical. Es una gema. El Himno Nacional es lo que debe ser : El férreo mensaje de una nación nueva, que se le planta formalmente al mundo con orgullo y determinación.
En 1990 Charly García, un músico tan notable como Parera, formuló su propia versión. Respetó las condiciones implícitas por el autor original, y le agregó su toque personal, subiéndolo un tono, rumbo al Do mayor, una tonalidad menos marcial, y más acorde con tiempos de paz. García versionó el himno nacional con el respeto musical e intelectual que la obra merece, y lo aggiornó a los tiempos que corrían.
Le quitó un poco del ornamento musical de Parera, y le agregó un acompañamiento rítmico más acorde a los tiempos. Básico y sin implicancias culturales. Fue una buena obra la que terminó produciendo García, y de su escucha se interpreta una canción patria que refleja, musicalmente, más preguntas que afirmaciones. Más light desde la implicancia tonal, pero más severo desde la profundidad del canto. Era lo correcto para el año 90. La Argentina ya comenzaba a evidenciar que tenía menos orgullo a por cantar, y más fracasos. Si Parera había escrito, en 1813, una pieza exacerbada que saludaba a la patria naciente, García, 177 años más tarde, expresaba un país controvertido y difícil, con un himno que, desde lo musical y desde la instrumentación, plantea más pesares que alborozos.
A 200 años de la creación del himno nacional, el kirchnerismo está presentando versiones diferentes. Y hay que decir que esas versiones no son casuales. Sino que están emparentadas con la direccionalidad en la que el kirchnerismo lleva y quiere llevar a la Argentina.
La particularidad más notable del "Himno de Cristina", es la incursión de ritmos
latinoamericanos. Percusiones casi tribales que derivan en aires de cumbia, para trocar más tarde al tradicional malambo.
No estaría tan mal que se introduzca el malambo en el arreglo rítimico de la canción patria. Lo que no tiene nada que ver con la Argentina es el aire de cumbia. Porque es un ritmo absolutamente ajeno a estas tierras y a nuestra tradicional cultura.
Y porque, además, es presentado como una versión bailable, cuya primera coreógrafa es la propia presidente de la nación.
Y entonces, hay que decir, que devaluar el Himno Nacional Argentino a una versión bailable, muestra la falta de respeto que quienes la perpetran tienen para con la canción patria. Ni los himnos nacionales de Colombia, Venezuela y Cuba presentan estos aires cumbiancheros que el kirchnerismo le está imponiendo al argentino.
Es posible que el kirchnerismo aggiorne el himno a lo que ellos entienden por unidad latinoamericana, es posible también, que se trate, apenas, de una simple versión populista, berreta y que no enorgullece a nadie. O las dos cosas.
La realidad es que cantar la introducción del himno nacional con un coro de ohh ohhh ooohhhh habla de gente primitiva e incapáz de disfrutar la belleza musical de la introducción de una canción patria verdaderamente notable.
Y que exhibirse, ante el Himno Nacional, meneando las caderas, ya habla lisa y llanamente de gente demasiado vulgar. Personajes demasiado menores, que creen que pueden modificar no solo un himno nacional, sino el sentido mismo de la nacionalidad. Muestran un país bailantero, con un sudor que no proviene del trabajo sino del relajo. Con poses eróticas antes que con algún orgullo.
Para Cristina Kirchner, el Himno Nacional Argentino es una buena ocasión para mover el culo. Para nosotros, es una clara muestra de la catadura moral de los personajes que nos gobiernan. Absurdos, irrespetuosos, vulgares, megalómanos sin patria ni pertenencia.
El Himno Nacional Argentino es una de las piezas musicales más notables que he escuchado en mi vida. Indudablemente Blas Parera ha sido un destacado compositor, capaz de escribir tamaña obra que ensambla, desde la imponente tonalidad del Si Bemol, toda la temática musical disponible y necesaria para componer una bellísima canción patria. Probablemente la más hermosa de la tierra.
Alternando dramáticas séptimas con profundos menores, Parera desemboca en una melodía notablemente amistosa al canto sentido y espontáneo. Para rematar con un final que, desde lo musical, es puro orgullo y enjundia patriótica,
Desde la primera hasta la última nota, hay que decir que el Himno Nacional Argentino no tiene desperdicio musical. Es una gema. El Himno Nacional es lo que debe ser : El férreo mensaje de una nación nueva, que se le planta formalmente al mundo con orgullo y determinación.
En 1990 Charly García, un músico tan notable como Parera, formuló su propia versión. Respetó las condiciones implícitas por el autor original, y le agregó su toque personal, subiéndolo un tono, rumbo al Do mayor, una tonalidad menos marcial, y más acorde con tiempos de paz. García versionó el himno nacional con el respeto musical e intelectual que la obra merece, y lo aggiornó a los tiempos que corrían.
Le quitó un poco del ornamento musical de Parera, y le agregó un acompañamiento rítmico más acorde a los tiempos. Básico y sin implicancias culturales. Fue una buena obra la que terminó produciendo García, y de su escucha se interpreta una canción patria que refleja, musicalmente, más preguntas que afirmaciones. Más light desde la implicancia tonal, pero más severo desde la profundidad del canto. Era lo correcto para el año 90. La Argentina ya comenzaba a evidenciar que tenía menos orgullo a por cantar, y más fracasos. Si Parera había escrito, en 1813, una pieza exacerbada que saludaba a la patria naciente, García, 177 años más tarde, expresaba un país controvertido y difícil, con un himno que, desde lo musical y desde la instrumentación, plantea más pesares que alborozos.
A 200 años de la creación del himno nacional, el kirchnerismo está presentando versiones diferentes. Y hay que decir que esas versiones no son casuales. Sino que están emparentadas con la direccionalidad en la que el kirchnerismo lleva y quiere llevar a la Argentina.
La particularidad más notable del "Himno de Cristina", es la incursión de ritmos
latinoamericanos. Percusiones casi tribales que derivan en aires de cumbia, para trocar más tarde al tradicional malambo.
No estaría tan mal que se introduzca el malambo en el arreglo rítimico de la canción patria. Lo que no tiene nada que ver con la Argentina es el aire de cumbia. Porque es un ritmo absolutamente ajeno a estas tierras y a nuestra tradicional cultura.
Y porque, además, es presentado como una versión bailable, cuya primera coreógrafa es la propia presidente de la nación.
Y entonces, hay que decir, que devaluar el Himno Nacional Argentino a una versión bailable, muestra la falta de respeto que quienes la perpetran tienen para con la canción patria. Ni los himnos nacionales de Colombia, Venezuela y Cuba presentan estos aires cumbiancheros que el kirchnerismo le está imponiendo al argentino.
Es posible que el kirchnerismo aggiorne el himno a lo que ellos entienden por unidad latinoamericana, es posible también, que se trate, apenas, de una simple versión populista, berreta y que no enorgullece a nadie. O las dos cosas.
La realidad es que cantar la introducción del himno nacional con un coro de ohh ohhh ooohhhh habla de gente primitiva e incapáz de disfrutar la belleza musical de la introducción de una canción patria verdaderamente notable.
Y que exhibirse, ante el Himno Nacional, meneando las caderas, ya habla lisa y llanamente de gente demasiado vulgar. Personajes demasiado menores, que creen que pueden modificar no solo un himno nacional, sino el sentido mismo de la nacionalidad. Muestran un país bailantero, con un sudor que no proviene del trabajo sino del relajo. Con poses eróticas antes que con algún orgullo.
Para Cristina Kirchner, el Himno Nacional Argentino es una buena ocasión para mover el culo. Para nosotros, es una clara muestra de la catadura moral de los personajes que nos gobiernan. Absurdos, irrespetuosos, vulgares, megalómanos sin patria ni pertenencia.
Somos millones los argentinos que no merecemos
ser denostados y agredidos de esta manera. No tenemos la culpa de
que para Cristina Kirchner la canción patria sea adecuada para
amenizar una bailanta. La puerta de nuestra casa debe ser la
entrada a un auténtico hogar, no a un cabaret.
Fabián Ferrante