lunes, 24 de junio de 2013

KIKO Y LA IGLESIA CONCILIAR HOMENAJEAN A LAS “VÍCTIMAS” DEL “HOLOCAUSTO” judios

judios
Histórico y sin precedentes. Ayer, la entrada al campo de concentración de Auschwitz-Birkenau, donde se encuentra la llamada «Puerta de la muerte», acogió una Celebración sinfónico-catequética como homenaje a las víctimas del Holocausto.
Organizada por el Camino Neocatecumenal, contó con la presencia de seis cardenales y unos 35 rabinos, además de numerosos obispos y personalidades del mundo hebreo y católico. Entre las autoridades civiles, participó Álvaro Albacete, embajador de España para las relaciones con las comunidades judías.
El Papa Francisco envió un mensaje de apoyo en el que expresaba la esperanza de que esta iniciativa «tenga muchos fruto y refuerce los lazos entre cristianos y hebreos». Además, al referirse a la masacre pidió oraciones «para que estos horrores no vuelvan a repetirse». Durante la celebración, la Orquesta Sinfónica del Camino interpretó «El sufrimiento de los inocentes», compuesta por su iniciador y responsable, Kiko Argüello.
El acto fue presidido por el cardenal arzobispo de Cracovia, Stanislaw Diwitz, quien animó a cristianos y hebreos a continuar por el camino marcado por Juan Pablo II, del que fue su secretario personal, y continuado después por Benedicto XVI.
Por su parte, el rabino David Rosen, responsable de la relación entre el pueblo hebreo y la Santa Sede señaló que esta música lleva a «la comprensión del sufrimiento» y la «reconciliación de los dos pueblos». «Es significativo –añadió– que los cristianos nos tributen este homenaje y entiendan nuestro sufrimiento».
A su vez, Argüello explicó que «la espada profetizada por el profeta Ezequiel vino sobre este campo de exterminio» y añadió que «hoy apenas se habla del demonio». «Esto que ha ocurrido aquí –advirtió– se podría repetir de nuevo, porque el demonio existe, no ha muerto».
El evento, al que asistieron unas 12.000 personas, y en el que también se hizo referencia a las víctimas inocentes de otros momentos de la historia, ha sido tildado como uno de los acontecimientos más importantes en el acercamiento entre el pueblo hebreo y la Iglesia desde el Vaticano II.