Martha Colmenares me acaba de comunicar que hace poco falleció Arcendo, autor del blog La Hoja de Arce, un veterano de la blogosfera católica española. Su último artículo lo publicó el 16 de mayo en su blog: “Estoy
pasando el peor de los momentos de toda mi enfermedad. No levanto
cabeza. No como bien, vomito bastante, no duermo bien… y un largo
etcétera de maluras que no se las deseo ni a mi peor enemigo, si es que
tengo alguno”, escribió.
Empecé a contactar con Arcendo en la red hace más de un lustro.
Supongo que desde la Casa del Padre ya no le importará que diga que él firmaba entonces como Lobeznox,
y quiero recordarlo ahora porque fue así como le conocí, fue así como
me demostró su rectitud y su sentido del honor. También quiero
agradecerle que cuando poca gente conocía Contando Estrelas, él fue el primero que le dio un premio a este blog, en agosto de 2007. Si estáis leyéndolo hoy es gracias a su apoyo, y me faltan las palabras para agradecérselo como es debido.
Unos meses después, a mi pesar, dejó la ahora desaparecida Red AntiZP -en la que coincidí con él- y el 27 de diciembre publicó una despedida de su antiguo blog.
Poco después empezó a firmar como Arcendo e inició un nuevo blog.
Recuerdo que me escribió para avisarme, y desde ese día Arcendo figura
en la página de enlaces de Contando Estrelas. Ahí va a permanecer.
La primera noticia de la enfermedad de Arcendo la tuve en el verano
de 2007. En su antiguo blog de Lobeznox escribió una entrada que ya no
está, en la que decía que le iban a operar. La enlacé desde aquí para pedir oraciones por él y darle ánimos. Vuelvo a pedir hoy oraciones por él, aunque como dice Guadalupe, su mujer, sé que ya está en el cielo.
Y es que Arcendo era una excelente persona. Encontrar a caballeros como
él en la red es algo que se agradece mucho, y más aún si uno tiene que
tratar con tantos se valen de Internet para lanzar toda clase de
infamias contra el prójimo. Sus antiguos compañeros de la Red AntiZP
hemos perdido a un amigo, pero la red y la sociedad han perdido -además-
a una gran persona. Mi pésame y mi abrazo a su familia.
Cuando la pena nos alcanza
por un compañero perdido,
cuando el adiós dolorido
busca en la fe su esperanza.
En Tu palabra confiamos
con la certeza que Tú
ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz.
Ya le has devuelto a la vida,
ya le has llevado a la luz