Cuando a principios de mayo el dólar paralelo superó la barrera de
los $10 por dólar, en el gobierno sonaron todas las alarmas. Tanto que,
por primera vez, los funcionarios más importantes del área económica se
mostraron juntos en una conferencia de prensa, que, al mismo tiempo,
exhibió la escasa coordinación que existe entre ellos.
Desde entonces comenzaron a ponerse en marcha un conjunto de medidas
de corto plazo y dudosa efectividad, con el objetivo claro de evitar una
situación crítica en vísperas de las próximas elecciones. Tal vez
consignarlas todas juntas les de la apariencia de un plan.
El primer trimestre del año la inflación se empinó hasta bordear el
3% mensual. De allí surgió una nueva etapa en el control de precios que,
como novedad, incluyó valores específicos para un conjunto de
productos, diferentes también por establecimientos. Más allá de la
opinión sobre la efectividad de los controles, el método es bastante
extraño, pero, sorprendentemente para estas situaciones, algunos
dirigentes del sector supermercadista se han pronunciado a favor de la
medida. A su vez, el gobierno anunció que incorporaría militantes
políticos como asistentes de los inspectores que han de vigilar el
cumplimiento de este nuevo congelamiento. Al principio este anuncio
generó alarma desde el punto institucional, pero rápidamente el gobierno
le introdujo límites hasta prácticamente hacer desaparecer la
iniciativa.
Por su parte, los precios siguen subiendo, aunque a un menor ritmo
que a comienzos de año, porque, más allá del congelamiento, están
ocurriendo algunas otras cosas.
La base monetaria (circulante más depósitos de los bancos en el Banco
Central) está actualmente al mismo nivel de diciembre pasado, cuando
había experimentado una enorme expansión para financiar al sector
público. El Banco Central ha estado absorbiendo liquidez con inusitado
entusiasmo. Es improbable que pueda sostenerse esta tendencia a lo largo
del año, pero es bueno aprovechar la circunstancia para recordarles a
las autoridades del Banco Central que la mayor o menor expansión
monetaria no es neutral respecto de los precios ni del tipo de cambio.
La absorción de liquidez también ha contribuido a detener la escalada
del dólar, seguramente acompañada de la intervención indirecta del
gobierno en el mercado marginal. Hace mucho tiempo que elaboramos una
estadística sencilla que es el cociente entre la base monetaria y las
reservas, atribuyéndole al resltado un cierto indicador del nivel óptimo
del tipo de cambio en términos monetarios. Es algo discutible, desde
luego, pero útil. Hasta noviembre del 2011 ese cociente arrojaba un tipo
de cambio implícito igual al que regía en el mercado oficial. Desde
entonces en adelante se abrió una brecha creciente. Pero nuestro
indicador de tipo de cambio implícito nunca llegó a los niveles de $
10,45 y hoy se ubica en $ 7,81 por dólar. La fase ascendente que tuvo
lugar entre fines de marzo y principios de mayo fue una auténtica
corrida, entendiendo por tal una situación en donde los parámetros
racionales ceden lugar al pánico.
Con un dólar estancado y una expansión monetaria acotada, la economía
está haciendo el ajuste que el gobierno negaba. Indicadores públicos y
privados muestran una caída del consumo, a la que también contribuye una
disminución de la masa salarial por demora en el cierre de las
convenciones paritarias, un nivel por debajo de la inflación en varias
de las que concluyeron y un aumento del desempleo.
Nótese que la producción de alimentos y bebidas ha caído en abril un
4,1% respecto de un año atrás. Hay retrocesos fuertes en la producción
de carnes rojas y blancas, lácteos y molinería.
Con tal escenario, el sector externo de la economía debería mejorar,
pero eso no está ocurriendo. Hasta abril las exportaciones sólo habían
crecido un 2% y las importaciones aumentaron 11%, mientras que el saldo
comercial cayó más de un 40%. Por su parte, se perdieron unos 4.400
millones de dólares de las reservas internacionales.
Este es el costado más débil de la economía argentina. El gobierno
imagina que el blanqueo de capitales traerá alivio para la situación. Si
ocurre, será insuficiente para revertir una tendencia estructuralmente
colapsada. Pero tal vez sirva para llegar hasta octubre. Después se
verá.