viernes, 28 de junio de 2013

EL PLAN PARA LLEGAR A OCTUBRE

bancocentral
Cuando a principios de mayo el dólar paralelo superó la barrera de los $10 por dólar, en el gobierno sonaron todas las alarmas. Tanto que, por primera vez, los funcionarios más importantes del área económica se mostraron juntos en una conferencia de prensa, que, al mismo tiempo, exhibió la escasa coordinación que existe entre ellos.
Desde entonces comenzaron a ponerse en marcha un conjunto de medidas de corto plazo y dudosa efectividad, con el objetivo claro de evitar una situación crítica en vísperas de las próximas elecciones. Tal vez consignarlas todas juntas les de la apariencia de un plan.
El primer trimestre del año la inflación se empinó hasta bordear el 3% mensual. De allí surgió una nueva etapa en el control de precios que, como novedad, incluyó valores específicos para un conjunto de productos, diferentes también por establecimientos. Más allá de la opinión sobre la efectividad de los controles, el método es bastante extraño, pero, sorprendentemente para estas situaciones, algunos dirigentes del sector supermercadista se han pronunciado a favor de la medida. A su vez, el gobierno anunció que incorporaría militantes políticos como asistentes de los inspectores que han de vigilar  el cumplimiento de este nuevo congelamiento. Al principio este anuncio generó alarma desde el punto institucional, pero rápidamente el gobierno le introdujo límites hasta prácticamente hacer desaparecer la iniciativa.
Por su parte, los precios siguen subiendo, aunque a un menor ritmo que a comienzos de año, porque, más allá del congelamiento, están ocurriendo algunas otras cosas.
La base monetaria (circulante más depósitos de los bancos en el Banco Central) está actualmente al mismo nivel de diciembre pasado, cuando había experimentado una enorme expansión para financiar al sector público. El Banco Central ha estado absorbiendo liquidez con inusitado entusiasmo. Es improbable que pueda sostenerse esta tendencia a lo largo del año, pero es bueno aprovechar la circunstancia para recordarles a las autoridades del Banco Central que la mayor o menor expansión monetaria no es neutral respecto de los precios ni del tipo de cambio.
La absorción de liquidez también ha contribuido a detener la escalada del dólar, seguramente acompañada de la intervención indirecta del gobierno en el mercado marginal. Hace mucho tiempo que elaboramos una estadística sencilla que es el cociente entre la base monetaria y las reservas, atribuyéndole al resltado un cierto indicador del nivel óptimo del tipo de cambio en términos monetarios. Es algo discutible, desde luego, pero útil. Hasta noviembre del 2011 ese cociente arrojaba un tipo de cambio implícito igual al que regía en el mercado oficial. Desde entonces en adelante se abrió una brecha creciente. Pero nuestro indicador de tipo de cambio implícito nunca llegó a los niveles de $ 10,45 y hoy se ubica en $ 7,81 por dólar. La fase ascendente que tuvo lugar entre fines de marzo y principios de mayo fue una auténtica corrida, entendiendo por tal una situación en donde los parámetros racionales ceden lugar al pánico.
Con un dólar estancado y una expansión monetaria acotada, la economía está haciendo el ajuste que el gobierno negaba. Indicadores públicos y privados muestran una caída del consumo, a la que también contribuye una disminución de la masa salarial por demora en el cierre de las convenciones paritarias, un nivel por debajo de la inflación en varias de las que concluyeron y un aumento del desempleo.
Nótese que la producción de alimentos y bebidas ha caído en abril un 4,1% respecto de un año atrás. Hay retrocesos fuertes en la producción de carnes rojas y blancas, lácteos y molinería.
Con tal escenario, el sector externo de la economía debería mejorar, pero eso no está ocurriendo. Hasta abril las exportaciones sólo habían crecido un 2% y las importaciones aumentaron 11%, mientras que el saldo comercial cayó más de un 40%. Por su parte, se perdieron unos 4.400 millones de dólares de las reservas internacionales.
Este es el costado más débil de la economía argentina. El gobierno imagina que el blanqueo de capitales traerá alivio para la situación. Si ocurre, será insuficiente para revertir una tendencia estructuralmente colapsada. Pero tal vez sirva para llegar hasta octubre. Después se verá.