domingo, 30 de junio de 2013

EL 3º SECRETO DE FATIMA


 Final y felizmente, en el pasado junio, se dio a conocer la tercera parte o tercer secreto de Fatima. Ciertas interpretaciones que de él se hicieron justificaron algunas dudas sobre su autenticidad. Ello no obstante, verosímilmente se trata del mismo texto redactado por sor Lucía. Ya que si así no fuera, el mensaje supuestamente fraguado coincidiría, claro está, con la interpretación dada de él oficialmente. Y la misma, como se advierte tras una atenta lectura, no parece en un todo congruente con aquél.
Porque el secreto —y he aquí su novedad— no es sino una visión profética de la cruenta persecución que por añadidura va a sufrir próximamente la Iglesia, al extremo de que un Papa va a ser asesinado. "El Santo Padre —dice el texto— postrado a los pies de la gran cruz, fue muerto por un grupo de soldados, que le dispararon varios tiros de armas de fuego...".
Pero no solamente el Papa, ya que "... del mismo modo murieron unos tras otros los obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas y diversas personas seglares, hombres y mujeres de diversas clases y posiciones".
Y no resulta entonces imposible ni demasiado aventurado descifrar su lenguaje simbólico. El "subir una montaña empinada" puede ser sencillamente el encaminarse los mártires por la vía dolorosa hacia el Calvario, en el cual, no hay una bonita cruz de marfil, sino "... una gran cruz de maderos toscos", semejante a aquella en la que fue clavado nuestro Salvador. Y que de un múltiple martirio se trata, y no de Juan Pablo II saliendo ileso de un atentado, también parece que lo declara la vidente al final del manuscrito, cuando agrega: "Bajo los dos brazos de la Cruz, había dos Ángeles, cada uno de ellos con una jarra de cristal en la mano, en las cuales recogían la sangre de los mártires, y regaban con ella las almas que se acercaban a Dios".
El mensaje es, pues, estremecedor, y así se explicaría la renuencia a divulgarlo, porque es evidente que va a contramano de la ingenua euforia generalizada y de todas las fabulaciones optimistas acerca del tercer milenio.
Que las cosas van muy mal en la Iglesia y en el mundo, quedaría expresado dramáticamente por el Ángel de la visión cuando "señalando la tierra con su mano derecha, dice con fuerte voz: ¡penitencia, penitencia, penitencia!".
De paso nos enteramos de que si el castigo no ha sobrevenido aún sobre el occidente apóstata, se debe tan sólo a la maternal mediación de la Santísima Virgen: "hemos visto al lado izquierdo de Nuestra Señora a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda: centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo, pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él".
El Papa tiene pues el gran mérito de haberse decidido a dar a conocer el manuscrito, que acaso contraría sus íntimas convicciones, y con toda seguridad la de muchísimos de su entorno, como la de quienes nos dieron una interpretación que el texto parece desmentir. Porque si bien es cierto que a, está altura de los hechos, Fátirflános habla de algunas cosas ya sucedidas —el estallido de la Segunda Guerra, la difusión mundial de la ideología marxista— sigue conservando su carácter anticipatorio de dramáticos acontecimientos no desencadenados todavía.
Así se desprendería también de las declaraciones que al Padre Agustín Fuentes le hizo sor Lucía el 26 le diciembre de 1957: "créame Padre, Dios va a castigar al mundo de una manera terrible. El castigo celestial es inminente" (cfr. Hermano Miguel de la Trinidad, "Toda la verdad sobre Fatima", Francia, 1985, Vol. III, p. 335). Y también y desde ya, de lo que la vidente relata haber visto en la visión ahora revelada: "... el Santo Padre... atravesó una gran ciudad medio en ruinas, y medio tembloroso, con paso vacilante, apesadumbrado de dolor y pena, rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino".
Cabe notar que esta catástrofe parece llamativamente confirmada nada menos que por el Papa San Pío X, quién en el año 1909, "en una audiencia y después de despertarse de un breve e inopinado sueño declaró: 'lo que veo es horroroso, ¿seré yo?, ¿será mi sucesor?'. Lo que es seguro es que el Papa abandonará Roma, y que para salir del Vaticano, le será necesario pasar por sobre los cadáveres de sus sacerdotes" (cfr. Jean Vaquie, "Bendiciones y maldiciones, profecías de la revelación privada", Francia, Dominique Martin Morin, 1987, p. 212). Gracias a Dios, el triunfo de la Santísima Virgen está anunciado, pero es difícil que se dé sin pasar antes por el merecido viernes histórico.»

PUBLICADO EN EL Nº 10 3º EPOCA SEPTIEMBRE AÑO 2000