El Columnista Invitado de Hoy:
Marcelo Ostria Trigo
Es corriente que el aumento de precios en los pasajes del
transporte de pasajeros –especialmente el urbano– ocasione
resistencia popular, y que los jóvenes sean los principales
protagonistas de las manifestaciones callejeras de protesta.
Esto acaba se suceder en las principales ciudades brasileñas.
Pero hay otro elemento: a esta protesta se ha añadido –algo
impensado en un país de tanta afición al fútbol– el rechazo a los
grandes gastos en construcción y remodelación de estadios y de
otras facilidades para el próximo campeonato mundial de fútbol:
“Brasil 2014”, e inclusive por el costo –seguramente mucho menor– de
la Copa Confederaciones.
En San Pablo, el precio de los pasajes, según se informa, pasó de 3
a 3, 20 reales, es decir un equivalente a 10 centavos de dólar (Bs.
0, 69). Según Sérgio Fausto, Director Ejecutivo del Instituto
“Fernando Henrique Cardoso”, “Esto, en sí mismo, no explica las
manifestaciones”. Y agrega: “Hay una indignación latente en la
juventud con los gobiernos, en general, y con el modo por el cual son
elegidas las prioridades del gasto estatal y utilizados los
recursos públicos en particular. Esto viene de lejos, pero se ha
acentuado con las noticias recurrentes sobre corrupción, mal uso de
los fondos públicos e impunidad de quien comete crímenes contra
la administración pública.” (Infolatam. 18.06.2013).
Lo anterior es completamente entendible. Pero, generalmente
también hay otras causas para las manifestaciones públicas
masivas, como el desgaste de un partido que ejerce el poder por
muchos años; prolongación que daría carta blanca a la corrupción. En
efecto, Sérgio Fausto, sobre esto, afirma que hay indignación en la
juventud “con el modo por el cual son elegidas las prioridades del
gasto estatal y utilizados los recursos públicos en
particular. Esto viene de lejos, pero se ha acentuado con las
noticias recurrentes sobre corrupción, mal uso de los fondos
públicos e impunidad de quien comete crímenes contra la
administración pública”. Por su parte, el sociólogo Gabriel Conh,
afirma que “Hay una especie de de orden social, alimentada por un
estilo de gestión que no ofrece un diálogo público”. (BBC).
En las manifestaciones, en las que participaron disidentes
–generalmente radicales de izquierda– del gobernante Partido de
los Trabajadores– se advirtió un letrero sugerente: “Fora todos os
partidos” (Fuera todos los partidos). Esto, si se esparce como
objetivo de la mayoría, podría ser grave. No se trataría, entonces,
de una exigencia para el cambio democrático, o la sustitución
que se entronice un gobierno sectario que desconozca a los
partidos: partidos que deberían siempre ser parte de las opciones
ciudadanas, ya que, el “régimen plural de partidos y
organizaciones políticas”, como dice la Carta Democrática
Interamericana, constituye uno de los “elementos esenciales de
la democracia representativa”.
La prescindencia de los partidos políticos es propia de las
dictaduras. Por supuesto que no se advierte que la incitativa
resumida en ese “fora os partidos” sea una tendencia dominante
entre los ciudadanos brasileños; pero es una advertencia de que
siempre se corre el riesgo de deslizarse hacia el autoritarismo;
hacia el neopopulista, por ejemplo.
Ciertamente, de vez en cuando, hay disconformidad popular que,
a veces se expande por varios países, cambiando los motivos de la
protesta. Esto recuerda lo sucedido en 1968, cuando los graves
disturbios en París, sin una causa compartida por los alzados, se
expandió luego con causas diferentes: en ese mismo año en México,
con la matanza de Tlatelolco, las protestas en Estados Unidos
contra la guerra de Vietnam durante la Convención Demócrata y el
movimiento por los derechos civiles del asesinado en 1969 Martin
Luther King
Ahora, las protestas en el Brasil siguen a los recientes y
masivos “cacerolazos” en la Argentina que fueron una muestra de
la inconformidad popular con el gobierno de Cristina Fernández de
Kirchner, y a los disturbios en Chile, causados por estudiantes
que exigen cambios en el sistema de enseñanza.
Parecería, al final de cuentas, que la historia se repite.
Marcelo Ostria Trigo
Autor: Marcelo Ostria Trigo