sábado, 22 de junio de 2013

CALCADAS


 
Cristina K vs. La Corte, el apostolado del odio Cristina Fernández de Kirchner es un depósito de revanchismo porque la han herido, limitando sus caprichos. Imprevisible como es, buscará nuevos modos de operar para resarcirse. Está empeñada en quedarse con todo y para eso no mide riesgos. Una sociedad fragmentada mira absorta la dantesca expresión de una mandataria fuera de su eje. Cristina no es Hebe de Bonafini. Pero Cristina superó en sus expresiones a la titular de Madres; por la autoridad que detenta. por JORGE HÉCTOR SANTOS Twitter: @santosjorgeh CIUDAD DE BUENOS AIRES (Especial para Urgente24). Corría 2010 A través de las transmisiones de Fútbol para Todos se convocaba a una marcha para “apretar” a la Corte Suprema de Justicia para liberar los artículos que cuestionaba el Grupo Clarín de la mal llamada “Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual”. Muchos, por ese entonces, no advertían que esa ley no “democratizaba la palabra”, sino que era otra vil mentira del gobierno para descuartizar al multimedios más importante de la Argentina, y así alcanzar el sueño K de reproducir lo hecho por Néstor y Cristina, en Santa Cruz, donde el relato y la corrupción no tenía alternativa poderosa que lo desenmascarara. La convocatoria se llevó a cabo frente al Palacio de Tribunales, a fines de septiembre de 2010; en ella la titular de las Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, hoy sospechada en un caso de alta corrupción (Sueños Compartidos), micrófono en mano, llegó a decir: - “¿Qué les vamos a decir a estos turros de la Suprema Corte? Y turros por ser buena”. - “A la Suprema Corte, que no sé por qué Suprema y por qué Corte. Y por qué carajo están en un Palacio. A los de la Corte que no les quiero decir señores”. - “A esos turros que alguna vez piensen en el pueblo, que está en la calle y es el que tiene que determinar. Y no ellos que se reúnen de espaldas a nosotros porque les pasan sobres con plata para asegurarles la vida de ellos y de toda su cría”. - "Arranquémosle a la Corte la decisión que es nuestra. Saquémosela de las manos y si tenemos que tomar el Palacio de Tribunales, tomémoslo compañeros”. - “¡Basta de aguantar! Basta, compañeros. Estamos hartas, re hartas de aguantar a estos tipos con grandes sueldos, con grandes privilegios, que nos aplastan, que nos quieren dominar. No hay independencia posible, porque ellos están atados a quienes nos dominan, y están atados muy fuertemente. Nosotros tenemos que tener claro que si la Ley no sale, hay que arrancárselas, con todas las fuerzas que tiene el pueblo para hacerlo”. - “Por eso compañeros, no tenemos muchas opciones: hagamos una marcha por mes si es necesario. Pero arranquémosle a esta Corte, que renuncien, que se vayan si no quieren apoyar al pueblo”. - “Cuando nos cansemos entraremos para ver si estos señores alguna vez se ponen las pelotas que no tienen”. Enero 2013 La escena volvió a repetirse, Hebe de Bonafini, volvió a ejercer presiones sobre la Justicia en el marco de la aplicación de dos artículos de la Ley de Medios. La deslenguada Bonafini descargó nuevamente una bateria de improperios contra los ministros de la Corte Suprema, acusándolos de “estar pagados por los medios” . Bonafini llegó incluso a señalar de las dos juezas del Máximo Tribunal, Elena Highton de Nolasco y Carmen Argibay: “Repudio a esas dos mujeres que no son capaces de ponerse al frente y decir Renunciamos, no queremos esta Corte Suprema”. Nadie puede suponer que la procacidad de Hebe de Bonafini contra uno de los poderes del Estado no fuese aprobada por Néstor y Cristina Kirchner en la primera oportunidad; y por Cristina en la más reciente. Vale decir que un poder del Estado, el Ejecutivo, empleó a osada emisaria contra otro poder del mismo Estado, el Judicial. Como siempre Los Kirchner, mintieron. Ellos siempre buscaron una justicia sometida a sus designios. Lo consiguieron de algunos jueces obedientes a las presiones del Ejecutivo; no de la totalidad; y menos aún de por lo menos seis miembros de los siete que componen el Supremo Tribunal. Las diferencias entre Néstor y Cristina fueron de formas, no de fondo. Tanto él como ella buscaban, desde el inicio, la suma del poder público. El curriculum del accionar en la provincia sureña, los hechos estando en poder central, y su hermandad con Hugo Chávez son suficientes testimonios para arribar a esta conclusión. La diferencia, hoy, es que este propósito es más visible que antes. Se le cayó el antifaz para la gran mayoría de la ciudadanía. Sin Néstor, Cristina se convirtió en una formación del ferrocarril Sarmiento; descarrila con frecuencia. Desde que Cristina se quedó con la responsabilidad de administrar a Cristina; no hizo otra cosa que desnudar su real personalidad, se fue convirtiendo, cada día más, en el apóstol del odio. El desquite La dama del luto eterno acumula sed de venganza contra la Corte y los jueces no genuflexos a sus caprichos, por tres derrotas que lleva atragantadas: 1. La guerra perdida con el campo en 2008, por el voto no positivo de Julio Cobos. 2. El abortado festejo del 7-D. 3. La confiscación del predio de la Sociedad Rural, en Palermo. A las cuales hay que agregarle la imperiosa necesidad presidencial de subordinar a la justicia en tiempos donde afloran denuncias de corrupción que comprometen de lleno al vicepresidente Amado Boudou, a buena parte de sus funcionarios, a su extinto esposo y a ella misma. Cristina, enceguecida, dirigió sus pasos hacia una irremediable nueva derrota; siempre que la Corte pretendiera salvaguardar su prestigio, y así salvar a la República. La Corte Suprema de Justicia, en un fallo de 67 páginas, declaró la inconstitucionalidad de la reforma del Consejo de la Magistratura, impulsada por el Gobierno. Consideró, de la misma manera, el decreto 577/13, que pretendía la alocada convocatoria para la elección popular de candidatos consejeros. La derrota Ante el previsible fracaso político, la mamá de Máximo y Florencia no solo le declaró la guerra a la Justicia sino que insistó en desconocer la Constitución Nacional que juró respetar. Como bien lo señala el fallo de la Corte, “Nuestra Constitución busca equilibrar el poder para limitarlo". Por el contrario, la presidente quiere todo el poder para ella, sin límites. Una abogada exitosa no puede desconocer que "El Poder Judicial tiene la legitimidad democrática que le da la Constitución Nacional, que no se deriva de la elección directa”, como señalan los miembros de la Corte en su escrito. Semejante revés autoinflingido expuso a Cristina Fernández perdiendo los estribos en público en Córdoba, primero, y en Rosario luego. En ambos discursos la primera magistrada convalidó su luz verde dada a Hebe de Bonafini para embestir contra el Poder Judicial de la Nación. Ella fue por más. Miedo Un prestigioso colega dijo que los dichos de Cristina en los dos actos que se mencionan más arriba “le causaron miedo”. No está errado. Cristina no es Hebe de Bonafini. Pero Cristina superó en sus expresiones a la titular de Madres; por la autoridad que detenta. Una Fernández de Kirchner desorbitada, rencorosa, violenta, alejada por completo de la responsabilidad de su cargo, con un lenguaje chabacano, renovó sus hostilidades contra los seis jueces independientes de la Corte; ya que Raúl Zaffaroni luce a sus pies. En toda la campaña para las elecciones de octubre, la insólita bailarina del himno nacional, cargará duro contra los altos magistrados. A la Presidente le gusta caminar por el abismo, pero esta vez estuvo a escasos metros de incitar a sus fanáticos a destituir a la Corte de Justicia. Cristina, retrocediendo 60 años, se asemejó a aquél Perón, que instigó con estas expresiones a la furia de muchos seguidores: - Vamos a tener que volver a la época de andar con el alambre de fardo en el bolsillo. (16/4/53, horas antes del incendio de la Casa del Pueblo, la Casa Radical, la sede del Partido Demócrata nacional y el Jockey Club) - Leña… leña… Eso de la leña que ustedes aconsejan, ¿por que no empiezan ustedes a darla? (16/4/53) - Hay que buscar a esos agentes y donde se encuentren colgarlos de un árbol. (16/4/53) - Y cuando uno de los nuestros caiga, caeran cinco de ellos. (31/8/55) Juego peligroso En una sociedad quebrada, por su culpa, la inquilina de Olivos está empeñada en jugar con fuego. Esa lumbre puede provocar un incendio indeseado, que podría ser el causante de un daño mayúsculo.