(Democracia y Anticristo)
La democracia tiene según Aristóteles su fuente
en la creencia de que los hombres siendo iguales en algunos aspectos, lo son en
todos y a pesar del evidente error, todos los estados en vez de buscar tener
más y mejor educación, justicia y seguridad lo que proponen es la decisión
democrática en todas las cuestiones, es decir de acuerdo a la voluntad de la
mayoría, ya que según esta moderna concepción política, es la única forma de
gobierno que podría asegurar lo antes mencionado, aunque los hechos demuestran
exactamente lo contrario. Así son
democráticos todos los gobiernos de hoy en día, ya sean capitalistas,
socialistas, comunistas o monárquicos. Así la Democracia propone la Igualdad y
la libertad como valores absolutos. Señala el contrarrevolucionario irlandés
Edmund Burke: “La libertad no la conozco, existen libertades concretas,
determinadas, obtenidas a través de largas luchas, Por lo demás no toda
libertad es buena. Está la libertad del hombre de ejercer honestamente su
oficio y la del ladrón de robarle. ¿Cómo podemos declarar buena la libertad sin
especificar de qué se trata?”.
Por su parte la Igualdad sin límites tampoco
puede ser buena al desconocer la diversidad de posibilidades que se pueden
presentar en un mismo individuo en el que las desigualdades son mayores a las
igualdades entre las personas. Pero lo que se trata de destruir casualmente es
eso, el ser un individuo, la individualidad, para ser solamente un igual, igual
en derechos, igual en posibilidades. Así
cuando se habla de igualdad de derechos en todos los casos, estamos sosteniendo una postura que aunque no
resiste el más mínimo de los análisis, se utiliza siempre para imponer
conductas inadecuadas que son útiles a
las políticas globalistas que pretenden generalizar la eugenesia o destrucción la familia como
célula básica de la sociedad a través de llamados derechos igualitarios. De esa
forma por ejemplo, se promueve el matrimonio homosexual aunque hasta
etimológicamente esa denominación sea inadecuada o el derecho sexual de los
niños para hacerlos promiscuos y de esa manera débiles y manejables y sin
arraigo familiar ya que estarían apegados fuertemente a sus desordenes de
conducta.
No deja de resultar evidente que para exista
igualdad de derechos es necesario igualdad de condiciones por lo que no
podríamos considerar que como todos tenemos derecho a manejar, mi condición de
ciego no debería impedírmelo y si así lo hicieran estarían discriminándome.
Por eso como lo señala el Dr. Julián Gil de
Sagredo, la democracia implica la rebelión del hombre contra Dios al
contradecir las palabras de Nuestro Señor cuando dijo: “La verdad os hará
libres” (Juan 8), por lo que la verdad es la generadora de la libertad, pero el
liberalismo invierte la proposición al
sostener que es la libertad quién engendra la verdad, ya que en los estados
democráticos las leyes son quienes establecen que es lo bueno. Así tendríamos
que aceptar lo legislativamente decidido aunque implique por ejemplo la
legalización de la pedofilia puesto que al ser una ley del senado elegido libre
y democráticamente por el pueblo, estamos obligados coactivamente por efecto de
la libertad democrática a obedecer dichos mandatos legislativos. Aquí cobra
vigencia el comentario del P. Castellani que sostenía que estas democracias
tienen el imperativo de “Hazte libre o te mato”.
Las democracias absolutistas y totalitarias (o
mal llamadas modernas), tratan de imponer un paraíso terrenal a sus adoradores,
haciéndoles creer que tienen el carácter de participes necesarios en su
formación, cuando en realidad no son más que espectadores mudos de las
imposiciones de sus titiriteros, estableciendo un antropocentrismo que
despersonaliza y deshumaniza al aislar al hombre en nombre de su realización
personal que requiere estar libre de ataduras. Así el hombre masa del que
hablaba Ortega y Gasset es el más acabado producto de la democracia, es la
extrema vulgarización del hombre satisfecho de su ignorancia e inclusive seguro
de ella misma, al considerarse un igual entre iguales a pesar de las obvias e
innegables desigualdades las que habrá que ocultar sin recurrir a
argumentos ya que la sola imposición de
esta postura por medio de la democracia hace innecesario otro razonamiento y la
mayoría no pueden equivocarse. De esta manera la broma de “coma mierda,
millones de moscas no pueden equivocarse” termina convirtiéndonos en algo
similar a esos insectos pero con la alegría de haber llegado a esa condición
por consenso.
El poder según nos enseña Nuestra Iglesia solo
viene de Dios, por lo que la democrática idea de la soberanía popular, esto es
el pueblo como el dueño y ejecutor del poder es absolutamente contraria al
Magisterio. El pueblo puede conceder solamente el ejercicio del poder al
gobernante pero no el poder mismo porque el origen de este es divino como bien
fue señalado por Nuestro Señor a Poncio Pilatos “No tendrías sobre Mí ningún
poder, si no se te hubiera dado de lo alto” (Juan 19,11). Pero el considerar lo
contario, implica el ejercicio del poder solamente según la voluntad popular y
no con base en el derecho y el orden natural, por lo que hoy se puede observar
aberraciones legislativas que son realmente inhumanas como las leyes sobre el
aborto, y esto porque se concede la potestad al capricho del pueblo vicioso
dejando de lado la razón iluminada por el Espíritu Santo.
En ese sentido señalaba S.S. San Pio X en su
carta apostólica Notre Charge Apostolique enseña: “nuestro predecesor (S.S.
León XIII)…ha condenado una democracia que llega al grado de perversidad que
consiste en atribuir en la sociedad la soberanía del pueblo”
Esto sin considerar que en definitiva esa
supuesta voluntad y soberanía popular no es sino el plan de la elite mundial
llevado a las masas con sus estrategias propagandísticas que los hace creer
dueños de ese poder del cual en realidad son víctimas.
Trabajando para que Cristo Reine y vuelva
pronto.
Augusto TorchSon
Nacionalismo
Católico San Juan Bautista