domingo, 14 de julio de 2013

DESDE LA INHÓSPITA TRINCHERA



CARTA DE LECTORES: DESDE LA INHÓSPITA TRINCHERA


Trinchera Color
Respecto del artículo de Syllabus, que transcribe Non Possumus, “Apuntes desde la trinchera”, desearía saber, dada la confusión que vivimos, si alguien nos lo puede decir, por qué motivo los grupos que se han formado tras un mismo objetivo, que es la resistencia al modernismo y al acuerdo práctico o tácito que está llevando adelante la Fraternidad, se desgastan en ataques mutuos, impidiendo la unión que en estos momentos parecería fundamental.
La respuesta que encontré, esperando que alguien aclare o desmienta los puntos divergentes que voy a señalar, (ya que son fundamentales para llegar a lograr esa unión referida), me hacen tomar una posición respecto al lugar que debo ocupar en dicha resistencia.
Bien podemos estar errando el camino, ya que al ser falibles y movidos por pasiones, los hombres debemos tener fundamentos claros y sólidos argumentos, guiados por la recta razón y la fe, para acometer en semejante empresa, ya que creo no es poca cosa “jugarse el pellejo” en estos momentos.
También creo que nadie está obrando de mala fe, o al menos no es mi caso. Deseo, como muchos, no confundir el combate, ya que se pone en juego la salvación.
Es por eso que considero que aquellos que se han preparado lo suficiente como para poder conducir a los más ignorantes (y no es una ironía), deben ser claros por la gravedad que comporta su misión.
Como simple fiel que soy, pero formando pare de una estructura eclesial como es la Fraternidad y en definitiva la Iglesia Católica (ya que Monseñor Lefebvre no inventó nada), y sin pretender inmiscuirme en los asuntos que me trascienden, respetando la autoridad, nos vimos de repente envueltos en un “Conflicto” que nos involucra a todos (Obispos, Sacerdotes y fieles), ya que de la toma de una posición dependerá el futuro, no sólo de la Iglesia Católica y de la Fraternidad, sino también el de la salvación de las almas, y las familias y su unidad.
Todo responderá, en definitiva, a la importancia que cada uno le dé al “Conflicto” y cuán identificado se sienta con la causa. De ahí las reacciones de los interesados en defenderla.
Por lo que me toca, yo particularmente me “Juego” la unidad de mi familia en la fe. Es por ello que ante semejante panorama y vergonzoso espectáculo, es que acudo a quienes pueden arrojar un poco de luz ante tanta tiniebla.
Por eso desearía que nos aclaren algunos puntos obscuros en el proceder de nuestro querido Monseñor Williamson, a quien tanto le debemos (y a quien tanto admiramos muchos en alguna época), pero que ha dejado soslayar y deslizar algunos comentarios confusos que nunca han sido desmentidos, ni tampoco ha habido por ellos (si son ciertos) un arrepentimiento público como lo hizo San Pedro.
Y esto no es un pedido de explicaciones (como se dice por ahí), simplemente es un legítimo derecho que tenemos los fieles en conocer la verdad y a quien seguimos. Un aclarar los dimes y diretes (si hay buenas intenciones), que llegan por algún medio, ya sea Radio Cristiandad, Non Possumus, Syllabus o por donde sea.
Por ejemplo, y en concreto, el agradecimiento al levantamiento de las excomuniones, la aceptación del birritualismo dejando a la Misa de San Pío V ser la “misa de rito Extraordinario”, la aceptación de las “Conversaciones doctrinales” etc.
Puede que en todo ello haya un engaño, ya sea por parte de Radio Cristiandad, del Rdo Padre Ceriani, del Rdo Padre Méramo, o de quién estaría empecinado en denostar la figura de Monseñor Williamson.
Lo cierto es que los fieles tenemos que saber la verdad, ya que de ello dependerá desde qué trinchera estamos obligados a defender lo que decimos profesar.
Si monseñor Williamson se retractara (de ser cierto lo anterior), y se hiciera crucificar por defender la Verdad, aceptando el nuevo quo vadis ?, difícilmente estaríamos tan divididos, porque aquí no se trata de que lo crucifiquen por neo nazi, como ya lo hicieron los medios y su propia familia tradicionalista, si no por defender la VERDAD ÍNTEGRA, la cual, esos puntos referidos dejan cuestionar.
De ahí la importancia de un arrepentimiento público, como se le exige a Monseñor Fellay o al mismo Francisco o a Benedicto XVI.
Todos podemos haber negado y negar la fe en algún momento de nuestras vidas y nadie está exento de ello; pero es necesario el arrepentimiento (en este caso público, y creo que no hace falta explicar por qué); o continuar con la negación o ahorcarse.
Es por eso que es tan importante que los medios que apoyan a Monseñor Williamson lo aclaren lo antes posible, sin empañar la aclaración con diatribas y calificativos execrables (ya que no es lo que importa) a quienes denuncian estos hechos o dichos. Este proceder, no hace más que pensar en el quererse escabullir detrás de los defectos o pecados ajenos, en vez de decir, lisa y llanamente, cuál es la verdad de la cuestión y nada más.
En particular, no me interesan las ironías, la soberbia, la impaciencia, los improperios, ni los modos de ningún sacerdote y de ninguna radio (no obstante remitirse a “El Liberalismo es pecado” de Félix Sardá y Salvany), lo que me importa es que, sea como sea, me digan la verdad; ya que considero que no en vano hemos entregado (para nuestra salvación) treinta años de nuestras vidas por la causa; y que sea lo más claro posible por lo mismo.
Porque, de ser cierto lo dicho, podemos pensar que también Monseñor Williamson no declara la verdad por temor a los fariseos, como señala su artículo.
De ahí que es tan importante que se aclaren los puntos señalados, ya que hacen a la razón de ser del combate.
Así, conociendo la verdad, acercándonos lo más posible a ella, sin compromisos ni orgullos ridículos a esta altura de los acontecimientos, podremos cambiar de trinchera, acrecentar el número de soldados, haciendo una sola, o quedarnos donde estamos, pero con argumentos honestos respecto a los motivos que nos llevan a ello.
Viendo el cuadro de situación, y tras un procedimiento eliminatorio, el panorama que se presenta ante nuestros ojos es el siguiente:
Los sacerdotes de la Fraternidad que denunciaron las desviaciones fueron:
1º) El Rdo. Padre Méramo. (¿A los gritos o pataleando? ¿Qué importa?).
2º) Inmediatamente lo hizo el Rdo. Padre Ceriani. (¿Con ironía o soberbia? ¿Qué importa?).
3º) Le siguió el Rdo. Padre Turco. (¿Con templanza y con mesura? ¿Qué importa?).
4º) Continuó el Rdo. Padre Grosso. (¿Con sentido común y sencillez? ¿Qué importa?).
Los cuatro, cada uno con su estilo y sus tiempos, concordaron doctrinariamente respecto de:
1º) No a los contactos con la Roma modernista, como enseñó Monseñor Lefebvre de mayo de 1988.
2º) No al Motu Proprio, con la pretendida “liberación” de la Misa Tridentina.
3º) No al levantamiento de las falsas excomuniones.
4º) No a las “Conversaciones doctrinales”.
5º) No al Acuerdo Práctico.
6º) No a las ambigüedades.
7º) Sí a la Verdad, se diga como se diga.
Les siguieron en coraje por la salvación de las almas:
5º) El Rdo. Padre Cardozo. (¿Con timidez y firmeza? ¿Qué importa?).
6º) El Rdo. Padre Trincado. (¿Con autoridad y convicción? ¿Qué importa?).
7º) Los Rdo. Padre Chazal, Rdo. Padre Tomás de Aquino, Rdo. Padre Vargas, y un largo etcétera.
8º) Monseñor Williamson (¿Con oportunismo y ambigüedades? ¡¡¡SÍ IMPORTA!!!).
Importa, porque es un OBISPO, que tiene que conducir a sus fieles y sacerdotes, y unir en defensa de la causa Católica.
Importa, porque su alejamiento de la Fraternidad no fue por la misma causa que los antedichos mencionados; si no, no hubiera agradecido el levantamiento de las excomuniones, ni el fraudulento documento, ni hubiera festejado el Motu Proprio, ni hubiera aceptado las “Conversaciones doctrinales” con la Roma apóstata, ni diría que sólo Roma puede concederle un permiso para formar una institución. Etc.
Y todo esto es lo que URGE ACLARAR, si no es cierto.
Es así como, hoy por hoy, tenemos tres facciones, la primera compuesta por la Fraternidad, que cuenta en proporción con un numero abultado de fieles y sacerdotes, como la Iglesia Oficial; la segunda, encolumnada detrás de Monseñor Williamson, con un número más reducido de fieles y sacerdotes, como los “conservadores”; y por último, un grupúsculo miserable de cuatro sacerdotes y una docena de fieles que, encima, se creen los “ELEGIDOS”, eruditos, soberbios e irónicos, como los otrora, antes de la ruptura, se calificaba a los “Tradicionalistas”.
A todos ellos se les llama “Lefebvristas” (¿El nombre mío nuevo? Apoc. III, 12, Iglesia de Filadelfia, cuyo significado es “Fraternal”; ¿algo que ver con la Fraternidad del mal llamado LEFEBVRISMO?)
Nuevamente, por desgracia (o por Gracia, ya que Dios lo permite y por algo será), hemos quedado divididos en tres facciones, dentro de la Iglesia Católica (de la que se dice “Católica” y es Conciliar, mejor ni hablar):
1ª) Ahora, la resistencia fláccida. Antes, los Liberales.
2ª) Ahora, la resistencia media. Antes, los Conservadores.
3ª) Ahora, la resistencia dura. Antes, los Tradicionales, o lefebvristas, como le llaman los ignorantes, cretinos o estúpidos.
Lógicamente, los dos primeros se unen en algún punto, como pasó con la Iglesia Oficial. Los modernista y los conservadores nunca se sintieron “fuera” de la Iglesia Católica, más los TRADICIONALISTAS (que era en donde descansaba verdaderamente la Iglesia de Cristo), tras su excomunión, quedaron despojados de su lugar preeminente, sufriendo los complejos y el sentimiento de culpa que los otros se encargaron de infundirles, y gozando, si se quiere, de una estructura que les permitiera afianzar su poder en detrimento de la auténtica Iglesia de Nuestro Señor.
Esto necesariamente tenía que ser así, ya que la Iglesia, como Él mismo, tiene que sufrir su pasión por aquello que dijo: ¿Encontrará fe el Hijo del Hombre cuando vuelva a la tierra? ¡Se hará un solo rebaño bajo un solo pastor! Esto quiere decir que cuando Nuestro señor regrese a la tierra casi que no habrá fe, y la poca que halle la encontrará dividida.
¿Esta división en tres facciones será casual, o un mal de todos los tiempos, o de los últimos, si estamos en ellos? Porque es evidente que Nuestro Señor, señala tres posturas al decir: “¡Ojalá fueras frío o hirviente! Así, porque eres tibio, y ni hirviente ni frío, voy a vomitarte de mi boca. Pues tú dices: “Yo soy rico, yo me he enriquecido, de nada tengo necesidad”. Y no sabes que tú eres desdichado y miserable y mendigo y ciego y desnudo. Te aconsejo que para enriquecerte compres de mi oro acrisolado al fuego y vestiduras blancas para que te cubras y no aparezca la vergüenza de tu desnudez y colirio para ungir tus ojos a fin de que veas. Yo reprendo y castigo a todos los que amo. Ten pues ardor y conviértete. Mira que estoy a la puerta y golpeo.” (Apoc. III, 15).
Yo, en el medio no me quedo.
¡Y para qué decir de la nueva Fraternidad!
Por eso, estudio y leo al respecto todo lo que puedo, sea en Radio Cristiandad, o en Sardá y Salvany, o el Magisterio, o las “Iesus” del combate de la primera hora, en donde también ironizaba el Padre Ceriani y era muy bien visto, y mandado por las autoridades. ¿Qué pasó?
Y es por lo mismo que les pido me aclaren el punto en cuestión, respecto como ya dije, del querido Monseñor Williamson.
Con respecto a la autoridad de Caifás, él no era la autoridad de la VERDADERA Iglesia; era la autoridad de la Sinagoga. En esos momentos, la AUTORIDAD de la Iglesia naciente era el mismo Cristo (mientras Pedro lo negaba, a quien seguían los once Apóstoles (mientras Judas se ahorcaba), de ahí que este traidor lo mandara a matar.
Es como si a su casa la tomara un usurpador, usted seguiría siendo la autoridad de su hogar, aunque tuviese que cambiarse de casa porque éste no se la devuelve. Y no sólo que no se la devuelve, sino que manda a matarlo, esgrimiendo que la casa es de él y que nadie más que él puede decidir sobre su vida, porque, no obstante quedarse con su casa, quiere que usted se quede para servirlo. ¡¡Y que usted reconozca ante todo el mundo que él es el dueño, suyo y de su casa y de su esposa y de sus hijos!! ¡Aunque la ESCRITURA la tenga usted! ¡Qué desatino! A no ser que lo haya convencido de tal manera que, encima, ¡usted quiera servirlo! Y darle toda su familia al criminal.
Si lo deja escapar, no le quedará otro remedio que comprarse otra casa, y seguir siendo el dueño y jefe de familia.
Y en la misma línea, respecto a la aprobación que se le diera a Monseñor Lefebvre para fundar la Fraternidad en tiempos de Pablo VI (siendo éste igual o más o menos hereje como Francisco, es cuestión de grados como dicen), creo que en esos momentos ni Monseñor Lefebvre sospechaba, quizás, la gravedad de la situación (aunque a partir de mayo de 1988 lo vio clarito) ¡¡Imagínese el Padre Ceriani, o Canale, o Cardozo, o Monseñor Williamson, o usted mismo, o yo!! Y supongo que, guiado por la prudencia, es que llevó adelante las cosas de ese modo. ¡Dios escribe derecho en renglones torcidos!
Desde entonces ha corrido mucha agua por debajo del puente, esperemos por el bien de todos los Católicos honestos, por la fe y la unidad de las familias y la Iglesia, que pronto el trigo ya se empiece a distinguir de la cizaña, sea por aclarar algunos puntos controvertidos hasta ahora, y que tenemos aún en las tinieblas, sea porque el Buen Dios se apiade de todos nosotros conduciéndonos por el camino de la luz y la VERDAD (aunque llagasen sólo a once sus discípulos), por la salvación de nuestras almas y la de nuestros hijos.
Con respeto, Att. en Cristo
Desde la Inhóspita Trinchera