Parte del legado sadomasoquista de Néstor
consistió en sumarnos una elección más a la ya penosa tarea de tener
que elegir quién nos estafará de algún modo por el próximo
período. Todavía no llevamos dos semanas de campaña y ya nos taladraron
el cerebro a tal punto que hasta recibimos de regalo un jingle de
Ignacio Copani que el cantautor rescató de alguna tarea de Lengua de
tercer grado. Y si ya bastante sufríamos con la Cadena Nacional por
cualquier motivo pedorro, en campaña -y feriados mediante- las
apariciones de Cristina pueden generar efectos indeseados en algún
televidente desprevenido. El acto por el 9 de Julio, no fue la
excepción.
Luego de contarnos que a mediados del
siglo XIX, Argentina se convirtió en una bosta de país y que las fuerzas
imperialistas nos saqueaban los recursos no renovables con permiso del
gobierno, la Presi saltó a este presente de dicha en movimiento, en el
que aún utilizamos las sobras de la infraestructura del siglo XIX, y en
el que las fuerzas imperialistas siguen llevándose nuestros recursos
renovables con permiso del gobierno. Pero al menos es un gobierno
nacional y popular.
El ataque anti imperialista prosiguió con
Cristina puchereando porque nadie se queja del espionaje de Estados
Unidos, pero a ella la puteamos por el espionaje interno de su gobierno
-algo así como pedirnos que defendamos del espionaje a quien nos espía-
para luego disparar que no les perdonamos que nos hayan devuelto la
alegría. Uno creería que con la que se han choreado preferiríamos que
nos devolvieran otra cosa, que de la alegría nos encargamos nosotros,
pero se ve que la gente que se cruza Cristina cuando va de la Rosada al
helipuerto le pide otra cosa. También parece ser que la inseguridad, la
inflación y la caída en los índices laborales, de pobreza y de
indigencia son cosas que a nadie le preocupan, porque la Presi sostiene
que lo que más le preguntan es qué será del mundo y de Argentina con
esta nueva coyuntura política-económica internacional. Y Cris tiene una
respuesta para todo: no vamos a permitir que Argentina vuelva a ser
proveedora de materia prima. Hay que reconocer que la Presi cumple y ya
no se consigue materia prima ni para cocinar pan o armar una ensalada.
La viuda del que pesaba euros afirmó que
tener mucha plata no genera inteligencia y, luego de diez minutos de
compararnos con otros países del mundo, pidió que no nos comparemos con
nadie, para luego recomendar la película Lincoln -de Steven Spielberg-
que nos enseña lo que tuvo que hacer ese presidente norteamericano para
lograr que los negros no tengan grilletes y se conviertan en compradores
de camisetas… Después de putear al Poder Judicial y afirmar que no
hablaría de pececitos, la mujer que se viene presentando en todas y en
cada una de las elecciones que se le cruzaron en los últimos
veinticuatro años, pidió que elijamos bien, que siempre son los mismos
candidatos que se disfrazan.
Al
día siguiente, la patriada presidencial tuvo una segunda parte, esta
vez en la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, en las que volvió a
hablar de lo bueno que es tener Patria y destacó las bondades de los
Batallones Ferrocarrileros, que fueron creados entre los gobiernos de
Carlos Pellegrini y Julio Roca, o sea, los que puteó el día anterior
cuando los trató de antipatria. Cristina Capitana se quedó corta, y
ahora también es Brigadiera y Generala. Luego de informarles que se
tendrán que hacer cargo de parte del desastre ferroviario producto de la
fiesta de los últimos diez años, la Presi quiso contentar a los
militares con un aumento inferior a la inflación blue y una partida
extraordinaria para comprarles ropa. En el medio, la estratega
napoleónica les comentó que en una de esas deberán controlar las
fronteras, algo que no se encuentra incluido entre las funciones que
determina el Decreto 727/2006 firmado por Néstor Kirchner, pero sabemos que Cristina sólo se acuerda del fanático de las cajas sólo en los discursos.
Lo interesante del tema es que las
fronteras son jurisdicción de la Gendarmería Nacional, fuerza policial
militarizada a la que Néstor les pidió excepcionalmente en 2004 que se
hicieran cargo de funciones de otras fuerzas, y desde entonces se
convirtieron en el brazo ejecutor de la no represión kirchnerista, algo
que pasa desapercibido para toda la monada progre y para la patria
contratada, pero que en los papeles debería generar alguna que otra
pregunta: la legislación dice que la Gendarmería puede ser convocada
para la represión sólo por el Poder Ejecutivo en caso de alteración del
orden público o subversión o guerrilla. Todo muy loco.
Pero así ha funcionado el kirchnerismo,
en una metodología que nos la venden como producto de una Estadista,
pero que en los resultados convierten a Cristina en la Txumaria Alfaro
de la política, aplicando recetas de abuela en materia económica y
probando cosas para solucionar lo provocado por sus propias cagadas en
cualquier ámbito. Así es que la Gendarmería está para reprimir a los
guerrilleros que no quieren minerías imperialistas a cielo abierto,
Prefectura para garantizar la seguridad de Puerto Madero, la Federal
para salir de la Comisaría sólo ante un hecho consumado y el Ejército
para custodiar lo que debería ser función de Gendarmería. Podrían probar
volviendo todo a su lugar, pero eso sería demasiado conservador y,
presumen, eficiente, algo que no da para demostrar a esta altura del
partido.
Tanto
delirio patriótico tiene su correlato en los ataques a los candidatos
que le hacen frente a las listas oficialistas y, entre todos ellos, el
principal blanco es Sergio Massa, a quien le prendieron una vela todos
los días para que fuera candidato kirchnerista y, desde hace un par de
semanas, lo tildan de pro yanki, sionista, imperialista y empleado de
Magnetto. Tiene sentido la bronca, dado que Massa los dejó en Pampa y la
vía. La carencia de candidatos presentables llevó a Cristina a hacer
campaña permanente. Convengamos que los pocos candidatos que se atreven a
hablar tampoco son máquinas de arrastrar votos, como Cabandié, quien
sostiene que en el Riachuelo hay peces, o la anónima camporita Paula
Español, quien critica al candidato macrista Federico Sturzenegger por
haber formado parte de la Alianza, y se olvida de que también lo fueron
Abal Medina, Nilda Garré, María José Lubertino, Raúl Zaffaroni, Deborah
Giorgi y Diana Conti.
A este lindo panorama se sumaron Amado
Boudou con declaraciones nacionalistas made in Puerto Madero en contra
de Sergio Massa, y unos afiches que empapelaron la ciudad con el
candidato de Tigre disfrazado de Tío Sam, con la bandera norteamericana y
el logo de Clarín. Para el fotomontaje podrían haber usado cualquier
foto de Massa como Jefe de Gabinete de Cristina, pero es bueno saber que
el kirchnerismo volvió a imprimir afiches con la cara del intendente
del conurbano desde aquella vez en que fue candidato testimonial en las
elecciones en las que Néstor perdió por poquito.
Sin embargo, la militancia kirchnerista
puede estar tranquila, dado que ya consiguieron quién los proteja del
candidato empleado del imperio y de Clarín, y esa persona es Daniel
Scioli, a quien quieren voltear desde 2010 acusándolo de empleado del
imperio y de Clarín, pero que ahora devino en la salvación de El Modelo.
No es muy complicado, si pueden defender al imprentero de Puerto
Madero, tranquilamente pueden digerir eso de tener que aplaudir
nuevamente al exmotonauta imperialista, hoy patriota nacionalista.
A título personal, toda esta discusión
pedorra sobre la Patria, me tiene los gobelinos al plato. No es que
descrea de ella -dado que sí creo- pero la han gastado tanto que cansó.
Hoy la Patria es el otro, ni yo, ni vos, ni él, otro. Definición boluda
que surgió del tardío y arrepentido fervor papal y que no quiere decir
absolutamente nada, pero que repiten como mantra para creerlo y
convencerse de que sin Kirchnerismo no habrá más Patria. ¿A quién
quieren ganar con ese verso? ¿Quién puede tener miedo de perder lo que
no sabe que existe? Un fulano que vive de la caridad del Estado en una
casilla de chapa, o que sobrevive con las sobras que arrojan las cadenas
del imperio al terminar la jornada; una familia que pasa las noches en
la galería de Paseo Colón y que, a juzgar por todos los muebles y
bártulos que los acompañan, hasta hace poco tenían techo de verdad; un
sujeto que pasa 16 horas arriba de un taxi, ocho para pagar el alquiler
del auto y ocho para vivir; una mina que perdió a su hija en un choque
patriótico de trenes; un hombre a quien le arrancaron un hijo gracias a
una bala patriótica de un delincuente made in Argentina; una pareja que
lleva diez años junta y aún no logra salir del alquiler porque los
créditos son para los que demuestran que no los necesitan; un jefe de
hogar que no sabe si el mes que viene podrá pagar la cuota del colegio
de los pibes; una jefa de familia preocupada porque no sabe si el mes
que viene podrá realizar la misma compra en el supermercado…¿A quién le
vienen a hablar de protección de la Patria? ¿Cuál es la amenaza bélica
que puedan mostrar a la ciudadanía como peor que la amenaza del gobierno
al estilo de vida de quien aprendió que el laburo es la forma de
progresar?
Con todo el orden de prioridades en la
preocupación cotidiana, es de descerebrado pensar que la Patria es lo
que hay que cuidar en las próximas elecciones. Y cuesta creer que con la
guita que gastan -de la nuestra- en encuestas no se les ocurra suponer
que el orden de prioridades hoy pasa porque dejen de rompernos las
tarlipes y nos dejen vivir bien y en paz con nuestra consciencia, sin
que nadie nos trate de agrogarcas por tener una maceta en un balcón de
Almagro, o de cipayos por querer guardar lo poco que quedó de ahorros en
dólares, o de gorilas por decir que son un rejunte de inoperantes
voluntariosos y orgullosos de serlo.
Incluso los que han viajado y conocen el
mundo “que se derrumba como una burbuja” se cagan de risa de este
patrioterío adolescente. Porque son personas que probaron lo que es
vivir bien y darían cualquier cosa por llevar ese estilo de vida, pero
acá, en su país, y por eso no se van. ¿A esa gente los tratan de
apátridas, al que podría irse pero se queda?
Así están las cosas. Después de diez años
de gestión, en las próximas elecciones el gobierno no tiene para
proponernos una mejor calidad de vida, ni una economía sana, ni un poder
adquisitivo previsible y equivalente al esfuerzo, ni una solución a la
inseguridad. Ni siquiera puede garantizarnos la vida en acciones tan
lejanas de peligro como viajar en un tren metropolitano. Una década
ganada en estropear definitivamente la iniciativa individual, en la que
el Estado se encargó de hacernos entender, de una vez por todas, que no
importa tu esfuerzo, ni tu sacrificio, ni los tres laburos que
conseguiste para progresar y que hoy conservás para sobrevivir, dado que
no vas a llegar a donde tu voluntad quiera porque los que dirigen los
destinos de tu Patria entienden que no están para garantizarte la
igualdad de oportunidades, si no para sacarte lo que ganás, quedarse con
más de la mitad, y devolverte el resto a cuentagotas pero no en lo que
necesitás, si no en lo que ellos creen que deben darte. Y mejor que seas
agradecido, dado que tenés suerte: tenés Patria.
Viernes. Hablar de patriada en el siglo
XIX, tenía una lógica revolucionaria. En las condiciones actuales, es el
placebo de los que no tienen otra cosa para ofrecer.