El 12 de agosto puede comenzar una crisis de gobernabilidad
Los diarios de ayer reflejan un clima de fin de ciclo signado por el
hartazgo, el estancamiento de la economía, la inflación y la presión
impositiva desmedida. El gobierno prácticamente se quedó sin respuestas
económicas ante el crecimiento muy bajo que se espera este año y tal vez
los próximos dos. Las señales de cambio empiezan a multiplicarse, por
ejemplo, con la impresionante baja de votos que acaba de sufrir el
kirchnerismo en las elecciones legislativas de Misiones. Está en
preparación, asimismo, una nueva protesta social para el jueves 8 de
agosto, horas antes de iniciarse la veda electoral. Un vuelco masivo de
la clase media en las calles de los grandes centros urbanos a horas de
los comicios podría tener efecto más concreto que las grandes marchas
del 13S y el 8S del 2012 y el 18A de este año. El freno a la creación de
empleo juega un papel determinante en la caída electoral del gobierno y
corre parejo con la falta inversiones ante un clima cada vez más hostil
hacia las empresas por parte del Estado. Una prueba de fuego fue el
comienzo de la aplicación del blanqueo de capitales. Las expectativas
oficiales se vieron defraudadas por el pobre estreno del CEDIN. Es que
hay escasa predisposición del público a legalizar sus capitales no
declarados a través de un instrumento que se parece a un dólar falso. En
fin, un nuevo fracaso de Guillermo Moreno asesorado por el inefable
Ricardo Echegaray. A la luz de estos traspiés económicos surge más
claramente el desequilibrio mental de estos personajes, que están
amparados por una presidente que después de la operación de tiroides
agravó su tendencia a la megalomanía. Como resultado de esta negación de
la realidad, pese a estar en plena vigencia un cepo cambiario, en el
primer semestre del año se perdieron reservas internacionales por más de
6.600. millones de dólares.
Soflanding o crash
La muy probable derrota del Frente para la Victoria en las primarias
abiertas, simultáneas y obligatorias del 11 de agosto en la Provincia de
Buenos Aires tendría un impacto más que suficiente como para desatar
una crisis de gobernabilidad. Ésta tendría diversos componentes. El más
grave en términos de fuga de poder sería para el gobierno la pérdida de
la mayoría en las dos cámaras del Congreso. En este punto, la baja de
diputados del FpV estaría atenuada, porque éste renueva menos bancas que
la oposición. Otro capítulo del riesgo de gobernabilidad se abriría si
la Corte Suprema, como todo parece indicar, falla en el caso Clarín
confirmando la sentencia de la Sala I de la Cámara Civil y Comercial
Federal, que declaró la inconstitucionalidad de artículos claves de la
ley de medios. ¿Intentará el gobierno provocar la renuncia de Ricardo
Lorenzetti y otros ministros de la Corte en caso de perder las
elecciones? La materialización del cisma latente en el PJ será
probablemente el factor que marcará la magnitud de la crisis. En este
punto, se trata en principios de un análisis de los números. Los
resultados en la Primera y Tercera Sección de Buenos Aires mostrarán a
las claras si los intendentes claves del conurbano jugaron doble,
apoyando las listas del FpV y también colocando candidatos propios en
las del Frente Renovador. Si este juego doble se convierte en la causa
principal de la probable derrota del oficialismo, el PJ entraría
formalmente en crisis. Podría haber entonces condiciones para que entre
los gobernadores del justicialismo aparezcan voces disidentes que
coincidan con el proyecto de Sergio Massa o que se aparten por las suyas
de la Casa Rosada. El principal componente económico de la potencial
crisis sería una explosión cambiaria que hoy está contenida por la venta
masiva de bonos dolarizados de la ANSES, orientada a bajar el dólar blue. En los últimos días, este organismo vende 80 millones de dólares cotidianamente y no logra bajar el blue
de los 7,95 pesos. Para el 12 de agosto, estas ventas de la ANSES y las
compañías mineras puede ceder ante una alta presión compradora, esto
sobre todo en caso de que falten los dólares del blanqueo que se
esperan.
Cristina jamás se enfrentó a una situación de esta gravedad. Su
crisis más difícil fue contra el campo en el 2008-2009, pero el
peronismo le respondía entonces ciegamente y la justicia no interfería
con el gobierno. Tal como se plantea la eventual crisis del 12 de
agosto, si el gobierno obedeciera a las leyes de la política, debería
empezar a negociar una retirada ordenada consensuando la política
económica con los gobernadores y renunciando la presidente a todo
intento de reformar la Constitución Nacional. Con los antecedentes que
existen, no sería de extrañar que intente hacer todo lo contrario. De
ser así, la gobernabilidad empezará a caminar por una cornisa.