domingo, 14 de julio de 2013

ENTRE LA COMPLICIDAD Y EL MASOQUISMO


La aceptación de la opresión por parte del oprimido acaba por ser complicidad; la cobardía es un consentimiento. Existe solidaridad y participación vergonzosa entre el gobierno que hace el mal y el pueblo que lo deja hacer.
“Víctor Hugo”

La vida es muy peligrosa, no por las personas que hacen el mal sino por las que se sientan a ver que pasa.
“Albert Eistein”

     Se acerca la fecha para cumplir con los deberes cívicos; lo que venimos a hacer desde 1983. Quienes están fuera del país varios años, cualquiera sea la época; mas allá de la nostalgia, coinciden que encuentran, en general, la situación peor que cuando se fueron.
     Si el análisis es mas frío, a nivel estadístico; comparado a treinta años, la cantidad de pobres y el grado de esa pobreza es mucho mayor; de educación no hablemos; la seguridad, peor aún; la convivencia en sociedad ha retrocedido décadas.
     Cuando se observa la decadencia argentina con la perspectiva de tantos años, la justificación simplista de quienes defienden a rajatabla el régimen es que los argentinos no saben votar. La pregunta es una sola; que es saber votar? Hacerlo por los candidatos que perdieron? Recordemos quienes eran esos salvadores a los que les dimos la espalda.
     1983, Luder; 1989, Angeloz; 1995, Massachessi; 1999, Duhalde; 2003, Menem, López Murphy, Carrió; 2007, Lavagna; 2011, Binner. Todos grandes estadistas, la envidia de cualquier país del primer mundo.
     Si vamos a analizar la problemática argentina, lo mínimo que aspiramos es a ser serios.
     Fuimos colonizados por una nación monárquica y a partir de fines del siglo XIX nuevamente por una inmigración que provenía de países monárquicos. Estamos hablando de un territorio poblado por tribus nómades cuya entidad jerárquica era un cacique, en general el mas fuerte. El mas cer-cano indicio de civilización era el Imperio Inca, que solamente rozó Puna y Valles Calchaquíes; y que también era una monarquía hereditaria.
     Desde 1806 el poder era detentado por el que maneje la fuerza militar; así fue hasta 1853 en que un iluminado que odiaba todo lo que tuviese que ver con el uniforme, al extremo de tenerle recelo a San Martín por esa condición; determina que por arte de magia se puede instalar un sistema de gobierno que se usaba en Estados Unidos donde la colonización tenía un solo origen, Inglaterra, y en el que hacía siglos funcionaba un modelo si-milar.
     Este señor, Juan Bautista Alberdi, que por una cuestión de enfermedad no firmó como representante del Gobierno de Santa Fe, la cesión de tierras con las empresas que luego formaron La Forestal. Eso solo lo identifica que intereses defendía. Ese señor, ya viejo se arrepiente al ver como el Régimen instaurado por Roca, manipuleó esa Constitución para manejar el Congreso.
     Si no buscamos el origen de las cosas y no sabemos quien es quien al comienzo de nuestra historia no entendemos nada. De que se arrepintió Alberdi?. La Constitución de 1853 establecía que los senadores eran elegidos por un acuerdo entre la legislatura provincial y el gobernador y duraban nueve años. Esto rigió hasta 1994. De esta forma el Senado siempre estuvo con el Régimen, ya que tenían su origen en un contubernio provincial; si lo sufrió Yrigoyen que le bloqueó todos los proyectos; y Lisandro de La Torre que tuvo que luchar solo hasta ver como asesinaban en el propio recinto delante suyo a su compañero, senador como él, a quien no le aprobaban los pliegos para que no tenga ayuda en el recinto.
     En 1994 se reemplaza este sistema por la elección directa de los se-nadores, agregando ese mamarracho del tercer senador por la minoría. Pregunte a cualquier legislador si lo es por la mayoría o minoría; ni ellos lo saben. El modelo de trabajar para el Poder Ejecutivo siguió igual; aho-ra se compran, tal como fue revelado en el 2000 y 2010.
     Esto me hace acordar una frase célebre que recoge Scalabrini Ortiz, de un hallazgo de Víctor M. Molina en el Diario de Sesiones del 19 de a-gosto de 1891: “En la República Argentina para obtener un negocio, hay que comprar desde el Presidente de la Nación, hasta el último portero.”
     A ver si nos entendemos; es el sistema que no funciona; no va con nuestra idiosincrasia. Carece de controles y autocontroles; no tiene forma de ser vigilado por la sociedad; no tiene un sistema de premios y castigos. Es el reservorio de lo peor de la política; basta ver la lista de candidatos del P.J. por la Provincia de Buenos Aires en el 2003; los candidatos testimoniales, leyes de lemas, colectoras. Hasta cuando nos van a seguir engañando?
     Ahora viene la panacea del voto electrónico; nada mas fácil que hacer fraude que con una computadora. Son máquinas que llevan adelante para lo que han sido programadas. Le programo que un candidato reciba 2.000.000 de votos y el excedente lo derive a otro y cumple. Como este cien casos mas; consulten con un programador.
     Dirán, que hacemos entonces? Por ahora graben en su mente que este sistema no es acorde a nuestra forma de ser; treinta años es un buen plazo para darse cuenta. Cuando lo tengan asumido, le contaremos de otra forma de llegar a la democracia; mas justa y transparente. Y no esta Confederación de señores feudales con sus cortes municipales, provinciales y nacional o la Dictadura del Conurbano, como fue instalada en 2003.
     Comiencen a pensar en cambiar el modelo si quieren cambiar el modelo de sociedad; de lo contrario, seremos cómplices de lo que acontezca con el actual. Persistir en el error suena a masoquismo; y todos sabemos como terminan los masoquistas.