He recibido el mensaje siguiente de nuestro lector y ahora
colaborador F.R. Como se ha tratado de este tema últimamente paso a
publicarlo esta entrada. Como siempre advierto que en este blog la
publicación de algunos estudios no supone la aceptación de ellos como
línea oficial. Los lectores están invitados a manifestar y en su caso
discutir sus diferencias. Todo lo cual nos puede enriquecer y enseñar a
todos.
Estimado Director del blog:
Tenía ya preparado desde hace unos meses un comentario sobre estos
temas precisamente, y al ver el interés que los mismos despiertan entre
sus lectores, dando lugar a muy buenas participaciones, me sumo a esta
entrada aprovechando la generosidad (o ‘liberalidad’, como Ud dice) con
que lo conduce, y siempre con el ánimo de cooperar en este nobilísimo
empeño de buscar y amar la verdad.
Para no alargar en exceso mi participación, me limito por el momento a hacer una suerte de esbozo o ‘esqueleto’ de lo que entiendo nos puede deparar un futuro próximo, tanto en la Iglesia como en el orden mundial.
Quedará pues para otro momento, si cabe, explayarme sobre algunos puntos con el apoyo de las citas respectivas.
Por empezar, me parece importante distinguir lo que aparece como más seguro, de aquello que es incierto o simplemente presumible. Y aun en lo que podemos considerar como cierto, carecemos de fechas precisas. Fácil
es dar con la razón de esto: si bien Dios conoce todo de antemano, no obstante Él no fija los hechos, sino que los mismos tienen una variabilidad conforme al libre arbitrio del hombre, no menos que al libre albedrío de Dios mismo. Por lo demás, estos temas son por demás arduos y susceptibles de diversas interpretaciones, por lo que me guardo muy bien de presentar mi visión de las cosas más que como eso, aun cuando esté apoyada mayormente en grandes autoridades.
Y yendo al grano, entre los sucesos que fueron anunciados para el final de los tiempos por el profeta Daniel, por San Pablo, y aun por Nuestro Señor Jesucristo (Mt 24), se encuentra la apostasía, pero no una -como algunos leen- sino la GRAN APOSTASÍA. También Nuestra Señora, particularmente en sus apariciones de La Salette y Fátima, anuncia con claridad meridiana tal suceso. A lo que se suman numerosas revelaciones privadas, es decir no canónicas, pero de grande autoridad. Y justamente estas últimas (las marianas y las privadas) nos ayudan a situar tal acontecimiento, inequívocamente, en estos días. Además, se nos muestra a nuestros ojos de una manera cegadora. Pero lo que no sabemos es hasta dónde se extenderán sus efectos; presumiblemente habrá de completarse y cerrarse bajo el imperio del Inicuo. Ahora, este punto de la apostasía es clave para el intento de armar este ‘puzzle’ dramático, pues cuando hablamos de esta gran apostasía, preciso es aclarar que lo que la caracteriza no es tanto su ‘extensión’ como el hecho inusitado en toda la historia de la Iglesia, de involucrar a toda su jerarquía.
Otro hecho histórico concretísimo, que tiene, al igual que la mencionada apostasía, el valor de signo de los últimos tiempos, es el retorno de los judíos a su ‘tierra de promisión’. En efecto, hay profecías bíblicas que
anuncian que tras la dispersión acontecida en el siglo I° de nuestra era, los judíos volverían a juntarse en su primitiva nación, justamente hacia el final de los tiempos. (No hay que confundir no obstante, este hecho con la conversión del pueblo judío anunciada por San Pablo, la cual acontecerá –según Santa Hildegarda- durante el reinado del Anticristo, y gracias a la predicación de Enoch y Elías). Pues bien, tenemos el nuevo Estado de Israel
a partir de 1948. Y esto, a su vez, tiene mucho que ver con la cercana manifestación del Anticristo. Justamente, éste, según altísima probabilidad, habrá de ser un ‘líder’ surgido en Israel, que irá en rápido ascenso hasta
culminar como cabeza de un Gobierno Mundial.
Para no alargar en exceso mi participación, me limito por el momento a hacer una suerte de esbozo o ‘esqueleto’ de lo que entiendo nos puede deparar un futuro próximo, tanto en la Iglesia como en el orden mundial.
Quedará pues para otro momento, si cabe, explayarme sobre algunos puntos con el apoyo de las citas respectivas.
Por empezar, me parece importante distinguir lo que aparece como más seguro, de aquello que es incierto o simplemente presumible. Y aun en lo que podemos considerar como cierto, carecemos de fechas precisas. Fácil
es dar con la razón de esto: si bien Dios conoce todo de antemano, no obstante Él no fija los hechos, sino que los mismos tienen una variabilidad conforme al libre arbitrio del hombre, no menos que al libre albedrío de Dios mismo. Por lo demás, estos temas son por demás arduos y susceptibles de diversas interpretaciones, por lo que me guardo muy bien de presentar mi visión de las cosas más que como eso, aun cuando esté apoyada mayormente en grandes autoridades.
Y yendo al grano, entre los sucesos que fueron anunciados para el final de los tiempos por el profeta Daniel, por San Pablo, y aun por Nuestro Señor Jesucristo (Mt 24), se encuentra la apostasía, pero no una -como algunos leen- sino la GRAN APOSTASÍA. También Nuestra Señora, particularmente en sus apariciones de La Salette y Fátima, anuncia con claridad meridiana tal suceso. A lo que se suman numerosas revelaciones privadas, es decir no canónicas, pero de grande autoridad. Y justamente estas últimas (las marianas y las privadas) nos ayudan a situar tal acontecimiento, inequívocamente, en estos días. Además, se nos muestra a nuestros ojos de una manera cegadora. Pero lo que no sabemos es hasta dónde se extenderán sus efectos; presumiblemente habrá de completarse y cerrarse bajo el imperio del Inicuo. Ahora, este punto de la apostasía es clave para el intento de armar este ‘puzzle’ dramático, pues cuando hablamos de esta gran apostasía, preciso es aclarar que lo que la caracteriza no es tanto su ‘extensión’ como el hecho inusitado en toda la historia de la Iglesia, de involucrar a toda su jerarquía.
Otro hecho histórico concretísimo, que tiene, al igual que la mencionada apostasía, el valor de signo de los últimos tiempos, es el retorno de los judíos a su ‘tierra de promisión’. En efecto, hay profecías bíblicas que
anuncian que tras la dispersión acontecida en el siglo I° de nuestra era, los judíos volverían a juntarse en su primitiva nación, justamente hacia el final de los tiempos. (No hay que confundir no obstante, este hecho con la conversión del pueblo judío anunciada por San Pablo, la cual acontecerá –según Santa Hildegarda- durante el reinado del Anticristo, y gracias a la predicación de Enoch y Elías). Pues bien, tenemos el nuevo Estado de Israel
a partir de 1948. Y esto, a su vez, tiene mucho que ver con la cercana manifestación del Anticristo. Justamente, éste, según altísima probabilidad, habrá de ser un ‘líder’ surgido en Israel, que irá en rápido ascenso hasta
culminar como cabeza de un Gobierno Mundial.
Ahora bien, al parecer, el momento de su manifestación es uno de los
puntos -por lo que vengo viendo en las distintas contribuciones al blog-
más controvertidos. En efecto, están los que lo sitúan en un futuro
lejano, en el bloque’ de los acontecimientos del fin del mundo, mientras
que otros lo ubican en un futuro próximo. A mi modo de ver, la clave
para develar esta duda nos la da San Pablo, el cual claramente relaciona
la manifestación del ‘hombre de pecado’ –el Ánomos, como también le
llama- con dos sucesos íntimamente vinculados entre sí: en primer lugar
la predicha apostasía, y en segundo término la desaparición de un
‘obstáculo’, del cual San Pablo
les hablaba a los fieles de Tesalónica (II Tes.2,6-8).
les hablaba a los fieles de Tesalónica (II Tes.2,6-8).
El P. Castellani, en su comentario del Apocalipsis, considera que
aquel famoso ‘obstáculo’ (katéjon) era el ‘orden romano’, apoyándose
para esta interpretación particularmente en Lactancio, San Agustín y
Santo Tomás,
además de algunos intérpretes modernos. Pero es el caso que dicho ‘orden’, entendido como principio jurídico capaz de ordenar la ‘civitas’, haciéndola apta para el ‘orden sacro’, fue abatido hace mucho (1918), y sin embargo el Ánomos (el ‘sin-ley’) no apareció.
además de algunos intérpretes modernos. Pero es el caso que dicho ‘orden’, entendido como principio jurídico capaz de ordenar la ‘civitas’, haciéndola apta para el ‘orden sacro’, fue abatido hace mucho (1918), y sin embargo el Ánomos (el ‘sin-ley’) no apareció.
Otros aducen que el orden romano tendría su último bastión en el
orden formal de la Romana Ecclesia, y que éste ha sido abatido en
nuestros días; sólo que si así fuera, ‘orden romano’ y ‘orden cristiano’
serían sinónimos, y no lo son, siendo que éste último comprende al
primero y lo plenifica por la Fe. Y justamente por eso pienso yo, que el
último bastión en ser abatido es la FE DE ROMA. Podríamos pues proponer
esta hipótesis exegética: El ‘katéjon’ de San Pablo es la Fe de Roma,
esto es, de la Iglesia romana, hoy sede de la herejía y la apostasía,
refugio de las ‘langostas’ del Apocalipsis (Visión V, 5a trompeta),
donde sede también el Anticristo aunque no sea personalmente, pero sí su
espíritu y sus obras nefandas.
Otros opinan, en fin, que el ‘obstáculo’ del que habla San Pablo sería
el Arcángel San Miguel, o bien la Santa Misa, pero ambas
interpretaciones no cierran por diversas razones, en particular la
última, en razón de que el Santo Sacrificio aún se celebra en muchas
partes, y además que entre las obras de impiedad que llevará adelante el
‘Hombre de Pecado,’ se encuentra precisamente la abolición completa
–anunciada por el profeta Daniel- del
Sacrificio Perpetuo. (De la que es un anticipo la abolición parcial llevada a cabo por el apóstata Montini con su Constitución ‘Missale Romanum’ por la que estatuye el ´novus ordo’). De cualquier modo, aunque la interpretación exacta sobre qué cosa designó el Apóstol con la palabra ‘katéjon’ nadie la tiene, podemos pensar como enteramente verosímil que el Inicuo está ya entre nosotros, obrando secretamente aún, y pronto a su epifanía a los
ojos de todos. Accesoriamente por cierto, esta interpretación se ve corroborada por toda la ‘movida’ de los judíos de todo el mundo, expectantes ante lo que consideran una inminente manifestación de su ´mesías’, specialmente de parte de prominentes rabinos de Israel, como Yitszhah Kaduri, de gran autoridad como Rav ortodoxo y cabalista, el que poco antes de morir a los 108 años, escribió en una nota el nombre del ‘mashíaj’ (mesías) por ellos esperado; y el nombre que escribió es YEHOSHÚA, acróstico de Yarim Ha’Am Veyokhíakh Shedvaró Vetorató Omdin (lit. ‘Él levantará al pueblo y demostrará que su palabra y su ley son válidas’). Es de notar que este rabino, respetadísimo entre los judíos, dijo haber conocido en una ‘revelación’ al tal mesías en persona. Por otra parte, es notable la coincidencia entre la descripción que hacía de tal personaje, con relación a su lugar de aparición, modos de manifestarse y otros pormenores de su ‘misión’, con diversas características del Anticristo tal como aparecen en varias profecías católicas.
Sacrificio Perpetuo. (De la que es un anticipo la abolición parcial llevada a cabo por el apóstata Montini con su Constitución ‘Missale Romanum’ por la que estatuye el ´novus ordo’). De cualquier modo, aunque la interpretación exacta sobre qué cosa designó el Apóstol con la palabra ‘katéjon’ nadie la tiene, podemos pensar como enteramente verosímil que el Inicuo está ya entre nosotros, obrando secretamente aún, y pronto a su epifanía a los
ojos de todos. Accesoriamente por cierto, esta interpretación se ve corroborada por toda la ‘movida’ de los judíos de todo el mundo, expectantes ante lo que consideran una inminente manifestación de su ´mesías’, specialmente de parte de prominentes rabinos de Israel, como Yitszhah Kaduri, de gran autoridad como Rav ortodoxo y cabalista, el que poco antes de morir a los 108 años, escribió en una nota el nombre del ‘mashíaj’ (mesías) por ellos esperado; y el nombre que escribió es YEHOSHÚA, acróstico de Yarim Ha’Am Veyokhíakh Shedvaró Vetorató Omdin (lit. ‘Él levantará al pueblo y demostrará que su palabra y su ley son válidas’). Es de notar que este rabino, respetadísimo entre los judíos, dijo haber conocido en una ‘revelación’ al tal mesías en persona. Por otra parte, es notable la coincidencia entre la descripción que hacía de tal personaje, con relación a su lugar de aparición, modos de manifestarse y otros pormenores de su ‘misión’, con diversas características del Anticristo tal como aparecen en varias profecías católicas.
Desde este personaje, el Anticristo, podemos hacer un puente con un
acontecimiento al que se lo liga, aunque no por muchos sino por pocos
intérpretes, particularmente modernos. Me refiero a la 3a Guerra Mundial,
anunciada por Nuestra Señora en Fátima. Este suceso, si bien no escapa a
la regla general de que no se sabe ‘el día ni la hora’, sin embargo es
uno de los que se puede estar más seguro de que va a suceder, y muy en
breve. Ya el Apocalipsis habla en dos pasajes (Visión V, 6a trompeta y
Visión XV, 6a copa), de un conflicto al fin de los tiempos, que enfrentará
a las naciones y al Oriente con Occidente, y en el cual perecerá un
tercio de la Humanidad. Ya los antiguos exégetas no dudaron en ver en
esos pasajes de la ‘Revelación’ una gran guerra de dimensiones
desconocidas para su tiempo. Y el P.Castellani no duda tampoco en ver
ahí la que él llama ‘la Guerra de los Continentes’. Y como él muchos
otros intérpretes modernos del Apocalipsis han pensado de parecida
manera.
Sobre el momento de esta Gran Guerra, se puede decir con altísima
probabilidad que es inminente, es decir puede dar comienzo en el curso
de este año como dentro de tres o cuatro años – que en la marcha del
acontecer histórico es nada-. Ahora, lo que es seguro es que será
horrorosamente mortífera, que ciudades enteras serán aniquiladas en
breve tiempo (entre estas ciudades hay dos que están señaladas en
numerosas profecías privadas: Roma y París), que en la misma tomarán
parte todas las principales potencias del orbe: EEUU, la OTAN (como
bloque político-militar, pero que está representado en especial por
Inglaterra, Francia y Alemania), Rusia, China, Corea del Norte, un grupo
de naciones islámicas con Irán a la cabeza, posiblemente sobre el final
la India, y desde ya Israel. Los expertos militares estiman que una
guerra donde se usen masivamente armas nucleares, no puede
prolongarse demasiado, por la enorme capacidad destructiva de dichas
armas. Por lo mismo, nadie sabe cuál puede ser la progresión del
conflicto;, y así hay quienes aseguran que tampoco los máximos líderes
políticos mundiales de hoy, conocen los alcances del enfrentamiento ni
las imprevisibles derivaciones o consecuencias para sus propios
intereses.
De ahí que la información es una pieza clave, y se trabaja
febrilmente, especialmente en los EEUU, para estar un paso adelante en
la tecnología aplicada a los recursos bélicos (proyecto HAARP). Saben
pues, que quien lleva la delantera en el dominio de la información y el
control informático de la información del enemigo, tiene más
posibilidades de ganar la guerra. No obstante, dejando a un lado las
infinitas especulaciones de los expertos en conflictos bélicos,
politólogos y analistas internacionales, y siguiendo más de cerca las
trazas del mundo próximo venidero, a partir de la lectura que algunos
intérpretes actuales hacen de las profecías, antiguas y
modernas, canónicas y no canónicas, se puede augurar un triunfo de las
grandes potencias del Oriente, especialmente las del bloque comunista, a
saber China y Rusia. Se habla incluso de una invasión de Rusia sobre
Europa, y otra de China sobre América del Norte.
Y aquí es donde podríamos hacer el enlace con la figura del Anticristo
en su papel de líder mundial. En efecto, y sin caer en la tentación de
un fácil vaticinio, sino tomados del ‘hilo de Ariadna’ de las
revelaciones mencionadas y junto a ellas las más prudentes
interpretaciones de las mismas, podemos conjeturar seriamente que este
‘Hijo de Perdición’ tendrá un rol decisivo en estos acontecimientos
próximos, particularmente
como ‘diplomático´ que con genialidad sin igual será capaz de lograr una cada vez más quimérica paz mundial, luego -claro está- de haber atizado desde las sombras los fuegos de la guerra. Naturalmente que conducirá
todo hacia el triunfo del judaísmo talmúdico-rabínico-sionista. En este sentido, los rabinos más escrutadores de las trazas del mesías que esperan, no dudan del triunfo de Israel, el restablecimiento del reino de David, la reconstrucción del Templo, donde se sentará el tan ansiado y esperado segundo Ungido (siendo el 1° David), a la vez que ‘salvador’ (de ahí el nombre que le fue revelado al rabino Kaduri: Yehoshúa, de la raíz yeshá=salvar). Desde ya que los judíos entienden esta salvación de un modo muy distinto a la que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo, ¡por eso justamente lo rechazaron! Podríamos aventurar que aquí comenzaría, tras la ‘paz’ mundial alcanzada gracias a su intervención, su dominio en todo el mundo, aunque será cabeza de una nación, la nación judía, en alianza con varias otras naciones gravitantes en el concierto del orbe, aunque sometidas a su imperio (en la visión del profeta Daniel el undécimo ‘cuerno’ [poder] que a tres de los diez ‘cuernos’ [poderes] que lo preceden los derrota, y los otros siete se le someten). Este último lapso del breve tiempo de su manifestación, según todos interpretan las famosas cifras repetidas muchas veces en las Escrituras Santas, de 1260 días, o 42 meses, o más enigmáticamente ‘un tiempo, dos tiempos y medio tiempo’, será cuando prohibirá el Santo Sacrificio, y desatará la más cruel persecución que imaginar se pueda. El caso es que, con la ayuda de los últimos medios de la tecnología, no habrá sitio en todo el planeta donde esconderse de su ‘mirada’ y de su mano homicida. Al respecto se asegura que no sólo contará con los recursos de la ultimísima tecnociencia, sino que gracias a sus poderes extraordinarios, transmitidos desde el mismo vientre materno por su ‘padre’, Lucifer, poseerá un dominio, que parecerá a la inmensa mayoría, de orden sobrenatural, sobre todas las fuerzas del cosmos y de la naturaleza.
como ‘diplomático´ que con genialidad sin igual será capaz de lograr una cada vez más quimérica paz mundial, luego -claro está- de haber atizado desde las sombras los fuegos de la guerra. Naturalmente que conducirá
todo hacia el triunfo del judaísmo talmúdico-rabínico-sionista. En este sentido, los rabinos más escrutadores de las trazas del mesías que esperan, no dudan del triunfo de Israel, el restablecimiento del reino de David, la reconstrucción del Templo, donde se sentará el tan ansiado y esperado segundo Ungido (siendo el 1° David), a la vez que ‘salvador’ (de ahí el nombre que le fue revelado al rabino Kaduri: Yehoshúa, de la raíz yeshá=salvar). Desde ya que los judíos entienden esta salvación de un modo muy distinto a la que nos trajo Nuestro Señor Jesucristo, ¡por eso justamente lo rechazaron! Podríamos aventurar que aquí comenzaría, tras la ‘paz’ mundial alcanzada gracias a su intervención, su dominio en todo el mundo, aunque será cabeza de una nación, la nación judía, en alianza con varias otras naciones gravitantes en el concierto del orbe, aunque sometidas a su imperio (en la visión del profeta Daniel el undécimo ‘cuerno’ [poder] que a tres de los diez ‘cuernos’ [poderes] que lo preceden los derrota, y los otros siete se le someten). Este último lapso del breve tiempo de su manifestación, según todos interpretan las famosas cifras repetidas muchas veces en las Escrituras Santas, de 1260 días, o 42 meses, o más enigmáticamente ‘un tiempo, dos tiempos y medio tiempo’, será cuando prohibirá el Santo Sacrificio, y desatará la más cruel persecución que imaginar se pueda. El caso es que, con la ayuda de los últimos medios de la tecnología, no habrá sitio en todo el planeta donde esconderse de su ‘mirada’ y de su mano homicida. Al respecto se asegura que no sólo contará con los recursos de la ultimísima tecnociencia, sino que gracias a sus poderes extraordinarios, transmitidos desde el mismo vientre materno por su ‘padre’, Lucifer, poseerá un dominio, que parecerá a la inmensa mayoría, de orden sobrenatural, sobre todas las fuerzas del cosmos y de la naturaleza.
Por último, con respecto al orden de que procederá, el religioso o
el político –otro punto que despierta no poca controversia- parece claro
que procederá del orden temporal, sólo que no ha de revestir las
características de alguno de los políticos que vemos hoy; antes bien,
Satanás delegará en él la suma de los poderes y la gloria de este mundo,
aquellos mismos con los que tentó a Nuestro Señor (3ª. Tentación). Pero
obviamente su dominio no podrá ser nunca meramente en la esfera
política, sino que al presentarse como mesías o ungido (aunque falso),
pretenderá regir también el orden religioso. Así pues, esta reunión
sincrética de las religiones, de la que forma parte esencial la iglesia
conciliar (la ramera del Apocalipsis), estará bajo la égida del
Anticristo, y a su entero servicio. De ahí que la reunión de Asís
convocada por Wojtyla –y las que le siguieron- pertenecen en plenitud al
espíritu del Anticristo.
Dejo para otra entrada –si se me ha lugar- un resumen de la visión de Santa Hildegarda sobre el Anticristo, conforme la recibió de la Luz Viva.
Dejo para otra entrada –si se me ha lugar- un resumen de la visión de Santa Hildegarda sobre el Anticristo, conforme la recibió de la Luz Viva.