Las denuncias contra el jefe del Ejército amenazan a una campaña anodina. Verbitsky y Carlotto, y las dudas.
A esta altura, el entorno de la presidente Cristina Kirchner se
divide en dos posturas por el “caso Milani”: una considera que las
denuncias son “inconsistentes” y una maniobra más del antikirchnerismo
(mediático y político, en ese orden) para “limar” al oficialismo; la
otra admite que puede ser así, pero también advierte que puede ser muy
difícil sostener al jefe del Ejército con un testimonio que lo
incrimina, aunque ese testigo no haya declarado nunca en sede judicial.
La entrevista de radio Mitre al demorado denunciante, Ramón Olivera,
le da la razón a las dos posiciones. Dijo Olivera que en 1977, un joven
subteniente Milani lo llevó desde la cárcel riojana donde estaba
detenido de manera ilegal ante el juez Roberto Catalán. En algún momento
de ese procedimiento apunta Olivera que el oficial “conversó” con él y
le contó que se habían llevado a su padre por “averiguación de
antecedentes”. También relata que cuando lo devolvieron a la cárcel, ahí
sin la presencia de Milani, lo amenazaron y le hicieron “simulacros de
fusilamiento”. El padre de Olivera sufrió un ACV mientras estuvo
detenido y, según su hijo, los captores lo dejaron en ese estado en la
vereda de su casa.
Olivera fue el secretario de la comisión provincial que investigó las
violaciones de los derechos humanos en La Rioja. La presidió el ex
legislador y ex juez Miguel Ángel Morales, quien consultado por MDZ se
mostró sorprendido por las nuevas revelaciones.
Morales reveló que “de los testimonios se fue extrayendo el personal
que fue citado por los testigos. Ya sea de las fuerzas armadas, civiles,
de seguridad, todo. Inclusive el señor Olivera fue secretario de la
Comisión de Derechos Humanos y era su tarea incluirlo, en todo caso, en
la lista de represores”. Pero en 1984, cuando fue redactado el primer
Nunca Más riojano, en el que Morales y Olivera participaron, el primero
dice que no hubo mención del caso. Muchos años más tarde, en 2010, luego
de rescatar una copia de aquel informe en el juzgado que conducía,
Morales le hizo una copia en papel y otra digital para entregársela al
gobierno provincial. Y luego, la Legislatura realizó una nueva impresión
que le entregaron en una visita al ex presidente Néstor Kirchner, como
lo reflejan los medios de entonces.
En su ascenso anterior, Milani sorteó las preguntas en la comisión
respectiva del Senado, lo que profundizó las dudas acerca de la
aparición del testimonio de Olivera. Y la de un conscripto, que ahora lo
involucró con la desaparición del “colimba” Roberto Ledo. Naturalmente,
que las denuncias no se hubieran hecho antes no las invalida, pero está
claro que se disparan ahora dos cuestiones: una, política, que puede
poner en la cuerda floja la designación de Milani al frente del
Ejército; y otra judicial, porque deberá iniciarse una investigación
que, seguramente, llevará varios años.
El tema es delicado. La Presidente se vería complicada para mantener a
Milani en la conducción de su fuerza. En particular, porque las
denuncias surgen en una ya lanzada campaña electoral. No se aplican al
titular del Ejército los cánones de cualquier otro colaborador. Y además
se trata de denuncias de violaciones de los derechos humanos, un tema
del que el kirchnerismo ha hecho una cuestión nodal de su década en el
poder.
En este contexto, las dudas en las cercanías de la Presidente
reflejan las que deslizaron, por ejemplo, Estela de Carlotto, la
presidente de Abuelas de Plaza de Mayo, quien dijo que no disponían en
esa entidad de información precisa sobre el caso pero que, si se probara
la participación de Milani en los hechos denunciados, “tiene que ser
desplazado”. Para establecer pruebas, lo dijimos, debería sustanciarse
un proceso judicial que llevará mucho tiempo.
La disputa política detrás del caso quedó “blanco sobre negro” con
una carta de lectores que Horacio Verbitsky, presidente del Centro de
Estudios Legales y Sociales (CELS), le envió al diario La Nación, que,
como se negó a publicarla, fue difundida por esa ONG. Señala la nota:
“Ante la insistencia de La Nación en vincular al CELS con la designación
del general César Milani al frente del Ejército, consideramos necesario
aclarar, una vez más, que el organismo no impulsa, promueve o defiende
ascensos en el ámbito militar. Como todos los años, realiza una búsqueda
de información respecto de los postulantes a ascensos, impugnando a
aquellos sobre los cuales posee información fehaciente de su
participación en delitos de lesa humanidad y atentados contra el orden
democrático. Las fuentes utilizadas son los documentos producidos por
las víctimas del terrorismo de Estado, sus familiares y los organismos
de derechos humanos; el litigio de las causas tramitadas en instancias
nacionales e internacionales; material indubitable de los medios de
comunicación, libros y otras fuentes públicas. En todos los casos se
aclara que su información es incompleta y debe ser cotejada y
complementada con información producida por el propio Estado”.
En la última línea aparece lo que algunos medios consideraron un
“desmarque” de Verbitsky en relación al caso. Algo que también supieron
leer quienes en el Gobierno intuyen que el caso Milani puede ser un
escollo peligroso en una campaña que parecía enderezarse. ¿Advierte el
titular del CELS que al ministerio de Defensa “se le pasó” anticipar los
potenciales conflictos que podía generar la designación del jefe
militar? ¿O fue la propia Cristina quien lo eligió? Si fue así, pasará
tiempo antes de que se sepa. Cristina es la cara de la campaña en estas
elecciones legislativas cruciales, en las que impulsa hacia arriba a los
candidatos que unge, según pudo comprobar el ignoto Martín Insaurralde
en la última semana.
El también flamante ministro de Defensa, Agustín Rossi, no será el
fusible que explote en esta incipiente crisis. Tampoco tiene a mano la
Presidente a Nilda Garré, ya designada -no sin problemas- como
embajadora ante la Organización de Estados Americanos. Así las cosas, el
gobierno tratará de surfear el conflicto creado por el nombramiento de
Milani. Descubierto un filón con imprevisibles consecuencias
electorales, y en un escenario de aparente paridad, no parece que nadie
esté dispuesto a hacérselo fácil.
Julio Villalonga