domingo, 2 de junio de 2013

CAVERNICOLAS DESESPERADOS

 


Los caver­ní­co­las están deses­pe­ra­dos. Y es que el pano­rama polí­tico, social y eco­nó­mico no es lo que podría con­si­de­rarse bueno para el kir­ch­ne­rismo. Más bien, todo lo con­tra­rio. El des­gaste de un modelo que se reveló escan­da­lo­sa­mente corrupto y auto­ri­ta­rio ha pro­vo­cado un sig­ni­fi­ca­tivo des­censo en la ima­gen del gobierno que, a pocos meses de las elec­cio­nes legis­la­ti­vas, pone en riesgo la hege­mo­nía ofi­cia­lista en el Con­greso, ele­mento cru­cial para pen­sar en una reforma cons­ti­tu­cio­nal. Asi­mismo, una eco­no­mía estan­cada que tiene el triste mérito de ser la más infla­cio­na­ria de la región, para empeo­rar aún más las cosas, está ago­tando la pacien­cia de la gente e incre­men­tando los índi­ces de pobreza, indi­gen­cia y desocu­pa­ción. ¿Cómo modi­fi­car, hoy por hoy, y bajo estas con­di­cio­nes, la fecha de ven­ci­miento que tiene el kir­ch­ne­rismo pre­vista para el 2015? Tal es la pre­gunta que está en cabeza de todos nues­tros caver­ní­co­las connacionales.
La estra­te­gia kir­ch­ne­rista se está dando a par­tir de un doble movi­miento. Por un lado, hace rato ya que el gobierno ha manio­brando en direc­ción de una des­qui­ciada radi­ca­li­za­ción del “modelo” con vis­tas a con­te­ner por la fuerza aque­llos resor­tes que ya empe­za­ron a sal­tar para todos lados, mien­tras que, por el otro, ha empe­zado a apli­car la tác­tica del tan­teo a los fines de eva­luar el humor social res­pecto de una even­tual con­ti­nui­dad “cris­ti­nista” prohi­bida por la Constitución.
El slo­gan de “la década ganada” −última inven­ción de los cada vez menos crea­ti­vos inge­nie­ros del relato− no tuvo otro obje­tivo dis­cur­sivo que el de apun­ta­lar en la socie­dad la nece­si­dad de seguir en el rumbo de la vic­to­ria. Des­pués de todo, el relato nos dice que el Frente para la Vic­to­ria ganó “para todos y todas” una década donde todo fue color de rosa. “Si tuvi­mos diez años de bonanza, ¿por qué no per­mi­tir­les a nues­tros sal­va­do­res diez más?”. Tal es el pen­sa­miento intui­tivo que se pre­tende pro­vo­car en los recep­to­res del cli­ché en cues­tión. Y tanto es así, que cuando Cris­tina Kir­ch­ner dijo el pasado 25 de mayo que “A esta década ganada que­re­mos que le siga otra más” y negó que este­mos asis­tiendo a un “fin de ciclo”, estaba haciendo uso explí­cito de esta lógica de con­ti­nui­dad por nece­si­dad, para luego tan­tear las reac­cio­nes sociales.
Pero dado que el kir­ch­ne­rismo no tiene en su seno nin­gún per­so­naje capaz de brin­darle con­ti­nui­dad al modelo des­pués de 2015, con excep­ción de la pro­pia Cris­tina, es muy claro que cuando ésta habla de diez años más, está hablando de diez años más para ella misma. ¿O vamos a pen­sar que se refiere al impo­pu­lar Amado Bou­dou, al mudo Máximo Kir­ch­ner, al ignoto Her­nán Loren­zino, al pre­sunto ladrón Julio De Vido o al poco cono­cido maoísta Car­los Zanini? Cris­tina habla de ella y sola­mente de ella. Su ego no le per­mite otra cosa. Y los caver­ní­co­las que la siguen, que al estilo de los hom­bres de las caver­nas no cono­cen la des­per­so­na­li­za­ción del poder que estruc­tura todo sis­tema ins­ti­tu­cio­nal moderno, tam­bién entien­den que la con­ti­nui­dad del “modelo” es la con­ti­nui­dad del cau­di­llo. “Cris­tina 2015”, rezan los car­te­les que ya se están pegando en varias loca­li­da­des, leyenda que tam­bién estampa reme­ras de mili­tan­tes K. “Agru­pa­ción La Cám­pora. Cris­tina 2015″, reza­ron las pan­car­tas que en San­tiago del Estero pro­fe­so­res kir­ch­ne­ris­tas le hicie­ron sos­te­ner a niños de 9 años en el marco del acto del 25 de mayo.
Mien­tras tanto, los dos dis­po­si­ti­vos de radi­ca­li­za­ción por anto­no­ma­sia del régi­men, el pato­tero Gui­llermo Moreno y esa farsa de Mon­to­ne­ros (que son más bien amon­to­na­do­res) cono­cida como La Cám­pora, hacen su apa­ri­ción en escena con una genia­li­dad anti­in­fla­cio­na­ria que busca mori­ge­rar en el elec­to­rado la per­cep­ción de la infla­ción: con­tro­lar pre­cios en los super­mer­ca­dos con arre­glo a una meto­do­lo­gía mafiosa en la que los cam­po­ris­tas desa­rro­lla­rán tareas parapoliciales.
Nues­tros caver­ní­co­las no quie­ren escu­char que la infla­ción es un fenó­meno de natu­ra­leza mone­ta­ria. Antes al con­tra­rio, ellos pre­fie­ren creer en cons­pi­ra­cio­nes de super­mer­ca­dis­tas que mere­cen la solu­ción −que nada solu­ciona en reali­dad− del garrote, tra­du­cida en aprie­tes y mul­tas arbi­tra­rias, como haría un hom­bre de las caver­nas frente al com­plejo mundo de la macro­eco­no­mía que, por supuesto, des­co­noce por completo.
La solu­ción de todo pro­blema comienza por la cabal com­pren­sión del mismo. La infla­ción, insis­ti­mos, es un fenó­meno esen­cial­mente mone­ta­rio. No se conoce nin­gún ejem­plo en la his­to­ria de la huma­ni­dad de la exis­ten­cia de una infla­ción dura­dera que no se viera acom­pa­ñada de un rápido incre­mento de la can­ti­dad de dinero, como así tam­poco se conoce nin­gún caso en el que un rápido aumento de dinero no fuese seguido por un aumento de la infla­ción. Allí donde la can­ti­dad de dinero aumenta más rápido que la can­ti­dad de bie­nes y ser­vi­cios que se pue­den com­prar en el mer­cado con ese dinero, el aumento de los pre­cios es una con­se­cuen­cia inexo­ra­ble. El pro­blema, por lo tanto, no son las cabe­zas de los super­mer­ca­dis­tas que los caver­ní­co­las pre­ten­den aplas­tar a garro­ta­zos cam­po­ris­tas. El pro­blema está en la maqui­nita de impri­mir bille­tes a la que no deja de salirle humo y que se uti­lizó irres­pon­sa­ble­mente para finan­ciar la fiesta popu­lista que, guste o no, ter­mi­nará pagando el pue­blo. Y sino, los caver­ní­co­las debe­rían pre­gun­tarle a los docen­tes bonae­ren­ses en huelga qué opi­nan al res­pecto, cuyos suel­dos se ajus­tan por debajo de los índi­ces reales de infla­ción mien­tras empre­sas esta­ta­les como YPF y Aero­lí­neas Argen­ti­nas incre­men­tan sus pre­cios muy por encima de los gua­ris­mos infla­cio­na­rios pro­por­cio­na­dos por el INDEC.
Los caver­ní­co­las están deses­pe­ra­dos. La fecha de ven­ci­miento de la estafa nacio­nal y popu­lar se apro­xima en el marco de un pano­rama nada favo­ra­ble al kir­ch­ne­rismo. Y cuando un caver­ní­cola se deses­pera, suele hacer estu­pi­de­ces peligrosas.
(*) Es autor del libro Los Mitos Seten­tis­tas, y direc­tor del Cen­tro de Estu­dios LIBRE.
agustin_laje@hotmail. com | www. agus­tin­laje. com. ar | @agustinlaje
Fuente: La Prensa Popular
Autor: Agustín Laje (*)